El aprendiz de naturalista de Luis Manuel Iglesias. Editorial Babidi-bú, 2017. 228 pp., 20,95 €.
Por José R. Cortés Criado.
Me ha encantado este libro. Está compuesto por una serie de relatos que cuentan las grandes hazañas de unos pequeños personajes con bastante acierto y una serie de fotografías, o mejor dicho macrofotografías, de insectos, mariposas, orugas, libélulas, lechuzas, murciélagos, pájaros, plantas…
Su autor, Luis Manuel Iglesias, relata de modo casi autobiográfico una serie de vivencias compartidas con su hermano y dos amigos en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado en Galicia, en la provincia de A Coruña.
Iglesias condensa en veinte relatos, bien organizados y estructurados, con cierta carga didáctica, otros tantos recuerdos de sus salidas a su entorno para descubrir ese mundo maravilloso de pequeños seres que comparten el mismo espacio vital.
Con ello nos demuestra que para investigar, descubrir y aprender no hay que hacer grandes desplazamientos, solo tener los ojos bien abiertos y la mente preparada para asimilar todo lo que está próximo a nosotros; así investigan en la charca cerca de su casa, en el río, en el descampado o en el sótano de la vivienda.
De ese modo, ellos descubrieron cómo viven los renacuajos y su transformación en ranas, observaron el apareamiento de la mantis religiosa y su afán depredador; el mundo de las arañas, algunas con malas pulgas; la transformación de orugas en crisálidas y en mariposas, comprendiendo así el milagro de la metamorfosis; los ratones que habitan en las casas o en el campo; hasta bellos pájaros que anuncian el nuevo día o vuelan en loca persecución como el martín pescador.
Por medio de interesantes diálogos y escuetas explicaciones el lector participa de la investigación y va tomando nota de las cosas necesarias para hacer un trabajo de campo, ya sea llevando un bloc donde hacer dibujos y tomar notas, una cámara fotografía o botes herméticos de cristal para coger alguna muestra.
Este tipo de aventuras me recuerda a las que llevaban a cabo Los cinco o Los siete de la mano de Enyd Blyton, que hacía vivir a sus personajes infantiles en contacto con la naturaleza, lejos de la vigilancia permanente de los padres, en un proceso de aprendizaje mucho más interesante que el que puede ofrecer un libro, una película o una conexión a Internet.
Sin duda es un libro curioso, atractivo, de calidad, que hará nuevos naturalista tanto entre el público juvenil como en el adulto; y, también, nuevos fotógrafos; pues no hay que descuidar el gran valor de las imágenes que acompañan cada capítulo.
La belleza de las fotografías gusta por su colorido, nitidez y buen enfoque, y aún más, por lo insólito de los animales fotografiados, ya sea por su rareza, vistosidad o pequeñez.
Tener ante tus ojos una ranita de San Antonio sobre una zarzamora, ver el batir de las alas de un herrerillo común, una musaraña en su hábitat, una araña cangrejo, una oruga de pudibunda o una bellísima mariposa macaón volando libre no es fácil sino no lo fotografía antes Luis Manuel Iglesias.
Gracias por este estupendo libro que volveré a visionar de vez en cuando para saber algo más de esos seres pequeños que nos rodean y pasan desapercibidos para la mayoría de los seres humanos.
Esta semana os recomendamos la nueva novela de Mayte Esteban La lectora de Bécquer que…
Si una de las ilusiones que tienes es estudiar el grado de Historia, Geografía e…
Una ovejita de Julia Montoro –Una ovejita, dos ovejitas, tres ovejitas… cien ovejitas… trescientas veinte…
Imagina por un momento estar en un pequeño pueblo donde todos se conocen y donde…
Los hijos del Justo es la ópera prima del escritor andaluz Fran Ortega, una novela…
En Enérgicos tonos ocres y otros relatos, Carlos A. Alarcón Castellanos se revela como un maestro…