Entrevista a Jaime Molina: «Me gusta contar historias, pero también me gusta que me las cuenten»

Esta mañana hemos entrevistado al escritor Jaime Molina que acaba de escribir El sicario del Sacromonte. Jaime es licenciado en Informática por la Universidad de Granada, institución donde trabaja en la actualidad, compaginando su actividad profesional con el ejercicio de la literatura. El autor ha escrito además de El sicario del Sacromonte por ahora una novela corta, 5 novelas, entre las cuales Lejos del cielo obtuvo el Premio de novela Blasco Ibáñez Ciutat de Valencia en 2011 y varios guiones de cortometrajes, largometrajes y una miniserie.
P. ¿Cómo se te ocurrió la idea de la novela El sicario del Sacromonte?
R. Pues la idea de El sicario de Sacromonte comenzó a fraguarse hace unos cinco años y, en aquel momento, ni siquiera se me ocurrió pensar que podría terminar en una novela. Me explico: hace seis años comencé un máster de guion de cine. El trabajo de fin de máster consistía en escribir el guion de un capítulo piloto para una serie y lo que nuestros profesores de guion nos propusieron fue que la idea del guion debía estar basada en una noticia publicada en algún periódico. Yo encontré una noticia de un camarero que había asesinado a varias personas, y de ahí surgió el primer destello de esta historia. Así que finalmente escribí el capítulo piloto de lo que yo había concebido como una miniserie. Como el guion salió bien, y yo me quedé bastante satisfecho del capítulo piloto, una vez finalizado el máster me animé a escribir el resto de capítulos, hasta completar los que tenía esbozados argumentalmente en el proyecto de miniserie. Y cuando llegué a esa fase, decidí novelar el guion y convertirlo en esta novela que acabo de publicar.
P. Explícanos de qué trata tu libro…
R. Es una novela negra ambientada en los barrios marginales de Granada. Lucas, el protagonista, es un joven camarero que trabaja en un bar de uno de esos barrios marginales de Granada. Tiene un pasado turbulento marcado por la violencia de un padre maltratador y asesino y él ha procurado aislarse del mundo con una especie de coraza pero ocurren dos cosas que le trastornan esa falsa seguridad: la primera, que recibe la noticia de que su padre, Augusto, ha salido de la cárcel y anda buscándole y, la segunda, que Estrella, una joven gitana irrumpe inesperadamente en su vida. Tras un incidente en el bar donde trabaja, Jaime, el líder de un clan de gitanos que trafican con drogas, convence a Lucas para que trabaje para ellos. Lucas, a cambio, quiere ayuda para vengarse de su padre. Con lo que no cuenta en todo este embrollo es que acabará enamorándose de Estrella, lo que afectará a muchas de las decisiones que tome.

P. ¿Te has inspirado para alguno de tus personajes en personas reales o es todo imaginación?
R. Como he dicho antes, el personaje de Lucas se inspira ligerísimamente en una noticia que leí hace ya mucho tiempo sobre un camarero que asesinaba a algunos de sus clientes, y ni siquiera eso es así en mi novela, pues Lucas no asesina a clientes de su bar. Así que se puede decir que, en el fondo todo lo que aparece en el libro es pura ficción y, como dicen los créditos de algunas películas, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
P. Vives en Granada y la ciudad tiene un papel muy importante en la novela. ¿Por qué está ambientada en tu ciudad?
R. Pues primero porque aunque ya había utilizado a Granada como telón de fondo de otra de mis novelas, me apetecía mucho ambientar una novela negra en Granada. Si se piensa en las novelas negras españolas, la mayoría de las que he leído suelen desarrollarse en grandes ciudades como Madrid o Barcelona, y me apetecía mucho contar una historia que se desarrollase en la que vivo desde hace casi cuarenta años. Por otra parte, pienso que una novela negra tiene algo de denuncia social, y usar la parte de Granada menos conocida, su cara más marginal y menos amable es, en cierta forma, una forma de denunciar una realidad incómoda que muchas administraciones prefieren esquivar.
P. ¿Por qué decidiste comenzar a escribir?
R. No sabría decir por qué. Supongo que ha influido mucho el hecho de que en mi casa hay habido siempre mucha afición por dos temas que me apasionan: los libros y el cine. Prácticamente todos los miembros de mi familia hemos sido consumidores voraces de libros y películas y eso es por un afán común de querer leer o ver historias que nos cuentan otros. Esa necesidad de descubrir historias nuevas es lo que posiblemente lleve a una persona como yo a querer dar el salto y contar sus propias historias tal y como las imagina. Hace años descubrí una carpeta que guardaba mi padre en un cajón con relatos míos que escribí cuando tenía diez u once años, relatos malísimos, claro, pero a esa edad ya tenía algo que me empujaba a narrar. El primer relato que yo conservo (no me refiero a esos que guardó mi padre) creo que lo hice con quince años. Y desde entonces, no he dejado de escribir, con intervalos más o menos largos, pero cuando la escritura se inocula en las venas, ya no te suelta.
P. Cuentas con mucha experiencia como escritor, ¿cuál es la novela con la que estás más satisfecho?
R. Pues posiblemente mi mejor novela sea Lejos del cielo. Creo que, en conjunto, es la más redonda, la mejor construida, la que tiene mayor valor literario tanto en la construcción de la trama como en el desarrollo de sus personajes. De hecho, con esa novela gané el Premio Blasco Ibáñez – Ciudad de Valencia.
P. ¿Qué escritores han influido más en tu forma de escribir?
R. Muchísimos. Hay muchísimos escritores a los que admiro y que de una forma u otra me han influido. Entre los escritores norteamericanos, tengo como referentes a Faulkner y Hemingway, dos escritores contrapuestos con estilos completamente diferentes, pero, cada uno a su manera, era genial. En la literatura hispanoamericana, la lista es inmensa, pero mencionaré algunos de los que más me gustan y, como siempre pasa con las listas, me dejaré fuera a un buen número de ellos: Borges, Cortázar, Sábato, Onetti, Vargas Llosa, García Márquez, Isabel Allende, Álvaro Mutis. En España Torrente Ballester, Ana María Matute, Delibes, Muñoz Molina, Rafael Chirbes… Y si hablamos de otros escritores, por mencionar unos pocos: Camus, Saramago, Tabucchi, Robertson Davies, Kafka, Conrad, Heinrich Boll, Zweig,… Específicamente dentro de los escritores de novela negra o policial: Agatha Christie, Graham Greene, Dashiel Hammett, Raymond Chandler, Conan Doyle, Sue Grafton, Camilleri… La lista es inmensa. En cuanto a quién de ellos me inspira para escribir, creo que todos ellos en el sentido de que sus obras me parecen admirables y me gustaría llegar a ser capaz de hacer una sola que llegase a la altura de cualquiera de ellos. Si la pregunta va orientada hacia qué estilo me inspira más, creo que todos y ninguno, en el sentido de que, tal y como yo lo veo, un escritor debe encontrar su propia voz y no limitarse a ser un imitador de sus maestros

P. ¿En qué género literario te sientes más cómodo?
R. Mi género de toda la vida es la narrativa, aunque últimamente me seduce mucho la escritura de guiones cinematográficos, de los que ya he escrito cuatro o cinco diferentes, y me parece una forma de escribir bastante divertida, pues tienes que visualizar todo como si estuvieras viendo la película que tratas de escribir. En cualquier caso, tanto en narrativa como en guion, el tipo de historia que me suele seducir más es la novela negra o el cine negro.
P. ¿Cuál crees que es la mayor dificultad que tienen los escritores hoy en día?
R. Promocionar y difundir sus obras. Es la parte menos divertida de ser escritor y cada día resulta más complicado por varias razones. Para empezar, la competencia es brutal; en España hay miles de escritores produciendo obras que publican, coeditan o autopublican. Creo que son cerca de cien mil títulos los que se publican cada año en España, es decir, unos 275 libros al día. Lógicamente, intentar que un libro tuyo destaque entre cien miles es una tarea ardua y muy complicada. Por otra parte, ninguna editorial está dispuesta a sufragar los costes de promoción, lo cual parece lógico si uno echa un vistazo a los números anteriores y, por regla general, suelen dejar en el propio autor la responsabilidad de promocionar sus obras. La excepción a esto son las grandes editoriales que pueden darse el lujo de promocionar y publicitar a autores consagrados porque lo que quieren es sacar el mayor rédito posible de obras que le han costado mucha inversión (por ejemplo, un premio Planeta). Tampoco ayuda que vivimos en una sociedad que cada vez tiene más desapego por los libros y en donde la cultura audiovisual está ganando por goleada. Hace unos días se ha publicado la noticia de que cada familia española gasta en promedio 80 euros anuales en libros. Y ojo, la noticia habla de familias, no de personas. Si a la cantidad de libros publicados le sumamos que cada vez hay menos lectores, todo eso puesto en la coctelera no da muy buenos resultados de cara al escritor.
P. ¿Cuáles son tus planes como escritor para el futuro
R. Escribir es algo que siempre me ha gustado. Me gusta contar historias, pero también me gusta que me las cuenten. Si bien escribir es una tarea que me resulta gratificante, consume mucho tiempo que dejo de dedicar a otros asuntos que también me gustan, sin ir más lejos, la lectura. No creo, por tanto, que vaya a dejar de escribir. Pero sí que quiero tomarme un descanso, una retirada que todavía no sé si será más corta o más larga. De lo que no estoy tan seguro, sin embargo, es de si volveré a publicar algo, entre otras cosas por lo que he contestado en la pregunta anterior y es que promocionar una novela es agotador y cuando uno termina el proceso siente que realmente no ha llegado tan lejos como podría pensarse por todo el tiempo, el esfuerzo y el dinero que ha dedicado con la promoción. El proceso de escritura es algo gratificante y divertido porque es un acto creativo. Pero la promoción es algo puramente comercial y poco divertido, pues implica una serie de acciones con las que realmente no disfruto tanto y no creo que en el futuro me apetezca pasar de nuevo por todo lo que conlleva, pues uno se hace mayor y con la edad se vuelve más cómodo y también más perezoso para ciertas cosas. Pero verdaderamente es muy atrevido ser taxativo con esto. Recuerdo haber leído entrevistas en las que Javier Marías o Eduardo Mendoza aseguraban que la novela que acababan de publicar iba a ser la última. Y los entiendo, porque escribir conlleva un esfuerzo que los lectores no ven y que resulta agotador. Lo cierto es que ninguno de los dos mantuvo su palabra, y ambos volvieron a escribir. Un amigo me dijo una vez que cuando te muerde el veneno de la escritura, ya no te puedes librar de él. Puede que no le falte razón. El tiempo dirá.