Mordiscos a media noche
Mordiscos a media noche

Mordiscos medianoche de Pedro Mañas. Ilustraciones de Luján Fernández. Editorial SM, Colección Los Cazapesadillas, 2020. 104 pp., 10,95 €.

Por José R. Cortés Criado.

Este segundo volumen de la colección nos lleva de viaje por Londres con una pandilla de murciélagos/vampiros que quieren celebrar unas nupcias en el mismísimo Big Ben.

Nuestros amigos, Piper y Max se han mudado a la mansión del jovencito Mortimer. Están mejor que en la calle, aunque Max echa en falta sus malos olores y sus vecinos, pero no disfrutan de ningún bienestar, la casa está vacía de muebles, alfombras, leña, comida… en fin, que pasan hambre y frío.

Su vida transcurría de forma monótona hasta que una criada, de una noble familia, acudió en busca de ayuda porque su señorito había desaparecido. Se pusieron a investigar y comprobaron que todos los jóvenes de noble cuna en edad casadera habían desaparecido.

Investigando, investigando, descubrieron que había llegado a la orilla del Támesis una vampira muy especial, la bella Mirabelle, que por aquel entonces tenía trescientos años, aunque su aspecto humano era de una joven hermosa de pelo blanco, en busca de esposo.

Para poder escoger, su ejército de murciélagos/vampiros, se dedicaron a secuestrar a todos los jóvenes casaderos de la nobleza y morderlos para convertirlos en vampiros para así ella poder casarse.

Menos mal que Piper y Max con la ayuda de la tía abuela de Mortimer, Erika, logran inventar la bañera voladora para desplazarse hasta el lugar donde se va a celebrar la boda para desbaratar los planes de Mirabelle.

Al final de esta historia, todos están felices y nuestros amigos reciben una serie de regalos que le harán la vida más agradable en agradecimiento a sus esfuerzos.

Sin duda, otra simpática historia de aventuras, misterios, peligros y ganas de ayudar a los demás que atrapa al lector desde su inicio y no deja de sorprenderlo por el ingenio de Piper, las reflexiones de Max y los comentarios del fantasma de la familia de Mortimer, la científica Erica von Kraft.

La narración es muy amena, fresca y ágil, a la que hay que sumar los ingeniosos diálogos de sus protagonistas, especialmente el del robot que tiene su lógica diferente a los humanos y fantasmas.

Buena historia, ilustrada con mimo, por Luján Fernández, donde se mezclan dibujos y textos en muchas páginas; en algunas de ellas solo aparecen dibujos, como en un cómic, aligerando la trama.

 

 

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