El abismo de Neal Shusterman. Editorial Anaya, 2017. Premio Nacional de Literatura Juvenil en Estados Unidos, 2015. Rústica, 408 pp., 16 €.

 

Por José R. Cortés Criado.

 

Cuando el lector se adentra en esta historia no entiende nada, cada capítulo es un acto diferente, sin mucho sentido en relación a lo leído y cuando te crees que hay dos voces narradoras, empiezas a vislumbrar que en realidad son dos voces narrativas de una misma persona.

Tan pronto el narrador te lleva en un barco hacia el punto más misterioso y profundo de nuestro planeta, el abismo Challenger en las fosas Marianas, en un barco pirata donde el capitán no se fía de su loro, el loro quiere eliminar al capitán, la tripulación tiene que enfrentarse a cerebros sueltos…como a la cotidianeidad de un chico de quince años que desea crear un videojuego con sus amigos.

La siguiente entrada se aleja del mar y la voz es la de un alumno de secundaria con un expediente brillante que deja de ser quien era y su comportamiento sufre variaciones apreciadas por los otros, no quiere relacionarse con nadie, sospecha de todos, no duerme, no come y decide correr a todas horas.

Volvemos al viaje, al problema con el capitán, los otros miembros de la tripulación, el mal ambiente en la nao, para volver a la vida diaria en tierra en un ambiente escolar y familiar totalmente diferente, esta ambivalencia predomina a lo largo de las páginas.

Hasta que llega un momento que el lector comprende que el viaje es una metáfora, porque la ruta no es al fondo del mar, es al fondo de la mente para poder poner orden en ella y así superar las dificultades del viaje y llegar a buen puerto.

El protagonista desea conseguir la normalidad vital, para ello lucha contra las múltiples interferencias y zancadillas que la vida le pone en su caminar diario, así como con sus problemas mentales.

Te parece increíble la fuerza del texto, la gran información de Shusterman sobre el tema y te asombra ese adolescente al que junto a sus inseguridades, temores y miedos añade la incomprensión, el abandono, la desilusión y la tristeza ante la vida y su temor a no tener un futuro como otros jóvenes.

El escritor escribe sabiendo del tema porque el problema del protagonista lo tiene su hijo y ha tenido la valentía de escribir para darle ánimos a estas personas y a su entorno, porque, aún sin saber el origen de la trama, la lectura llega al corazón del lector con fuerza.

La lectura, que en un inicio es lenta y algo dudosa, coge fuerza y avanza a buen ritmo hasta el desenlace tan realista como la vida misma y tan sobrecogedor como la enfermedad.

El lector no quedará indiferente al final, seguirá cautivado por una buena escritura, sobrecogido por este canto a la vida y este viaje al más oscuro mar de la mente.

Neal Shusterman consiguió el Premio Nacional de Literatura Juvenil en EE.UU. en 2015 con esta novela.

El libro está ilustrado con dibujos del hijo del escritor

 

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