En un momento de la función Él dice: “¿Te acuerdas de que siempre me querrás? ¿De que hace mil segundos solo uno? ¿De pasta, miedo, estrellas, aguarrás?”. Ella contesta: “Desde hace dos segundos, solo uno, te quiero, pero ya no puedo más”.
¿Cuánto tarda el amor en agotarse? Pilar G. Almansa nos plantea esta pregunta con un montaje-viaje por la historia de Él y Ella. A priori puede presentarse como el cuento escuchado mil veces, pero lo que hace especial a Cama es su forma: el uso de diferentes lenguajes escénicos, desde el teatro de texto al físico, hasta una dramaturgia cuidada en cada frase, cada palabra, que llena el texto de una belleza espectacular.
María Morales y Carlos Troya brillan y transforman sus cuerpos en ríos por los que las emociones fluyen de forma real. Aquí no hay ni trampa ni cartón, y en la cercanía del público puede olerse. Comparten tablas con un único elemento escénico que parece ser un personaje más de la función: la cama. Una cama que es cama pero que también es cuadrilátero de lucha, es nido y es tribunal.
Dos personajes que se quieren, que dejan de quererse, que nunca dejarán de quererse, que se quieren pero están un poco cansados. “Se echarán de menos: no es sencillo encontrar a alguien que quiera cansarse contigo”.
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