Truhanes de Francisco Díaz Valladares. Ilustraciones de Ada Sinache. Edebé, 2017. Rústica,176 pp., 9,20 €.

Por José R. Cortés Criado.

 

Es la historia de Alba, una niña abandonada por sus padres en un orfanato, que nunca salió de las paredes de aquel recinto, que no tenía ninguna amiga entre las residentes, que solía recibir palizas de sus compañeras y personal del centro…, una chica con una vida muy difícil y sin salida de aquel agujero.

A la protagonista sus compañeras la llamaban “Pata-alambre” y la hacían responsable de todo lo malo que allí acontecía. Ella no sabía vivir sin recibir golpes, sin pasar días encerradas en una celda y sin tomar pan y agua como único alimento…

La cosa cambió cuando llegó al centro un menor que había ayudado a detener a unos delincuentes y para evitar ser asesinado por los compinches de los detenidos, fue acogido en aquel centro de niñas durante un breve tiempo para que los bandidos se olvidasen de él; es un niño de la calle.

Pepón vio la vida que llevaba Alba en el hospicio, se hizo amigo de ella y compartieron algunos momentos en el patio, ocultos a los ojos de los demás; también este le daba comida que conseguía del huerto donde echaba una mano o de la cocina del centro.

Una noche le propuso a la chica entrar en la despensa y coger pestiños recién hechos, ella lo intentó pero causó un gran estropicio y fue confinada en un sótano sin luz y casi sin comida.

El niño le propuso un plan de fuga. Ella teme, es un pajarillo asustado que abandona por primera vez el nido, pero saca fuerzas de flaqueza y huye de aquel recinto aterrador; la vida en el exterior no es cómoda, todo lo contrario.

Se hace pasar por un chico y con la ayuda de dos amigos de Pepón, otro chaval y un anciano, sobrevive en una gabarra abandonada y salva la vida a un señor que es asaltado y arrojado al mar. Este hecho le cambia la vida y consigue lo que nunca imaginó.

Bonita historia de hace mucho tiempo que nos retrotrae a una sociedad muy alejada de la actual pero digna de una historia como esta. Las palabras fluyen con agilidad página tras página y te arrastran a seguir la narración sin descanso hasta su rápido desenlace.

La leí de un tirón mientras imaginaba lo dura que debió ser la existencia para los niños de los hospicios, cuando la sociedad los apartaba de la vida y los condenaba a ser seres desfavorecidos cuya subsistencia carecía de valor tanto material como moral.

Sin duda otro acierto de Francisco Díaz Valladares, que nos tiene acostumbrado a publicar para jóvenes y que en esta ocasión escribió una novelita para lectores más pequeños.

 

 

 

 

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