Reseñas LIJ: ‘Tom Gates. Planes geniales (o no)’ de Liz Pichon

Tom Gates. Planes geniales (o no) de Liz Pichon (Texto e ilustraciones). Editorial Bruño, 2016. Colección Tom Gates, 240 pp.,12.95 €.

 

Por José R. Cortés Criado.

 

Liz Pichon escribe un libro que no parece tal, más bien un diario de un chico algo despistado al que se le da bien hacer garabatos sobre el papel.

El protagonista de la historia es Ton Gates que siempre intenta prestar atención a cuanto dicen los profesores, pero el pobre tiene una debilidad, se le va el santo al cielo y solo se le ocurre dibujar. Se pasa toda la historia haciendo planes que bautiza con las letras del abecedario, pero se le chafan cuando los va a llevar a la práctica, y hace tantos que llega a olvidar por que letra va.

Incluso cuando quiere escribir cinco consejos para ser el mejor de la clase y su primera buena intención es concentrarse, pronto empieza a garabatear y cuando se da cuenta ha llenado de ondas, estrellas, rayas, monstruos y otros extraños seres cinco páginas.

En fin, que no saca buenas notas, quiere presentarse a candidato al Consejo Escolar de su centro, debe recuperar porque los exámenes no le salen bien y, además, debe esquivar a los alumnos que no le caen bien porque se meten con él y le ponen motes, como es el caso del temido Buster.

Entre los problemas de clase, sus padres, su hermana mayor, una nota sobre unas pintadas sobre las fotos de unos profesores en el pasillo del cole en la que delata al autor de las mismas, sus visitas a la biblioteca y sus deseos de escapar del aula y pasar el rato con sus amigos, llevan a Tom de cabeza.

Al final todo se resuelve mejor de lo que pensaba, incluso Buster, al que tanto teme no se porta tan mal con él, y finaliza cantando el blues del comedor escolar, canción que le mola mucho.

Paralelamente a la vida escolar se desarrolla vida familiar, así conocemos sus compañeros de clase, sus amigos, sus padres y hermana y sus tíos y primos, con los que pasa un día dedicado a observar aves en una charca.

El texto está escrito en letra redondilla en minúsculas, con frecuencia se mezclan letras en mayúscula para llamar la atención del lector o destacar algo importante, así como pequeños dibujos a modo de emoticonos, onomatopeyas, notas musicales, signos cinéticos de movimiento, estrellas, recuadros, flechas, notas… y cualquier cosa que se le ocurren al chico dibujar en su diario.

Es una obra llamativa por su presentación, y aunque parece una sucesión de hechos aislados y anotados por cualquier chaval, tienen su orden, desarrollo y conclusión como cualquier otra historia.

Liz Pichon escribe para los jóvenes lectores que devoran sus libros con suma facilidad, dado que el lenguaje es sencillo, las expresiones conocidas y los dibujos complementan el texto, facilitando su comprensión sin excesivas descripciones o aclaraciones.

Esta serie ha ganado los premios Roal Dahl, Red House, Waterstones y Blue Peter.

Redacción

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