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Artículo de opinión: ‘Falso respeto’ de Gonzalo Capapé

Falso respeto

Falso respeto de Gonzalo Capapé. Ganador de la XVIII edición www.excelencialiteraria.com

Nietzsche decía que nuestro deber es filosofar a martillazos. Con esta propuesta, nos exhortaba a llevar a cabo una crítica de aquellos prejuicios que se han asentado en la sociedad. Por tanto, si le hiciéramos caso, deberíamos poner en duda cada uno de nuestros asertos.

Pese a que está de moda ser tolerante y tener la mente abierta a otras maneras de ver la vida, en nuestro tiempo cada vez somos menos tolerantes y tenemos la mente más ofuscada. Si alguien le dice a otra persona, de manera directa y sin pelos en la lengua, que está equivocada, le tachan de insensible e irrespetuoso. Del mismo modo, a quien se nutre del pensamiento de la mayoría, no se le puede pasar por la cabeza la posibilidad de vivir equivocado. Así, nos mostramos cerrados a la posibilidad de encontrarnos en el error.

Cuando conocemos a alguien que tiene una forma de ver las cosas contraria a la nuestra, pensamos: «aunque no comparto sus tesis, las respeto». Y ahí queda todo, pues no realizamos esfuerzos para poner en marcha el pensamiento crítico, es decir, para comparar su modo de interpretar la realidad, para resolver si esta es o no razonable. Por eso me pregunto por qué nos empeñamos en aceptar opiniones distintas, al mismo tiempo que nos enrocamos en las nuestras como si fuesen las únicas ciertas.

Quizás desconfiamos de que, entre dos opiniones contradictorias haya una que sea cierta y otra falsa. Es más, que haya una Verdad última. Aceptamos que cada cual tiene su verdad, y que todas esas verdades son igualmente válidas. Pero al eliminar la naturaleza de la Verdad, también eliminamos la del error.

El pasado verano participé de un campamento en el que conocí a una persona que, cada vez que se proponía algún debate en nuestro grupo de colegas y surgía algún tema polémico, para evitar cualquier controversia decía: «A mí lo que me gusta es respetar a todos». Y un quebradero de cabeza menos para él. Pero el respeto al prójimo no puede consistir en considerar que todas las opiniones valen lo mismo, pues en el juicio de la realidad siempre hay una opinión que vale más que otras, porque es la correcta, mientras las demás son falsas o incompletas. Por tanto, cuando mantenemos un pensamiento erróneo es necesario que nos corrijan. Así que si escuchamos en boca de alguien la fórmula «no lo comparto pero lo respeto», deberíamos responderle: «pues yo, ni lo comparto ni lo respeto».

El respeto está vinculado a las personas (todos tenemos la dignidad de ser respetados por los demás y por los poderes públicos), no a sus opiniones. Por eso es necesario corregir el error, siempre con educación y con una sonrisa.

 

 

Redacción

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