Dentro del movimiento, el ruido, el caos, la suciedad, las luces, las sombras… se crean pequeños remansos estáticos. Lo fugaz, lo efímero, todo aquello a lo que no damos importancia, es retenido y hecho eterno; cobrando una nueva dimensión en cuanto a su relevancia.
Son retazos de historias a punto de suceder o que acaban de ocurrir, ya sin tiempo, congeladas en el espacio. Desasosegantes por haber quedado atrapadas, inmóviles.
La exposición permanecerá del 11 al 18 de julio en Ramsés, Plaza de la Independencia, 4. Madrid.
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