Visiones sobre los conflictos actuales, esta semana en el Festival de Otoño
Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid
El Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid, fiel, entre otras perspectivas, a su condición de observatorio del mundo actual, lleva en su segunda semana a la escena diferentes visiones de conflictos que están presentes en la actualidad, desde la violencia en Hispanoamérica, en particular en Colombia, hasta las guerras de Ucrania y Palestina.
Labio de liebre, uno de los grandes hitos del teatro de Colombia, llega a Teatros del Canal del 14 al 15 de noviembre. Escrito y dirigido por Fabio Rubiano, este montaje de la compañía Teatro Petra estrenado hace diez años marcó un antes y un después en la dramaturgia contemporánea colombiana por su manera aguda y provocadora de abordar las heridas de la guerra. Está protagonizado por un hombre que cometió crímenes atroces y cumple arresto domiciliario en un lugar frío e inhóspito y al que visitan los fantasmas de las personas que asesinó.
Sus responsables han retomado esta obra sobre el perdón y la venganza con una puesta al día que se manifiesta fundamentalmente en una mayor sensibilización hacia las víctimas y, aunque en el planteamiento inicial del montaje estas no son figuras idealizadas —“tienen odios, a veces son injustas y están llenas de pasiones”, según Rubiano—, ya “no se hacen chistes sobre su dolor, pero sí sobre lo absurdo de ciertas situaciones de violencia. La obra se volvió más reflexiva, más atenta”. La ironía sigue presente, pero ahora apunta hacia lo grotesco de la violencia.
El innovador coreógrafo portugués Marco da Silva Ferreira combate desde la danza en F*cking Future (Teatros del Canal, 14 al 16 de noviembre) el machismo, el militarismo y el patriarcado, con una mezcla de baile urbano africano y folclore portugués. Con esta pieza Ferreira, que debutó como coreógrafo en 2013, continúa la exploración que había hecho en Carcaça (2022) y Bisonte (2024), en las que cuestionaba la masculinidad. Ahora amplia el foco y celebra el cuerpo a partir de un recorrido por temas como la militarización, la virilidad y la violencia, y su relación con el patriarcado.
En un escenario cuadrangular, que bien podría evocar el ring de un estadio de boxeo, un grupo de ocho bailarines, entre ellos el propio da Silva, encarnan diversos arquetipos masculinos a través de los cuales denuncian el sistema patriarcal violento y apunta a sus zonas frágiles. La obra evoca el tiempo de la dictadura portuguesa y reivindica la fuerza subversiva de la danza frente a un poder que controlaba los cuerpos. Figuras queer, bailarines machos, eróticos… se suceden en un mundo dominado por fuerzas patriarcales y militantes, frente a las cuales Marco da Silva ofrece una visión alternativa del futuro desde la confrontación, rechazando el universalismo ingenuo y la utopía de vivir juntos en armonía.

Inspirada por uno de los clásicos del teatro español, La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca, Life is a dream, se estrena en España dentro del Festival de Otoño (Teatro de la Abadía, 15 y 16 de noviembre) en versión ucraniana con subtítulos en español. En ella ocho actores reflexionan sobre temas que aborda la obra Calderón (la libertad, la identidad, los sueños) y que ellos y los ciudadanos ucranianos viven diariamente en sus propias carnes. Para el público español, afirma Ignacio García, “será una revelación asistir en el escenario a esta disyuntiva entre libertad y totalitarismo”, con el eco que devuelve la realidad de un país en guerra sumido en la misma disyuntiva.
Life is a dream se estrenó el pasado diciembre en la capital ucraniana, Kiev, con la incertidumbre de si la función tendría que suspenderse por un ataque de Rusia, el país que invadió el país en 2022. Pero afortunadamente aquello no ocurrió y esta producción ucraniana de la Lesya Ukrainka National Academic Drama Theatre codirigida por Ignacio García y Oleg Zamyatin se representó con emoción hasta el final.
A poco más de dos mil kilómetros de Kiev, en dirección sur, el conflicto entre Israel y Palestina ha urgido a la creadora argentina Marina Otero a concebir su última pieza, Ayoub (Réplika Teatro, 14 y 15 de noviembre). Después de Kill me (2024), Love me (2022) y Fuck me (2020), parte del proyecto escénico Recordar para vivir, Otero iba, en principio a escenificar la conferencia performativa El oficio de morir, cuyo propósito, según ella misma, era “salvar a un hombre que se encontrara en una situación vulnerable, y que ese hombre me salvara a mí de la soledad”. Hizo un viaje a Tánger (Marruecos) para buscarlo, casarse con él, darle sus papeles como “europeizada” y hacer una nueva obra a partir de eso.
Sin embargo, ante la dimensión del conflicto en Oriente Medio, dejó a un lado su propósito y transformó esa conferencia en Ayoub, el nombre de uno de los 615 niños llamados así y que fueron víctimas mortales de la violencia en la franja de Gaza. Acompañada en el escenario por el actor Ibrahim Ibnou Gous, hijo de inmigrantes bereberes, migrados a Tánger, Otero nos habla de ese niño, del colonialismo y de Palestina.
La vida de un grupo de mujeres y personas transgénero presas que la dramaturga argentina Lola Arias retrató en su película Reas, prosigue, ya en libertad, en su multipremiada obra teatral Los días afuera (Contemporánea Condeduque, del 13 al 16 de noviembre). Reas fue una de las sensaciones del Festival de Berlín de 2024, donde atrapó a los espectadores por su estructura de documental y musical. Siguiendo el mismo molde. Arias acompaña en su nueva obra teatral a sus personajes (cuatro mujeres cisgénero y dos personas transgénero: una mujer y un hombre) una vez que salen de la cárcel e intentan rehacer sus vidas.
Para ello, “reviven su vida como ficción e inventan, a través de la fantasía y la imaginación, un futuro posible”. Arias reconstruye escenas del pasado de esos personajes (noches de requisas, su participación en talleres de arte, sus estudios, la formación de una banda de rock) y los proyecta hacia el porvenir cantando, bailando y actuando en una escenografía que recrea un espacio entre una obra en construcción y un set de rodaje de una película. Cada uno a su modo refleja, según Lola Arias, “lo que le ocurre a una persona que sale al mundo y tiene que reconstruir su vida, sus afectos, encontrar un trabajo, una vivienda”.
Si uno de los empeños de esta edición del Festival de Otoño es atraer a las artes escénicas a la juventud, enfocando casi un tercio de la programación en contenidos con los que puedan identificarse por afinidades estéticas, no cabe duda de que uno de los espectáculos que les seducirán es Macbeth Muet (Teatros del Canal, 15 y 16 de noviembre). Esta experiencia teatral sorprendente, audaz y conmovedora constituye uno de los grandes logros de la de la compañía La Fille Du Laitier de la ciudad canadiense de Quebec.
Solo dos actores, Jérémie Francoeur y Marie-Hélène Bélanger Dumas, interpretan, sin palabras, todos los papeles de esta función basada en Macbeth de Shakespeare, que en apenas una hora cuenta, a través del gesto y de objetos, la historia de un gobernante y su mujer sumergidos en una espiral de crímenes. Sus creadores deconstruyen por completo el texto original, condensan escenas en un solo vistazo y presentan un mundo desprovisto de moralidad y exceso en torno a una mesa cubierta de papel blanco, manejan como magos diversos objetos a través de los cuales nos cuentan la historia.

