<<Esta juventud…>> es la coletilla más usada por los padres de nuestros padres al referirse al futuro, es decir, a nosotros, adolescentes. No es nada nuevo: Sócrates se quejaba de la decadencia de la juventud de hace más de dos mil años, lo que muestra la constante confrontación entre las viejas y nuevas generaciones a la hora de valorar el presente, independientemente de la época histórica en la que nos encontremos.
Bien es cierto que es difícil creer en la capacidad de los que están por venir, cuando nos azotan tantos delitos, pero eso no significa que nos conformemos con un mundo desesperanzador; al contrario, los jóvenes debemos ser la ilusión del mañana.
Admito que en ocasiones me cuesta ver el lado bueno de las cosas. No comprendo que haya personas que deformen hasta tal punto el concepto del bien y del mal, y menos aún que haya otras que se atrevan a ignorarlo. La dura realidad es que muchos jóvenes somos conscientes de que vivimos en la ignorancia culpable y, lo que es peor, de que preferimos que las cosas sigan así.
La culpa no es toda nuestra. Desde que éramos pequeños nos han ofrecido todo de la forma más fácil posible, evitando nuestro esfuerzo. Imagino el tiempo en que salieron a la venta las primeras calculadoras: <<¿Está usted harto de hacer cuentas a mano?… ¡No malgaste su cabeza y compre la nueva calculadora portátil, la que hará todo por usted!>>.
Ese es el problema: buscamos nuevos inventos que lo hagan todo por nosotros, como si la Ciencia tuviera por misión que logremos una vida muelle. ¿Llegará el día en que la tecnología sustituya cada una de nuestras actividades? Me consuela creer que la curiosidad es un rasgo inherente al ser humano: continuaremos investigando, aunque en mucha gente –también entre los jóvenes- la curiosidad parece diluirse a favor del conformismo. Mas es la curiosidad la que nos revela qué es el mundo y la que nos rebela contra este mundo.
Intento no dejarme arrastrar por la comodidad, aunque es tentador, pues el que se niega al conformismo, curiosea y reflexiona lo que vive, es el que más disfruta de la oportunidad de estar vivo. Aunque a veces duela, nada da más tranquilidad que el saber. Saber para poder hacer; hacer para poder vivir; vivir para poder sentir.
Dicen que la curiosidad mató al gato, pero pienso que el minino murió feliz.
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