El sefardí, a pesar de lo que dicen lingüistas y críticos, no está muerto. Al igual que la infancia, al igual que el paraíso perdido, surge cada día, como un remordimiento, como el más hermoso recuerdo, o como una presencia oculta en la memoria de nuestra lengua. Estos poemas son la prueba. Estos poemas son algo de lo poco que nos queda, los restos, el esplendor, de nuestro paso por el paraíso.
Si una de las ilusiones que tienes es estudiar el grado de Historia, Geografía e…
Una ovejita de Julia Montoro –Una ovejita, dos ovejitas, tres ovejitas… cien ovejitas… trescientas veinte…
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Se acerca el verano y no solo nos podemos divertir refrescándonos en la piscina o…