El enfado de Candela de Ricardo Alcántara. Ilustraciones de Mercé López. Editorial Edebé, Colección Tucán azul, 2018. 130 x 195 mm., 40 pp., 8,95 €. (+ 6 años)
Por José R. Cortés Criado/ @unabrazolector.
Candela es una niña pequeña, siete años, pequeña de estatura y pequeña de familia. Vive con su madre y un día que esta debe ir de viaje por motivos laborales la niña ha de quedarse con su abuela.
Ni que decir tiene que la pequeña no quería quedarse con la abuela, no porque no la quisiese o fuese desagradable, es que quería viajar con su mamá, por ello llegó a la casa con pocas ganas de nada. Solo tenía un enfado descomunal.
La mamá se fue y Candela no quiso ni hablar, ni comer ni jugar con Piti, el perro de la abuela, su buen amigo en otros momentos.
La abuela decidió salir a comprar el pan y de paso hacerle un regalo a su nieta que eligió una careta de niña enfadada.
Tan a gusto se encontraba con su careta que asumió su papel de superenfadada maravillosamente. Y tan enfadada estaba que tanto el perro como los niños vecinos con los que jugaba normalmente tampoco se acercaron a ella.
Ricardo Alcántara sabe expresar muy bien los sentimientos de los niños y niñas de forma sencilla y hacernos reflexionar, a grandes y pequeños, sobre las frustraciones a determinadas edades.
Con un lenguaje sencillo y con la ingenuidad de una niña de siete años nos lleva al mundo del desasosiego que provoca una frustración desmedida en una personita que le cuesta reflexionar sobre lo verdaderamente importante en la vida, pero es que a cierta edad hay prioridades y prioridades, y una madre es una madre por mucha abuela que sea la abuela.
Las palabras de Ricardo Alcántara se ayudan de las imágenes creativas de Mercè López que nos muestra una niña con cara de enfado, aunque la palma se la lleva la careta tan gris y malhumorada que la niña elige.
Todas son explícitas, pero para mí la mejor es la última, cuando la niña disfruta del mar, es tanta su felicidad que esos personajes con forma de patata que la acompañan con caras serias se bañan con ella y comparten su felicidad.
A mí me ha gustado la historia y la sencillez con la que se desarrolla, y, por supuesto, las ilustraciones.
Sin duda un buen libro que hará pasar un buen rato a grandes y pequeños, además de hacernos reflexionar.
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