Relato: ‘El equilibrio sonoro’ de María Pardo

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Música

De María Pardo. Ganadora de la IV edición www.excelencialitaria.com

 

¿Cómo sería el mundo si las nubes reprodujesen música, si los edificios tuvieran altavoces exteriores que nunca dejasen de sonar, si las personas cantásemos en vez de charlar y las historias se narrasen a través de las canciones?…

Experimentaríamos algo parecido a cuando utilizamos auriculares para escuchar nuestra playlist. En mi caso, me bastan los primeros acordes para que mi corazón arranque a bailar, me hormigueen los pies y las yemas de los dedos tamborileen sobre cualquier superficie. Las notas van llenando mis entrañas, empujando a las preocupaciones hacia fuera. Parece que se me dilataran las pupilas y la vida luciese con otros colores. Envuelta por la música hasta me siento más valiente y más fuerte. Somos muchos los que pensamos que la música nos altera, llegando incluso a transformarnos en personas distintas.

Pero lo mismo que cambiamos nosotros, la música también revuelve el mundo que nos rodea. Quiero decir que cuando llevo los auriculares parece que los viandantes van dando saltitos al son de la melodía, que aquellos que se paran a hablar entre sí hacen karaoke y que sus mascotas forman el coro. Los instrumentos de viento mueven las hojas de los árboles y las ramas vibran como cuerdas de guitarra. Tan absorta estoy en la canción que los bocinazos de los coches o el fragor de la maquinaria de las obras dejan de hacerse molestos. De pronto lo aburrido se vuelve interesante y el paisaje se llena de vivacidad.Y por si fuera poco, la música también acompaña al solitario, hace sonreír al serio, provoca lágrimas en el insensible y permite ver, de alguna manera, al ciego. Es la magia de la melodía, que embellece la vida a su paso.

Por estos y otros motivos la música juega un papel primordial en la vida. Sin embargo, debido a las facilidades tecnológicas en los últimos años hemos desarrollado una «dependencia musical» alarmante. Tanto es así que muchos tienen el falso convencimiento de que el silencio equivale a aburrimiento e incomodidad.

En consecuencia, el transporte público está repleto de jóvenes con los auriculares puestos y las bibliotecas rebosan de estudiantes que trabajan al son de su playlist favorita. A menudo las tareas del hogar se realizan también al ritmo de una banda sonora. Pero sobre todo, este fenómeno se desboca en aplicaciones como Spotify, que ofertan desde listas de reproducción para los días de lluvia a melodías para ambientar las reuniones en familia o con amigos. Incluso las hay para cantar bajo la ducha.

María Pardo
María Pardo

Por desgracia, dicha actitud nos priva de reparar en los beneficios del silencio, que en muchos momentos inspira tal estado de relajación que ayuda a prevenir el estrés y la ansiedad, mejora la concentración y favorece la reflexión. Los momentos de sordina fomentan la creatividad y ayudan a que las ideas fluyan con naturalidad.

Es evidente que tanto la música como el silencio son fundamentales, por lo que es esencial que cada persona encuentre el equilibrio acústico que necesita su rutina. De ser así, disfrutaremos del silencio tanto como de nuestro grupo favorito.

 

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