‘Algo más que unas clases’ de Jon Asier Bárcena

 

de Jon Asier Bárcena. Ganador de la VII edición www.excelencialiteraria.com

El pasado verano he participado en un curso de Matemáticas Discretas, en Budapest. Consistía en una serie de charlas, distribuidas a lo largo de cinco días, en las que los conferenciantes te introducían a distintos temas de investigación. También nos proponían unos ejercicios para asegurarse de que nadie estuviera incubando cálidamente un diploma de asistencia; es decir, calentando silla.

Sin embargo, lo más provechoso del curso no fueron las charlas: en sí mismas, no tenían más valor que un buen libro. En contra de lo que se pudiera pensar, en Budapest lo mejor tampoco es hacer turismo, aunque agradezco haber visitado la ciudad, pues la luz de esa vela se torna invisible frente al auténtico sol: poder hacer conocidos y, si te sonríe la fortuna, amistades entre jóvenes con quienes compartes aspiraciones y una misma pasión. El ambiente que se formaba durante las lecciones, en las comidas, en los descansos… era idóneo para relacionarse. Sobre todo porque como no hicieras algún conocido, te morías de aburrimiento. En mi caso tuve la suerte de volver con una amiga y algunos conocidos.

Este tipo de confraternización es muy positiva para el progreso científico, ya que uno es siempre más fructífero si trabaja junto a alguien en quien confía.

Jon Asier Bárcena

Esta es la cara positiva de la internalización de las Universidades: conocer a diferentes estudiantes en los más variados eventos para luego trabajar por e-mail, Skype… De hecho, gracias al curso me uní al tema de investigación en el que trabaja esa chica. ¡Quién sabe si saldrá alguna publicación científica de este esfuerzo conjunto! Y si no, que nos quiten lo bailado…

Este tipo de encuentros debería promocionarse mediante ayudas, pues apenas se encuentran becas para los estudiantes de grado y de máster. En mi caso, he podido recurrir a la Unidad de Formación e Investigación de la sección de Matemáticas de la Universidad del País Vasco (gracias a la confianza de varios profesores y a que, a su vez, había fondos) y a mis padres. Pero hay muchos otros estudiantes que no se lo puede permitir. Por eso sería interesante –y, tal vez, una inversión para el futuro de nuestra Ciencia- que las Consejerías de Educación (o el propio Ministerio) dedicaran alguna partida para esta clase de cursos. Sería una forma de que los mejores expedientes se fueran moviendo más allá de nuestras fronteras. Merece la pena tentar a la gente que va bien en la carrera. Los hay en todas las disciplinas; que cada uno elija el que más le convenga.

Redacción

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