Modalidad Artículo de opinión ¿Juegas conmigo? de María Gámez, 18 años. Ganadora de la XVI edición www.excelencialiteraria.com
Desde hace doce meses los medios de comunicación están jugado un papel esencial: informarnos del desarrollo de la pandemia mundial del Covid-19. Día a día nos hacen llegar las cifras de contagios y fallecidos, pero por fuerza de la costumbre nos olvidamos de que bajo esos números hay personas: con nombre, apellido y una historia singular. También los medios nos han brindado numerosos estudios sobre el inquietante efecto de la pandemia en la crisis de algunos de los sectores económicos. Pero, en todo caso, hecho de menos que periódicos, radios y televisiones presten más atención a un sector de la población orillado por tantas noticias: los niños. Supongo que la pasada Navidad debieron brillar por su ausencia los regalos tradicionales: balones, combas, juegos de mesa… pues requieren la participación de, al menos, otra persona. No me sorprendería saber que fueron sustituidos por videojuegos y otros inventos tecnológicos que retienen a los pequeños en sus casas, a salvo del virus. Padres y madres que antes animaban a sus hijos a bajar a la calle para despegarse de las pantallas, ahora parecen orgullosos de sus medidas de precaución para que los niños no sean propagadores del mal. Por eso, una de las imágenes más tristes del confinamiento son los parques precintados.
Siempre me ha admirado una virtud propia de los niños que, por alguna oculta razón, perdemos al crecer: la facilidad para hacer amigos. A un niño no le importa que otro niño al que acababa de ver sea de distinto colegio, entorno, equipo o barrio, pues automáticamente lo convierte en un posible compañero de juegos. Pienso en mi infancia y me intriga con cuántas personas hice buenas migas, aunque fuese solo por unas horas y en el parque. Las he olvidado, a pesar de que les debo una tarde de risas, juegos y carreras.
El fin de esta dura etapa llegará cuando podamos prescindir de las mascarillas, llenar los bares y salir de fiesta. Además, espero con ansias el momento en el que vuelvan a nacer amistades en los parques. Bastará una simple frase: <<¿Juegas conmigo?>> para confirmar que el mundo sigue rodando.
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