Artículo: ‘Hazme un guiño’ de Jon Asier Bárcena

De Jon Asier Bárcena /Ganador de la VII edición www.excelencialiteraria.com

Desde hace unos años, parte de la sociedad catalana no se siente a gusto con lo que el DNI dice que son. Sin duda el populismo del señor Mas ha servido para potenciar esos sentimientos. Para contrarrestar el expolio de Madrid –dice el presidente de la Generalitat-, confía en que su cortina de humo tape los recortes a base de agitar las emociones de pertenencia. Pero, ¿es únicamente el dinero lo que alienta el espíritu independentista de los catalanes? Si es así, hemos enfocado mal el problema.

Dado que soy vasco y hablo euskera, para introducir en mi argumento las tres culturas, contestaré a la gallega: si los madrileños sintieran que el gobierno español les está robando, ¿pedirían la independencia o lucharían por obtener algo más de autonomía? Muchos habrán advertido que la economía no es lo único que le importa a la gente, aunque estemos en una crisis que afecta al bolsillo de las familias. El problema proviene del poco aprecio que a veces se demuestra hacia las diferentes culturas que conforman nuestro país, particularmente hacia las lenguas que se hablan en los llamados territorios históricos. Por poco aprecio no me refiero sólo a la opinión de aquellos que las ven como algo arcaico, sino también a la ausencia de guiños que normalicen la convivencia.

Un posible guiño podría ser que en radios nacionales se escucharan las lenguas autonómicas de cuando en cuando. Estaría bien poner, por ejemplo y refiriéndome a los artistas de mi tierra, los Cuarenta Principales y que emitieran “Anek idatzi dit zutaz”, de Mikel Urdangarin. Es más, creo que oír cualquier tipo de música en euskera sería un detalle de la cultura en castellano hacia la vasca. Hablando de música, una canción en gallego, valenciano, mallorquín o catalán sería más comprensible para muchos españoles que si estuviera en inglés.  Entre otros, me gustan los discos de Lluch y a Aspencat, para el que quiera referencias.

Otro guiño es que los habitantes de territorios limítrofes a las Comunidades con lengua propia, hagan un esfuerzo por aprenderlas. No me refiero a que las sepan leer y escribir todos los habitantes a cien kilómetros a la redonda, sino que si alguien vive en Treviño o en Castro Urdiales –por poner dos ejemplos- y cree que su futuro puede desarrollarse en el País Vasco, tenga un conocimiento básico de euskera. Quizás les parezca una pérdida de tiempo, pues todos nos entendemos en castellano, pero nadie cuestiona lo bien que me vendría aprender alemán si mi futuro laboral pudiera desarrollarse en Alemania, a pesar de que allí haya un número suficiente de ciudadanos que dominan el inglés, que es mi tercera lengua. Además, todos agradecemos que nos hablen en nuestro idioma materno.

Si se trata a alguien como si fuera un extranjero, ¿qué podríamos esperar sino que se le generen ganas de serlo?