Novedad Junio: ‘Impostores. Sombras en la España de las Luces’ de Antonio Calvo

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impostores
Antonio Calvo Maturana recoge en su libro Impostores. Sombras en la España de las Luces (Cátedra), personajes tan complejos como pretendientes al trono, nobles impostados, falsos jesuitas y mujeres y hombres travestidos.
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A comienzos de 2015, dos presuntos impostores han saltado a los medios de comunicación. Un joven se coló en las más altas esferas de la política y una actriz falsificó su currículum creándose una vida paralela y trucando fotografías con las grandes estrellas de Hollywood. Pero evidentemente esta no es una nueva manifestación propia únicamente de nuestro tiempo.
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En la España del siglo XVIII donde un campesino y un noble lo eran por designio divino y en la que el código de vestuario era tan importante como para estar regulado por ley, podíamos encontrar impostores, suplantadores y travestidos que tuvieron la habilidad de burlar el orden establecido para adquirir una nueva identidad y forjar su propio destino.
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Antonio Calvo Maturana en Impostores. Sombras en la España de las Luces recorre el fenómeno de la impostura, que no se limita a la búsqueda del lucro personal, sino que muy frecuentemente suele ser un atajo ante los obstáculos que presenta el camino de ascenso estamental buscando el honor y el reconocimiento.
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Después de establecer los diferentes tipos de impostura, el autor divide el texto teniendo en cuenta los diferentes estamentos de la sociedad. Comienza así su recorrido por la realeza y la nobleza con ejemplos como el Príncipe de Módena o el conde de Montalbán, hijo de Carlos III, para después continuar por los impostores eclesiásticos, donde destaca Francisco de Mayoral que llegó a ser arzobispo de Toledo y cardenal.
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Otro apartado agrupa a toda una serie de espías, aventureros y conspiradores de todo tipo que legitimaron su farsa en el contexto del servicio a un señor o a una causa. En este caso podríamos hablar de Alí Bey “el abasí”, que en realidad era Domingo Badía (que fuera ministro de Carlos IV).
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Caso aparte merecen las mujeres disfrazadas de hombre que, además de librarse por su disfraz de las trabas impuestas a su sexo por la sociedad patriarcal, encontraron en algunos casos salida a una identidad sexual incomprendida en la época. Por los márgenes de esta sociedad estamental (puntos muertos de la omnisciente mirada de Dios y del rey) se movieron los impostores, hombres y mujeres que pusieron a prueba el supuesto inmovilismo del Antiguo Régimen.
 
 
 

 

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