Emilio Moya, autor de ‘La duda’: «Los seres humanos estamos en ocasiones obsesionados con encasillar y clasificar»

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Emilio Moya
Emilio Moya

Descubrimos al escritor Emilio Moya, autor de un thriller peculiar titulado La duda que pronto verá su continuación. En esta obra y en esta entrevista, vamos a ver cómo estamos ante una novela que contempla muchas cosas: la intriga, el humor, el costumbrismo, el drama… Y cómo pronto el nombre de Emilio Moya sonará muy fuerte por motivos lógicos una vez que leemos su novela.

P. Voy a comenzar con una pregunta difícil: ¿Quién es Emilio Moya? 

R. Nací en Bogarre, un pequeño pueblo de la provincia de Granada. Como todos los niños que hemos tenido la suerte de vivir nuestra niñez en esos pueblos, hoy castigados por «la España vaciada», disfruté de gran libertad para divertirme jugando en la calle, pero siempre tenía momentos para devorar cualquier libro que cayese en mis manos (en su inmensa mayoría procedentes del colegio público del pueblo que era el único lugar en el que los podía adquirir). Tal era la diversidad de mis lecturas, que recuerdo haber disfrutado de la colección de Tintín, memorizado gran parte de un atlas regalo de mi abuelo Emilio, quedar enamorado de la poesía del 27 como sentirme atrapado por libros de Ciencias Naturales. Tenía pasión por el conocimiento, y en concreto por el enciclopédico. A los 14 años tuve que irme interno a Málaga para poder continuar mis estudios de secundaria concretamente a la Universidad Laboral, pues ni en el pueblo ni en sus alrededores existía instituto, ni la economía familiar me podía costear otra alternativa.

Después de pasar cuatro maravillosos años, volví a Granada para cursar estudios universitarios y licenciarme en Ciencias Físicas. En ese momento comencé a impartir clases en secundaria descubriendo una de mis pasiones: la docencia. Me casé con Cristina, mi actual mujer y tuvimos dos bebés que ya han dejado de serlo. Cuando dispuse de tiempo, ánimo y ganas sentí la necesidad de crear algo distinto y diferente a lo que hacía como profesor. Y cierto día por esa inquietud me puse a escribir descubriendo no solo una pasión sino una manera de vivir, pues la escritura ha cambiado muchas facetas de mi vida.

P. Emilio, he comenzado con esta pregunta porque cuando leí La duda, pensé por qué no te había conocido antes. ¿Me cuentas un poco cómo ha sido tu periplo en el mundo editorial?

Por los motivos que he comentado en la pregunta anterior, mi pasión por la escritura aparece de manera tardía. «La duda» es mi primer libro publicado. En mi caso, escribir surge como una necesidad creativa, no la entiendo como una rutina. Y todos los años que he estado sin escribir han sido porque, por muy diversos motivos, no he tenido la necesidad, las ganas y sobre todo no he sido capaz de enfrentarme a esa página en blanco. Lorenzo e Ignacio son los culpables de que hoy esté haciendo esta entrevista. Aparecieron tarde y por eso no escribí antes. Pero aparecieron.

P. Si tuviera que presentarte a los lectores, les diría que leyesen tu libro. ¿Por qué crees que les haría esta recomendación? ¿Conoces el potencial que tiene tu novela?

R. Principalmente porque está escrita para satisfacer a un lector: yo. Una de las ventajas que tiene escribir el primer libro a una edad avanzada es que como lector y como experiencia de vida tienes un largo recorrido hecho y lo puedes plasmar en el papel. He leído muchos libros, de géneros muy distintos, encontrando aspectos coincidentes y contrarios a mis gustos, generando así un perfil de lector concreto, sin prejuicios, sin ortodoxia acomplejada. Por ello creo que “La duda» ofrece algo más que un libro encasillado en un género. Es un thriller y bastante más. Presenta humor (me encanta), narrativa (lo necesito), drama (necesario), descripciones pormenorizadas de lugares y personajes (fundamental), suspense y giros inesperados (imprescindible), entretiene y te trasporta (esencial), plantea debate sobre valores universales (interesante) y un final inesperado (atrayente). Si la observo como creador y como lector es una novela con potencial y lo más importante para mí es que no deja indiferente. Puede gustar más o menos, pero nadie me ha dicho hasta el momento que le ha sido indiferente, y creo que es una de sus principales (al menos es lo que he buscado) virtudes: no deja indiferente. 

P. Aunque nos dejas con la miel en los labios al llegar al final… 

R. Sí. La novela queda abierta. Durante la lectura hay infinidad de giros y al final se resuelven muchas de las incógnitas, pero quedan en el aire otras que no han sido resueltas, por eso insisto en mis intervenciones, que La duda son las primeras cuatrocientas páginas de un libro más amplio.

En este sentido, he de decir que acabo de terminar la continuación o segunda parte, donde de manera definitiva se resuelven todas las incógnitas que quedan pendientes en La duda así como las que van apareciendo de manera muy frecuente en esta continuación. Este segundo libro posee un ritmo en cuanto a giros, sorpresas y apariciones mucho mayor que La duda. Son capítulos más cortos, en los que he intentado que en todos, la última frase te dejara con la intriga. Si la primera parte no deja indiferente, estoy convencido que esta segunda aún menos. Aparece el poder de los números, el destino y algún que otro tema controvertido de la sociedad actual para reflexionar. Afirmo esto de manera convencida (no presuntuosa), apoyado en la opinión de tres personas que lo han ido leyendo mientras lo escribía y siempre han resaltado de esta parte lo que he reseñado.

P. ¿Cómo se te ocurrió La duda?

La duda no la inicié como un proyecto predefinido. No estaba en mi mente. No sé si es lo ortodoxo, pero comencé creando dos personajes: Lorenzo e Ignacio, sin otra intención que saciar una necesidad creativa. Tal fue la experiencia y la profundidad de estos personajes, que me vi en la necesidad de darles vida y para ello comencé a construirles un atrezo, un pasado, un presente y hasta un futuro. Ellos son los causantes de que la novela exista.

P. Me has comentado en alguna ocasión que, aun siendo un thriller, tu novela va más allá… ¿Por qué?

Los seres humanos estamos en ocasiones obsesionados con encasillar y clasificar. Hay momentos que es necesario hacerlo como ordenar una biblioteca o clasificar los seres vivos para su mejor estudio. Pero existen cosas que son difíciles de encajar en un sitio concreto. Si me piden que catalogue La duda la incluiría en el género thriller, pero por muchas de sus partes tendría que utilizar un «calzador». Como he dicho en respuestas anteriores, no surge con la idea de ser un thriller (tampoco que no lo sea), son dos personajes muy peculiares los que generan la novela. Ya las propias características de Ignacio y Lorenzo salen de los prototipos de protagonistas de thriller. No son héroes, ni tan siquiera son personajes que destaquen en algún ámbito, todo lo contrario, por ello, todo lo que viene después de su creación se adapta a ellos y no al revés. Ellos son los protagonistas y la trama generada a su alrededor está sustanciada de su pasado, presente y futuro, de incógnitas y suspense, de ahí que resulte próximo a un thriller, pero estos personajes demandaban algo más: una crítica social, un humor ácido y disparatado, poner sobre la mesa valores universales, todo aderezado con una descripción exhaustiva para poder entender en todas sus dimensiones a estas dos personas.

P. Y el título, ¿por qué este título? ¿Qué papel juegan en todo esto las dudas? O la duda… 

«Pienso luego existo» es una frase muy conocida y atribuida a Descartes. He leído en distintos sitios que la frase verdadera es: «dudo luego existo». No tengo la certeza de cuál es la correcta, pero me atrae más la segunda. Los que venimos del mundo científico, concretamente de la física, percibimos la palabra duda como el motor de la investigación. Si no se duda no se avanza. Y esto se debería extrapolar a todos los ámbitos de la sociedad. Mi propósito como profesor de Física y Química es que los alumnos duden. Si dudan piensan, y si piensan pueden razonar y mejorar. Si les doy solo certezas estoy menoscabando sus aprendizajes. Serán autómatas que solo funcionan por órdenes concretas. Lorenzo es un personaje que duda constantemente. Es su motor y su freno, su virtud y a la vez su defecto.

Yo dudo de lo que hago constantemente, me examino todos los días, es la manera de intentar mejorar y he querido plasmarlo de alguna manera en la novela, aunque he de reconocer que el sentido de duda mío y el de Lorenzo divergen bastante, su duda es casi siempre dramática y en la realidad no es así. No olvidemos que estamos hablando de ficción.

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