Reseña: ‘Siete casas vacías’ de Samanta Schweblin

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Siete casas vacías de Samanta Schweblin. Páginas de Espuma, Voces/ Literatura 213, 2015. 123 pp., 14 euros.

Por Carmen F. Etreros.

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Leer Siete casas vacías de Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) es sumergirse en un lago de aguas turbulentas y frías. Siete casas vacías que esconden fantasmas del pasado como la angustia ante la pérdida de un ser querido, la obsesión por los objetos queridos, la enfermedad mental, la vergüenza, la desilusión o la violencia.

Relatos breves y extensos por los que Samanta Schweblin ha recibido recientemente el Premio de Narrativa Breve Ribera del Duero 2015. La mayoría cuentos basados en una realidad que duele, que araña, que molesta. Relatos que se internan en la angustia y el tedio de los personajes y que traspasan a los lectores como un rayo incómodo y destructivo.

Lo mejor para mí es que la escritora construye sus relatos a partir de anécdotas como la ropa del hijo muerto que los vecinos tiran al patio de vez en cuando o la llegada del coche de unos nuevos vecinos que pueden destruir la rutina de una mujer enferma y trastornada. Esos detalles que nos pueden complicar la vida y la muerte.

Destacan entre todos ‘Nada de todo esto’, un brillante relato donde una hija acompaña a su madre en su afición habitual de colarse en casas ajenas como el que acompaña a su madre de compras un fin de semana o ‘Pasa siempre en esta casa’ en la que una mujer recoge las ropas del hijo muerto de sus vecinos que habitualmente son arrojadas a su patio ante el enfado de su propio hijo.

Pero de todos los relatos sorprende la voz interior de la obsesiva protagonista de ‘La respiración cavernaria’ una excéntrica anciana que espera a la muerte haciendo listas y guardando sus pertenencias en cajas. Una anciana que disfruta mientras espera acurrucada a su marido y observa como se siente culpable. Un relato crudo y espeso que molesta y seduce al lector al mismo tiempo.

Siete casas vacías que agobian al lector ante los secretos guardados entre sus silenciosas paredes. Relatos a medio camino entre la cordura y la locura. Casas vacías y densas en las que ya solo viven obsesiones. Una buena lectura.

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