Relato: ‘Los dioses del tiempo’ de Beatriz Mocchi
De Beatriz Mocchi. Ganadora de la X Edición www.excelencialiteraria.com
He tenido la oportunidad de mantener una conversación con un químico dedicado a la industria farmacéutica, que me manifestó su preocupación por el uso exagerado por parte de las mujeres de las cremas antiarrugas.
Sus palabras, debo admitirlo, me dejaron pensativa, por más que nunca antes le hubiese prestado atención a este tipo de cosmética.
Es cierto que estamos sujetos al paso del tiempo, y que tenemos la tendencia natural de aferrarnos a la juventud (especialmente en lo físico) con una actitud casi desesperada.
¿Por qué nos asusta tanto aceptarnos y mostrarnos tal y como somos? Con nuestras arrugas, nuestras heridas, nuestras cicatrices… ¿Será que tenemos miedo a mirarnos al espejo y darnos cuenta de que no somos ni inmortales ni invencibles? ¿Por qué disfrazar las cicatrices del tiempo si es éste, precisamente, el que nos confiere a cada uno una belleza única?
No quiero decir que no nos cuidemos, pero hay que aprender a distinguir entre un cuidado moderado de nuestra fachada y lo que puede ser venerarnos como a un dios.
Es el sino del ser humano: somos limitados al tiempo que deseamos ser los dioses del tiempo.
Cada pliegue en el rostro es reflejo de una historia que ya ha pasado y que se puede revivir cada vez que te miras al espejo. Además, las arrugas dan carácter por ser recuerdos. Son el resultado de las noches en vela junto a la cama de un hijo enfermo, de las horas extra en el trabajo para poder pagar la matrícula de la Universidad, de tener que vencer el cansancio por ayudar a otros.
Aunque pueda sonar romántico, no vale la pena ocultar aquello que, en definitiva, muestra quiénes somos.