@Carsten Windhorst
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Por Ciro Mestraitua.

Tremendo, aTOMico y en plena forma se mostró anoche Sir Tom Jones a sus 74 primaveras. Las críticas del concierto previo en Barcelona ya fueron buenas y uno iba preparado para algo grande, pero el galés siempre es capaz de superar las mayores expectativas e impresionar a todo el que asiste a sus directos.

El concierto lo comenzó puntual, abriendo con Burning Hell, acompañado por dos guitarras y batería, con unas inmensas llamas tras el escenario, dando a todo aquello un aire completamente infernal. Pero de inmediato salieron el resto de la banda (tres músicos en la sección de vientos, dos teclistas y un bajo), y con toda su potencia de fuego pusieron patas arriba el local con Mama Told Me Not To Come. A continuación Sex Bomb y, con la locura desatada, una pareja del publico se puso a bailar por los pasillos. Parecía que el concierto se disparaba en intensidad e intenciones cuando Jones quiso recobrar la calma y recordar que él ha cambiado, que está en otra etapa y que sus intenciones musicales son distintas. Así que aprovechó para presentarnos temas de su nuevo disco, que se publicará este año, que produce Ethan Johns como los dos anteriores y que parece que recorrerá las sendas del country & western y el blues. Tocaron Tomorrow Night, de Dylan, Why Don’t You Love Me, de Hank Williams y Raise a Ruckus Tonight un viejo tema de los años 30. Repasó sus dos últimos álbumes con Didn’t It Rain, Don´t Knock, Bad As Me (mención incluida a la locura de su autor) e hizo una impresionante versión del estándar Evil, con una “maldad” en las guitarras comparable a la de Gary Moore, pero con el añadido de la omnipotente voz de Jones retumbando y casi haciendo temblar el Palacio de los Deportes.

Pero para no defraudar ni decepcionar a sus seguidores con más solera hizo un pequeño paréntesis para recuperar dos de sus canciones clásicas. Por un lado Delilah, con unos arreglos de guitarra y acordeón que le dieron aires más mediterráneos, ligeramente hispanos. Fue el tema más celebrado hasta ese momento que completó con I’ll Never Fall in Love Again, antes de volvernos recordar que ahora canta otras cosas. Nuevo repaso a Spirit in The Room, con Tower of Song y (I Want to) Come Home y quizás otro anticipo a de su nuevo disco con Shake a Hand y Crazy ‘bout An Automobile. Pero Jones sabe bien que es deudor de sus viejos éxitos y supo recuperarlos para alegría del público, a la hora de encarar la recta final del recital. Primero una emotiva interpretación de Green Green Grass of Home y después la ineludible It’s Not Unusual pero con unos ligeros arreglos de Bossa Nova que le dieron otra lectura al tema. Y después tres bombazos, la sensual You Can Leave Your Hat On, que grabase para la banda sonora de The Full Monty, la discotequera If I Only Knew, de su LP de 1994 y una poderosa y arrolladora versión de I Wish You Would, con la que abandonó el escenario mientras los músicos seguían tocando.

Apenas se hizo esperar para los bises y enseguida estaban todos sobre las tablas con un Jones cada vez más animado, con más energía, despojado de la chaqueta y preguntando al público si todo marchaba bien. La primera fue Thunderball, reinventada por completo y que llegaba a parecer por momentos un tango. La segunda Kiss, aún más poderosa que en el single y para terminar el boogie boogie de Strange Things. «God bless you all” dijo Jones al despedirse con todo el público en pie. En total, casi dos horas de un concierto absolutamente espectacular, con un Tom Jones que goza de un poderío vocal envidiable sumado a sus 50 años de experiencia en el negocio. Verle en directo es memorable y esperamos tenerle de vuelta pronto porque, francamente, no está en edad de jubilarse.

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