José María Guelbenzu, autor de ‘Los poderosos lo tienen todo’: “La hipocresía es una tradición en España”

Por Carmen F. Etreros.

“La risa tranquiliza, ayuda a pasar los malos ratos y en ese sentido es un ingrediente básico para sobrevivir”.

 

Mañana de frío febrero en la que charlamos en Madrid con el escritor José María Guelbenzu que nos presenta su nueva novela Los poderosos lo quieren todo (Siruela), una comedia inteligente y disparatada sobre el mundo, la muerte y la corrupción.

La novela comienza cuando Hermógenes Arbusto, asesor fiscal y hombre de negocios de éxito cuya vida cambia cuando  la Muerte entra en su despacho y contra todo pronóstico logra esquivar el golpe de la guadaña, se abalanza hacia la puerta, sale a toda prisa y cierra con doble llave, dejando encerrada a la parca. Una farsa sobre el poder y la ambición con la que el autor cambia totalmente de registro.

P. ¿De dónde nace esta novela Los poderosos lo quieren todo?

R. Se me ocurrió por dos situaciones: empecé a escribir la primera escena en la que este poderoso se encuentra con la Muerte en su despacho y consigue salir y quería saber qué pasaría a continuación y también se une a que estaba deseando escribir sobre el descaro, la impunidad con el que el poder actúa. Quería escribir sobre el poder en general no solo el poderoso político y me di cuenta que solo con el tono de sátira que tiene esta novela podía escribirla. Es la primera novela que hago con intención satírica, la fórmula del humor en toda una novela no la había utilizado.

P. Y el personaje de Hermógenes Arbusto ese hombre que logra burlar a la muerte cuando viene a buscarle con la salud de su propia hija… ¿Te has inspirado en alguna persona real?

R. No, no surge de ningún personaje real porque para mía la escritura de ficción tiene que venir por la inventiva. Puedes tomar de la vida real algunos rasgos o detalles pero jamás me he basado en personas reales. Otra cosa es que la forma de sonreír de una persona me venga bien para el personaje y decida incluirla. Para mí la ficción es inventiva.

P. Y Forcas, ese demonio moderno…

R. Quería por un lado volver a un personaje tradicional de la literatura que es el que vende su alma al diablo pero la diferencia es que no la vende a cambio de conocimiento sino para seguir él vivo y librarse temporalmente de la muerte.

P. Una novela también sobre el amor representado en el personaje de Tomás Beovide. Pero un amor platónico poco real…

R. El amor tiene un papel escaso porque el estudiante es un idealista, un infeliz que no tiene ninguna capacidad de lucha, solo se deja llevar. Su compañero es más activo y donde Tomás ve idealidades, encuentra realidades.

P. ¿La mayoría de los personajes no son bastante hipócritas?

R. Todos. La hipocresía como se dice en la novela es una herencia directa de la Iglesia católica.

“Lo que ha variado es la manera de ser malvado que ahora se basa en el aprovechamiento, el ventajismo. La base de lo que está ocurriendo es la impunidad con la que se puede actuar hasta el punto de que se presume de ello”.

P. Pero, ¿no crees que el mundo ha cambiado y ahora hay más hipocresía que antes?

R. El mundo no ha cambiado pero éste es un país de hipócritas y fariseos y lo ha sido toda la vida. Es una tradición en España que no tiene ningún misterio. Lo que pasa es que en estos momentos adopta unas formas y características de acuerdo con los tiempos. Lo que ha variado es la manera de ser malvado que se basa en el aprovechamiento, el ventajismo. La base de lo que está ocurriendo es la impunidad con la que se puede actuar hasta el punto de que se presume de ello.

P. ¿Cuál era tu intención con la novela: hacer una comedia, una farsa, una crítica…?

R. Quería hacer un sátira y hablar del descaro con el que actúa el poder con toda tranquilidad, la forma de reírse de quienes les acusan. Es un cambio hacia un registro que ya se veía en alguna novela anterior pero ahora ya definitivamente me he volcado ahí y la siguiente novela será en ese tono de humor satírico, crítico.

P. ¿El humor puede ser una vacuna para todo esto?

R. El humor es una manera de seguir siendo crítico y de desahogarse. La risa tranquiliza, ayuda a pasar los malos ratos y en ese sentido es un ingrediente básico para sobrevivir. Hasta ahora he hecho una literatura más realista pero he llegado al humor yo creo que por hartazgo. En vez de analizar evidencias he preferido reírme de ellas y ver el aspecto grotesco que tienen.

P. ¿Pueden el teatro, la literatura o la cultura en general servir de denuncia?

R. No la literatura solo puede plantear preguntas que la gente muchas veces no se plantea, para intentar entender el mundo. La literatura no salva colectivamente, ni puede cambiar la historia pero puede intentar que la gente se pregunte el porqué de las cosas.

Redacción

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