Entrevista a Nacho Cabana: “La delincuencia, como todo lo demás, se ha globalizado”
“Es ingenuo pensar que en Europa estamos a salvo de los tentáculos del mal que hay en otras partes del mundo”.
Por Carmen Fernández Etreros.
Amanece este día invernal de marzo en el aparentemente tranquilo Madrid y charlamos con Nacho Cabana, el autor deLa chica que llevaba una pistola en el tanga. Con esta novela vertiginosa y emocionante, el escritor, guionista de televisión, ha logrado armar una trama de corrupción que se mueve entre dos ciudades: nuestro Madrid y México. Pedro un taxista español que se deja envolver en una oscura trama para intentar dar una mejor vida a su familia en el DF y Violeta una agente de la comisaría de Leganitos que se salta a normas sin dudarlo para conseguir que se haga justicia y al mismo tiempo lleva una vida personal complicada, son los protagonistas deLa chica que llevaba una pistola en el tanga.
Nacho Cabana ha ganado en 2003 el Premio de novela ciudad de Irún con Momentos robados y recientemente la octava edición del Premio Internacional de Novela Negra L’H Confidencial, convocado por el Ayuntamiento de L’Hospitalet y Roca Editorial, por La chica que llevaba una pistola en el tanga.
P. ¿De dónde nace la historia de La chica que llevaba una pistola en el tanga?
R. Hace unos años estuve viviendo en la Ciudad de México, mientras escribía un par de series de televisión. Una noche, mi mujer y yo regresábamos caminando de tomar una cerveza en un bar situado a un par de cuadras de nuestra casa en La Condesa, una colonia pija o, como dicen allá, “fresa”. De repente un tipo salió de detrás de un árbol con una pistola en la mano. Escuchamos la corredera del arma retroceder para cargar la bala en la cámara. Nos apuntó mientras nos urgía a entregarle todo lo que llevábamos. Entonces, mientras tenía su pistola en mi cabeza, pensé en todo lo que oculta una ciudad así, tan grande y llena de rincones oscuros. Una metrópoli donde pasas en un segundo de ciudadano a víctima. Pasado el susto comencé a darle vueltas a lo que sería el germen de la novela. ¿Y si a una persona normal y corriente se le ocurre coquetear con el mal pensando que puede salir indemne? ¿Qué formas puede adoptar el delito en una urbe que ni siquiera los taxistas conocen por completo? ¿Y si el protagonista fuera un taxista? ¿Y si fuera un español que emigró antes de la crisis?
P. La historia se mueve entre México DF y Madrid, ¿por qué estas dos ciudades tan diferentes?
R. Quería que lo que ocurriera en México tuviera repercusiones en nuestro país. La delincuencia, como todo lo demás, se ha globalizado y es ingenuo pensar que en Europa estamos a salvo de los tentáculos del mal que hay en otras partes del mundo. En Europa la violencia no salpica al ciudadano como en América básicamente porque las armas no están al alcance de cualquiera. Y porque las instituciones siguen siendo relativamente confiables. E incluyo a las fuerzas del orden. Por eso Violeta y Carlos, los otros dos protagonistas de La chica que llevaba una pistola en el tanga pertenecen a la Policía Nacional. Y, como le ocurre a Pedro, el taxista español residente en el DF, ellos también se encuentran con una encarnación del mal que les supera y que tendrán que manejar, controlar e intentar vencer.
P. ¿Cómo te has documentado para poder escribir esta novela?
R. La documentación para toda la parte mexicana de mi novela nace de mis experiencias viviendo allá, no sólo durante mi última estancia sino también cuando rodé mi documental Tres caídas en el 2005. Además, consulté los trabajos de la periodista Lydia Cacho sobre tráfico de mujeres así como las revistas “Proceso” y “Nexos”, las más críticas con la situación de violencia que vive el país azteca. Y me confieso enganchado a las portadas de diarios sensacionalistas (de “nota roja” se dice allá) como “El gráfico” o “La prensa” capaces de titular con chistes las fotografías más sangrientas y colocar al lado de éstas una foto de una chica ligera de ropa.
Respecto a la parte española, seguí las noticias relativas a la detención de “Cabeza de cerdo”, uno de los mayores traficantes de mujeres del mundo. Además, te aseguro que los casi cuatro años que pasé creando y escribiendo (junto a un equipo magnífico) la serie Policías en el corazón de la calleme han dejado la cabeza llena de historias, personajes e historias muy negras. Por cierto, esta serie es la otra gran influencia presente en La chica que llevaba una pistola en el tanga.
P. La protagonista es una mujer policía poco convencional, nada rigurosa con las formas y aficionada a los locales de intercambio de parejas, ¿cómo nace el personaje de la agente Violeta?
R. Durante la documentación para la serie Policías en el corazón de la calle vimos que había dentro del cuerpo dos tipo de agentes. Los que respetaban escrupulosamente la ley y los procedimientos y aquellos para los que éstos son, al menos, opinables. Me atrajo la idea de una mujer policía que perteneciera claramente al segundo grupo. Que por edad tuviera una formación “democrática” pero el contacto diario con el delito le haya hecho adoptar las actitud de sus superiores. Y que llevara tiempo haciéndolo. Y que eso, lejos de crearle problemas, le hubiera hecho mejor policía al tiempo que una persona solitaria que ha hecho de los clubs “swinger” (a donde acude en solitario) su zona de confort. Porqué es así es algo que descubriremos parcialmente en esta novela y que espero desarrollar en futuras entregas.
P. Otro de los protagonistas de la novela es Pedro, un taxista español que trabaja en México y que se mete en una trama peligrosa solo para ganar más dinero para su familia. ¿Puede la codicia arrastrar a la ruina?
R, La situación de Pedro en el DF es la de muchos españoles hoy en día en nuestro país. Personas que trabajan todo el día, que apenas conviven con su familia y que, a pesar de todo ello, no tienen dinero para salir a comer fuera, ni para ir al cine un fin de semana, ni para hacer una escapada a la playa. Pedro no es codicioso, simplemente se cansa (al igual que su esposa, defeña de nacimiento) de contar el dinero que se gasta cada día en comida, transportes y cosas que no le hacen ilusión. Y que se harta. El error de Pedro es pensar que puede aprovecharse del mal e irse cuando quiera. Que puede utilizarlo en su propio beneficio y luego todo volverá a ser como antes. Y no es así.
P. La novela está dotada de un ritmo cinematográfico y vertigionoso, ¿cómo has logrado ese resultado?
R. Soy guionista profesional desde hace más de veinte años. He escrito casi 300 guiones de series de televisión amén de un par de largometrajes. Y los que más he disfrutado creando pertenecen al género policial. Además soy cinéfilo y seriéfilo. Hay algo de Breaking Bad y de The Shield en La chica que llevaba una pistola en el tanga. Con este bagaje la forma más más natural de contar las historias que quería contar es la cinematográfica. Narración muy fragmentada, casi se podría decir que dividida en escenas. Acción descrita como si estuviera sido proyectada en una pantalla. Descripciones que ambientan y ubican los lugares de la acción como si el lector los estuviera viendo. Todo ello, además (es el gran lujo de la literatura) pudiendo contar con todas las localizaciones que se me antojaron, con toda la ironía y violencia que quise, con todo el sexo que me apetecía mostrar, con una estructura narrativa que se interrumpe de repente para viajar de Madrid a México y que luego mezcla acciones en ambas ciudades… Y, sobre todo, la seguridad de que lo que yo escriba le va a llegar tan cual al lector, sin mediadores. Definitivamente, la novela negra es todo un lujo para un narrador como yo.