La ciudad del sol poniente de Kazumi Yumoto. Nocturna Ediciones, Colección Noches Blancas, 2018. 150 pp., 14€.

Por José R. Cortés Criado.


El protagonista de esta novela es un señor de cuarenta años que rememora su infancia. El paso del tiempo hace que algunos recuerdos sean difusos y otros puede que distorsionados, pero todos son recuerdos de una infancia más o menos feliz.

El chivo vive con su madre Y uno de sus recuerdos es que cada vez que se mudaban de ciudad, ella escogía una ciudad más al oeste, por eso piensa que su madre busca el sol poniente y de ahí el título del libro.

Sus recuerdos traen a una madre preocupada por su hijo y a su abuelo, el Viejo Teko, un hombre extraño, poco comunicativo, que pasaba la mayor parte del tiempo en cuclillas en un rincón de la vivienda, incluso dormía sentado en el suelo.

Kazushi, el protagonista y narrador de la trama, no llega a comprender muy bien la relación de su madre con su abuelo. Este fue una persona a la que le gustaba mucho beber, a veces desaparecía de su casa y regresaba tras un trabajo o en busca de refugio sin nada en sus bolsillos.

Hablando con el hermano de su madre, el joven empezó a comprender la relación paterno filial y supo cosas como que su madre fue el ojito derecho del anciano durante sus primeros años, que la educó como si fuese un varón, hasta que nació su hermano y fue relegada a las tareas del hogar y que después el viejo desaparecía durante mucho tiempo.

Quizás por eso su madre fue poco amable con el abuelo, a pesar de quererlo y cuidarlo con mimo. El chico tampoco comprendía algunas de las breves conversaciones entre padre e hija; para aquel todo era extraño; el mundo de los mayores tiene claroscuros que un niño no sabía distinguir.

Poco a poco los personajes adultos van cogiendo cuerpo y toma sentido la relación entre ambos. Son más inteligentes de lo que Kazushi pensaba y ocultaban parte de información de su pasado. Cuando el lector va conociendo detalles de sus vidas entiende el porqué de determinadas actitudes.

Kazumi Yumoto escribe con agilidad y belleza una historia familiar llena de paz y tranquilidad, a pesar de los avatares de sus vidas. Esa forma de pensar tan sosegada hace que el lector perciba con tranquilidad los avances en el conocimiento de la historia familiar. 

Me ha gustado la novela, al igual que en su día me gustaron Los amigos, La casa del álamo o El último viaje. En esos libros se habla de la vida y de la muerte con tal sutileza que a veces reflexionas seriamente y a veces sonríes sin proponértelo.

Es una obra tierna, entretenida, entrañable, en la que cada uno de los cuatro personajes va ocupando su espacio en la vida de los demás configurando una familia como otras muchas, con sus progresos y retrocesos en el devenir de sus vidas.

Una buena obra de estar escritora japonesa que desde su primera novela, Los amigos, no ha cesado recibir premios y halagos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *