Cuando imaginó el personaje, creyó que lo consumiría en una sola novela; ahora, trabaja ya en la cuarta. De momento, llega a librerías la tercera, Morir en noviembre (HarperCollins Ibérica). Guillermo Galván ha unido su destino al de Carlos Lombardi. Y al hacerlo, se ha obligado a investigar, a estudiar a fondo, una época que todos creemos conocer, pero del que aún hay mucho que contar.
P. Novela negra, novela de espías, novela histórica… ¿Le preocupan las etiquetas?
R. Para nada. Cuando afronto una historia, lo único que me preocupa es escribir una buena novela. Las etiquetas no las pongo yo.
`P. Lombardi protagoniza su tercera entrega. ¿Cómo y por qué nació el personaje?
R. Primero existió el entorno, la primera posguerra, negrísima en sí misma. Después el caso. Más tarde el protagonista, y me pareció que un policía republicano represaliado ofrecía un juego literario y dialéctico mucho más rico que un policía del Régimen con quien, por otra parte, me habría resultado difícil convivir.
P. ¿Estaba previsto desde el principio que protagonizara una serie?
R. No. Cuando empecé a escribir “Tiempo de siega” era una novela cerrada. Pero a medida que avanzaba en la investigación de la época y en el desarrollo de la trama, me di cuenta de que tanto el marco como el propio protagonista daban mucho juego literario, así que antes de acabarla ya había decidido escribir una segunda historia, que finalmente fue “La Virgen de los huesos”, dedicada al mundo rural para complementar la primera.
P. Ahora, ¿cuáles son sus planes para él?
R. Estoy escribiendo la cuarta novela, aunque mis planes quedan supeditados al éxito que las precedentes alcancen entre los lectores. Si ellos quieren más Lombardi, por mi parte no va a quedar.
P. ¿En qué medida es el Lombardi que imaginó y en qué medida ha desarrollado características con las que no contaba?
R. En casi todas las novelas las facciones iniciales de un personaje se modulan a medida que avanzas en la trama; digamos que se humanizan en contacto con la realidad que le haces vivir. Con Lombardi ha pasado algo parecido, sobre todo porque una serie te permite ir ofreciendo su biografía de forma más pausada, y marcar, si es necesario, una evolución. Del Lombardi rabioso que sale de Cuelgamuros al de “Morir en noviembre” hay casi un año, un hecho con el que no había contado cuando concebí el personaje para una única novela. Y eso ha de cambiarle, claro.
P. En el bien entendido de que la ficción no es una lección de historia, ¿qué nos puede enseñar o descubrir una serie como la suya del tiempo en el que la ambienta?
R. Son novelas muy documentadas, de modo que los escenarios resultan bastante fieles. Raramente se ha hablado en este país sobre esa época, ni en la calle ni en la escuela; solo por ello puede resultar útil. Además, en un presente en que el que se escuchan opiniones nostálgicas sobre la dictadura, quizá convenga que los lectores más jóvenes entiendan lo que significa vivir ese drama.
P. Supongo que, para escribir, habrá tenido que documentarse. ¿Qué ha encontrado el Guillermo Galván ciudadano en esa indagación? ¿Ha cambiado su perspectiva sobre ese periodo?
R. Me documento muy a fondo, y confieso que en el proceso de investigación disfruto tanto como en el puramente creativo. Me gusta aprender. Y siempre te llevas sorpresas, pero ese proceso me ha ayudado a la que, probablemente, sea la labor más difícil: trasladarme ochenta años atrás e intentar pensar como lo hacían aquellas gentes y revivir escenarios que ya no existen sino en fotografía, en el mejor de los casos. Es la única forma de que lo que escribes resulte creíble.
P. ¿Qué le ha aportado a usted como autor esta inmersión en la novela negra?
R. Siempre he estado en zona fronteriza. Salvo una experiencia en el género histórico (“Sombras de mariposa”), el resto de mis novelas son thriller, o de lo que antes se llamaba intriga. Cierto que el negro puro solo lo practico con Lombardi. Y es una experiencia muy enriquecedora, aunque solo sea porque te permite conocer a colegas geniales.
P. Mantiene contacto fluido con sus lectores a través de las redes sociales. ¿Qué le aporta como escritor?
R. No hay nada más gratificante que el contacto con los lectores, bien a través de clubes de lectura o de las redes sociales, aunque en este caso son más individualizados. Hablar de la novela con quien la ha leído te aporta a veces puntos de vista completamente inéditos que te sirven para reflexionar sobre tu propia obra. Al fin y al cabo, si Lombardi pertenece a alguien, es a sus lectores.
P. ¿Qué es lo más bonito que le han dicho a usted… o a Carlos Lombardi?
R. A Lombardi le han echado muchos piropos, las lectoras. Incluso las hay que ya tienen su actor favorito para la (me temo que solo ilusoria) serie de televisión. Pero como es tímido, no me deja contarlos. En cuanto a mí, me basta con que alguien me diga que la novela lo ha enganchado. Es un chute de optimismo que compensa el esfuerzo que significa escribir.
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