'Renacimiento' de Alberto Garín
Licenciado en Historia del Arte y Arqueología, y doctor en Arquitectura, desde 1998, es profesor de la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, una labor que compagina con su interés por la divulgación histórica, sobre todo a través de su canal de YouTube. Es autor de varios libros, entre los que destacan Lutero, Calvino y Trento. La reforma que no fue (coautor, 2022), Historia irreverente del arte (2023) y Contra la Revolución Francesa (2024). En Renacimiento, Alberto Garín conecta el pasado con el presente, ofreciendo una perspectiva fresca sobre uno de los momentos más transformadores de la historia, a la vez que explora figuras icónicas y obras monumentales detalladas. Tiene una comunidad de 50.000 suscriptores en YouTube y lidera el programa más visto de ViOne con 730.000 visualizaciones.
P. ¿Es Renacimiento un libro de historia del arte o de análisis político, sociológico, o todo ello?
R. Renacimiento es un libro de historia. Que las obras de arte sirvan como eje para narrar esa historia resulta inevitable. No hay mejor forma de hablar de la historia que a través de las obras más bellas que nos han llegado del pasado.
P. ¿Cuál es la tesis principal de su libro?
R. Dos tesis:
Que el Renacimiento fue una moda que se inventaron los florentinos ansiosos por reforzar su independencia económica y política. Una moda que prácticamente no salió de la Toscana en sus primeros 50 años.
Que el Renacimiento terminó por ser exitoso cuando se convirtió en el arte católico por antonomasia. Primero, respaldado por los papas y, tras el saqueo de Roma de 1527, por los reyes católicos de la Europa Occidental.
P. En principio, ¿a qué público se dirige?
R. A un público aficionado a la historia. No es necesario dominar el mundo del arte para leer mi libro, pero sí tener ese gusto y ese conocimiento de la historia que permita reconocer rápidamente a los muchos personajes que van saliendo en el texto.
P. ¿Cómo es posible que aún queden cosas que contar sobre el Renacimiento?
R. Lo sorprendente es que no se escriba mucho más sobre el Renacimiento. Llevamos más de siglo y medio dominados por el discurso establecido por Burckhardt en 1860 y reforzado por Panosfky en 1952, un discurso erróneo que se ha impuesto y que, como muestro en mi libro, es relativamente sencillo de desmontar.
P. ¿Continúa influyendo el espíritu del Renacimiento a día de hoy?
R. Ese modelo de Renacimiento a lo Burckhardt, el cliché del artista completo, a la vez revolucionario, e incomprendido, sigue dando juego hoy, aunque sea tan irreal en el siglo XXI como lo fue en el XV o el XVI.
P. En estos tiempos de tecnificación y super especialización, ¿hay lugar para el “hombre del Renacimiento”?
R. Para el cliché a lo Burckhardt, no, porque como decían antes, es una fantasía. Ahora, personas con inquietudes que no se centren en un único campo, eso va a haber siempre (antes del Renacimiento, en el Renacimiento y hoy) por el simple hecho de que los humanos somos inevitablemente curiosos.
P. ¿Diría que hay hoy algún personaje de la trascendencia para el imaginario colectivo de Leonardo da Vinci? Si, sí, ¿quién y por qué?
R. De nuevo, de Leonardo hay un cliché: la visión del hombre completo, que hacía por igual pintura, escultura, arquitectura o ingeniería y en todo era innovador y perfecto. A decir verdad, como pintor, sus formas son apasionantes, pero su técnica, un desastre. No conservamos ninguna de sus esculturas y de sus proyectos arquitectónicos, casi todos quedaron en sus comienzos, entre otras cosas, por su mala capacidad para la gestión de la obra. Pensemos, por ejemplo, en su proyecto más ambicioso, la ciudad de Romorantin, de la que sólo se hicieron unas pocas zanjas.
De modo que hemos de comenzar por entender que es más reconocido el Leonardo inventado que el original. A partir de ahí, alguien como Gaudí tuvo una creatividad espectacular que reflejó en las soluciones artísticas más variadas, desde la arquitectura a la escultura o el mobiliario urbano, por no mencionar sus numerosas ilustraciones. Todo ello impregnado de una fuerte espiritualidad. O Le Corbusier, que buscó innovar en pintura, arquitectura o el diseño del mobiliario, con un empeño por defender una filosofía de ultramodernidad.
Incluso un personaje tan denostado como Santiago Calatrava es alguien que ha realizado proyectos tanto de escultura, como sobre todo de arquitectura o ingeniería. De nuevo, con una filosofía personal, sobre todo en el terreno del urbanismo, muy particular.
Podría seguir citando muchísimos otros artistas. Ahora bien, ¿han alcanzado la trascendencia de Leonardo? No. Porque es más fácil fantasear con Leonardo, un hombre de hace cinco siglos, que con los mencionados Gaudí, Le Corbusier o Calatrava, u otros como Picasso. Gropius o Alvar Aalto, que por sernos muy recientes, no podemos inventar demasiado sobre ellos.
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