El abuelo de Zulaimar de Juan Carlos Méndez-Guédez. Ilustraciones de Elsa Klever. OQO Ediciones, 2015. Cartoné, 36 pp., 25×23 cm., 12,90 €.
Por José R. Cortés Criado.
Zulaimar no tenía abuelo, sus amigas sí, uno de ellos era alto como una palmera, otro, redondo como una O, otro, con ojos negros…, pero por más que lo intentó Zulaimar, ninguna de sus amigas le prestó su abuelo ni siquiera un ratito.
Todos sabemos que los algunos niños no disponen cerca de unos abuelos con los que jugar, pasear, comer helados, compartir abrazos…, pero la protagonista de esta historia decide poner remedio a su caso y no duda en crear un abuelo a su gusto; para ello cogió una silla vieja, le colocó una sábana de colores, unos salchichones grandes a modo de brazos, una sandía como cabeza y un sombrero para rematar su cabeza.
Gracias a su imaginación Zulaimar tuvo un abuelo con el que salía a pasear, se divertía y jugaba; todas sus amigas estaban muy contentas porque ella también cumplió su sueño.
Se trata de una historia dulce y emocionante, donde prima la imaginación de una niña para superar sus necesidades afectivas, Juan Carlos Méndez-Guédez da gran importancia a la capacidad creativa como elemento generador de nuevas experiencias favorables ante situaciones adversas.
Elsa Klever recoge esa idea de soledad, presentando en la portada un sillón vacío donde se supone que debe estar el abuelo; en el interior una pléyade de personajes coloristas acompaña a la protagonista en sus peripecias en la fabricación de un abuelo que la acompañe en los paseos.
Buena historia, ingeniosa, creativa y divertida.
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