Entrevista a Pablo Sebastiá Tirado, autor de ‘La sonrisa de las iguanas’

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«La novela está cargada de mensajes políticos, que no de afrentas a los políticos»

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Esta semana entrevistamos a Pablo Sebastiá Tirado, autor  de La sonrisa de las iguanas publicada recientemente por la editorial Reino de Cordelia.  La sonrisa de las iguanas es una metáfora disparatada de la realidad social actual, una burla de la España de la crisis y los recortes presupuestarios.

El concejal independentista del Ayuntamiento de Barcelona Enric Marededéu comete el gran error de su vida cuando, utilizando sus influencias, logra que le trasladen de una habitación compartida en un hospital público a una cómoda y solitaria suite del Instituto Mental Europeo. Lo que empieza siendo una estancia tranquila y discreta acaba convirtiéndose en una batalla campal, donde un grupo de enfermos mentales, apoyados por varios comandos antisistema y otros activistas radicales, se enfrentan violentamente a la policía y atraen la atención de los medios de comunicación locales y nacionales. Pablo Sebastiá Tirado realiza en La sonrisa de las iguanas una metáfora disparatada de la realidad social actual, una burla de la España de la crisis y los recortes presupuestarios.

Pablo Sebastiá Tirado (Castellón de la Plana, 1973) es abogado, escritor y periodista. Ha publicado hasta el momento las novelas El último proyecto del doctor Broch (2007), que está siendo adaptada al cine por el director Antonio del Real; La agenda Bermeta (2008); El último grado (2010) y Secreto de Estado (2011). También ha participado en varias antologías de relatos, entre ellas, España negra(2013).

P. ¿Has visto muchas iguanas de cerca?

R. Sí. Son unos bichos impresionantes. Quienes las conocen bien afirman que son inofensivas. Dicen que si no les haces nada, ellas no te hacen nada. Pero yo he visto a una iguana enorme matar a un perro pequeño de un coletazo. Y por si acaso me mantendré lejos de ellas.

P. ¿Y muchos antidisturbios?

R. «En ocasiones veo muertos», decía Cole Sear, el muchacho de El sexto sentido. Y yo en ocasiones veo antidisturbios zurrándole la badana de
valiente a distintos colectivos civiles (con mayor o menor reconocimiento social). Vivimos tiempos difíciles, y ya no resulta extraño ver antidisturbios en las calles y plazas de cualquier ciudad española, a cualquier hora de cualquier día. Lo que no es bueno ni malo sino todo lo contrario. Como tantas y tantas cosas en esta vida, depende del color del cristal con que se mire.

P. Un independentista catalán en un manicomio… Suena a mensaje político.

R. Así es. La novela está cargada de mensajes políticos, que no de afrentas a los políticos. Hoy por hoy, como comunicador, parece que no eres nadie si no críticas a la clase política en las radios y televisiones más sensacionalistas. Es como si se hubiera abierto la veda y los políticos fueran los nuevos jabalíes de una batida universal y gratuita. La caza del hombre por el hombre se ha iniciado. Y eso sí que me da miedo porque se empieza persiguiendo al político y se termina acosando al vecino con ideas políticas diferentes.

P. Siendo tú de Castellón, alguno pensará: ¿qué pasa, que los valencianos no están locos?

R. Los valencianos estamos locos, sí. Pero, ¡en todas partes cuecen habas! En cualquier caso, lo que yo propongo no es un Tractatus Loco-Politicus sino una parodia extrema, una charlotada, una crítica de determinados comportamientos y poco importa que se den aquí o en la China Popular. Como te decía antes, en esta novela no se critica a la clase política, sino a algunos individuos que han abusado de su privilegiada condición social. Se reprocha su actitud mentirosa, codiciosa e inútil. Pero no a todo el colectivo. Creo que esa idea es la que marca una diferencia clara entre esta novela y otras.

Volviendo a tu pregunta, los valencianos estamos tan locos que hemos permitido, entre otras muchas atrocidades, que quienes afirmaban sentirse más valencianos que nadie, quienes besaban la senyera coronada con franja azul (la bandera del antiguo reino de Valencia) hayan
desmantelado el poder financiero territorial y lo hayan regalado a madrileños y catalanes.¿Es suficiente prueba de locura?

P. Hay mucha medicina, mucha psiquiatría en el libro. Has hecho un máster, ¿no?

R. No. No he hecho ningún máster. Lo que ocurre es que a veces se poseen grandes conocimientos sobre una determinada patología por ser quien la padece y no por ser el encargado de sanarla. ¿Me explico? ¿No? Pues lo diré de otra forma, nadie sabe más sobre la locura que un loco.

P. Eres escritor de novela negra, y sin embargo has preferido escribir esta metáfora en tono sarcástico. ¿Es un método de defensa personal?

R. Sí. Llevaba tiempo sin poder avanzar en otros proyectos porque no podía guardar más tiempo esta historia en mi interior. Tenía que esputarla. Vomitarla. Sacármela de las entrañas. Y hasta que no lo he logrado no he podido seguir adelante.

P. En la contraportada, el editor destaca este texto: «Cuando atacan, las iguanas miran fijamente a su oponente y alargan la comisura de la boca como si estuvieran sonriendo. Y cuando menos te lo esperas… ¡zas! Sueltan un coletazo y te dejan seco. Los antidisturbios actúan igual. Malévolas iguanas sonrientes.» Leyéndolo, una piensa que los políticos con los que te metes no son muy diferentes…

R. No me gusta generalizar con la clase política. Hay gente muy buena trabajando sin descanso por mejorar la vida de los ciudadanos. Y hay gente despreciable tratando de aprovecharse de los males ajenos. En este país tenemos de todo. En esta novela no se critica a la clase política, sino a algunos individuos que han abusado de su privilegiada condición social. Se reprocha su actitud mentirosa, codiciosa e inútil.

Sobrecubierta La sonrisa de las iguanas_MaquetaciÛn 1P. Me consta que hay quien, leyendo el libro, ha pensado en Tom Sharpe… ¿estás de acuerdo?

R. Me encanta que los lectores vean en esta novela cierto parecido con los textos del mayor genio del humor del siglo XX.

P. ¿El humor nos hará libres?

R. Sólo el humor nos hará libres. Veo y escucho a gente que se levanta cabreada de buena mañana, pasa el día echando pestes de todo y de todos y se acuesta de noche de muy mal humor. ¿Para qué? ¿Qué sentido tiene eso? Creo firmemente en el dicho «No hay mayor desprecio que no hacer aprecio». Y no hay mejor forma de criticar las atrocidades que suceden día sí y día también en este país que con humor.

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