Entrevista a Julián Quintanilla, autor de ‘La vida entera’: “La Chary lo llena todo de luz”

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La vida entera

 

 

Esta semana entrevistamos a Julián Quintanilla, autor de La vida entera publicada por La Quinta Página. Tras convertirla en protagonista de un mediometraje que triunfó en decenas de festivales internacionales, Julián Quintanilla hace de La Chary protagonista de su primera novela. “Más allá de que La Chary fuera mi madre, siempre tuve la extraña sensación de que me habían puesto en esta tierra para observar a esa impresionante mujer.”

P. ¿Quién fue La Chary?

R. La madre que me parió. Aunque eso es lo de menos. Más allá de que La Chary fuera mi madre, siempre tuve la extraña sensación de que me habían puesto en esta tierra para observar a esa impresionante mujer. Como si ella fuera el personaje de una brillante epopeya a la que yo tenía la obligación de seguir para poder, más tarde, contar su historia al mundo. Da igual que fuera mi madre o no. Esa mujer era un portento: por eso la escribo. Para que le mundo la conozca. Quien no me crea, ha de saber que tengo a medio Badajoz de testigo: gente diversa que la conoció y que sigue viva. Váyase usted al barrio pacense de San Roque y pregunte. Le dirán que es verdad.

P. ¿Qué hace de ella el personaje extraordinario que es?

R. Su manera de enfrentarse a las situaciones, con un desparpajo siempre luminoso y un sentido del humor que te arrancaba una sonrisa. La Chary era la Lina Morgan del barrio pacense de San Roque. Pero también la Anna Magnani. Y la Giulieta Massina. Una explosiva mezcla de las tres. A ver de dónde saco yo a la actriz que me la haga en el largometraje que tengo pensado hacer. Porque encima era muy guapa. No dicho solo por mí, ¿eh? Echen un vistazo al booktrailer de la novela, donde hemos incluido quince fotos de ella cuando vivía. El comentario que más recibo es: ¡menudo tipazo tenía la Chary! Cinturita de avispa, sí. Y moderna. Más moderna que ninguna. Se hizo unas fotos posando en bañador en el rio Guadiana de Badajoz con Franco vivo, cuando estaba casi prohibido. Esa foto también está en el booktrailer. Búsquenlo en mi Instagram: @quintanillaconq.

P. No hay rencor en el libro… y no será porque no haya personajes, digamos, oscuros ni porque la época que recupera no fuera, digamos, tenebrosa.

R. La Chary lo llena todo de luz porque su manera de hacer las cosas era siempre transformadora y llena de color. La Chary no era agria. En la peliculita que hice “El mundo entero” me tiré todo el rodaje clamándolo a los vientos: ¡La Chary no es agria! Las Machas, osease las mujeres especiales del barrio de San Roque, donde nací, son especialistas en transformar el dolor el color, como si antes ningún sufrimiento hubiera existido. Por eso las casitas de mi barrio, en los ochenta, eran como casitas de chocolate y celofán. Todas alicatadas con azulejos de mil colores. Aún hoy en día siguen quedando muchas. En la novela puede verse como esa policromía devora cualquier oscuridad. Es un canto a la redención. A la alegría. A la esperanza. El suéter de La Chary… es verde verdísimo.

P. Usted rodó un mediometraje sobre ella, y ahora escribe un libro. Se diría que quiere contar su historia por todos los medios posibles, ¿es así?

R. Quiero que la historia la conozca el mundo entero. Pero si escribí la novela fue porque cuando terminé el guion del largometraje hubo cierta gente a la que le molestó. No conseguí que nadie la produjera. Semejante monumento a una madre soltera que decide tener un hijo sola en la época de Franco, era demasiado feminista para algunos. La Chary es una heroína muy cañera sin pelos en la lengua que se enfrenta a todos los estamentos de la sociedad. No podía permitirme el lujo de hacer una película descafeinada, en honor a la verdad. Por eso, la transformé en una novela. Mucha gente quería que esta historia se quedara en un cajón. Y eso no iba a pasar nunca. Si algo soy, es escritor. Mi trabajo consiste en darle vida a ese papel y sé que esta vez lo he conseguido. La Chary está más viva que nunca.

P. Leemos en su bio que es usted, fundamentalmente, un hombre de teatro. ¿Por qué no empezó por hacer de La Chary un personaje teatral?

R. Soy fundamentalmente escritor. El teatro ocupó una buena parte de mi vida, pero encasillar a alguien porque le haya dedicado más tiempo a una actividad me parece reduccionista. Con “El mundo entero” he demostrado que puedo hacer películas emocionantes y que den la vuelta al mundo. Creo que La Chary es un personaje universal que pueda dar muchas alegrías al espectador, en el mundo entero, si llega a la gran pantalla en el largometraje que ella merece. Ella y todas las mujeres que han sido como ella, representándolas para hacer justicia poética de una vez.

P. Hay quien relaciona a La Chary con Loles León, que la encarnó en “El mundo entero”; ahora, Falete le pone voz. ¿Pueden esas dos presencias poderosas ocultar a La Chary de carne y hueso?

R. La Chary podríamos ser todos. La Chary, si así lo deseas, puedes ser tú. Cuantos más artistas interpretan a La Chary mejor. Y cuantos más lectores, sean mujeres u hombres, lean la novela en alto e interpreten a La Chary a su manera, mejor que mejor. En el caso concreto de Falete, es cierto que yo siento debilidad por su arte y me gustaría que fuera la voz que me acompañara en mi próxima película, representándola. Que la voz de Falete sea la voz de La Chary es un honor para mí y la hace más grande aún. Ojalá pueda tener esa voz siempre a mi lado.

P. El libro destila nostalgia por el barrio de San Roque…

R. En mi memoria, el barrio donde nací se ha quedado grabado a fuego y sigue viviendo dentro de mí como si de un decorado mágico se tratase. Es el lugar de toda mi infancia. Es mi mundo artístico. Los personajes me divierten, me obnubilan, me emocionan. Es como si de alguna manera, me hubiera quedado viviendo allí eternamente junto a La Chary. Para mí, mi barrio de San Roque es el macondo de Extremadura.

P. ¿Me puede decir una frase de su madre que usted utilice frecuentemente en su vida cotidiana?

R. Más vale una vez colorá que ciento amarilla. ¿Sí o no?

P. ¿Su mejor enseñanza?

R. La lucha por la libertad siempre con una energía radiante y rompiendo los prejuicios con un sonoro bocinazo, lleno de alegría y sentido del humor.

P. ¿La imagen con la que quiere que nos quedemos?

R. La Chary en jarras, con su suéter verde esperanza, enfrentándose a la vida, con todo su humor, con una fuerza descarnada y agarrando el toro por los cuernos sin miedo al fracaso.

La vida entera

P. La búsqueda de su padre, ¿fue tal y como la cuenta?

R. Con pelos y señales. Dicen que mi novela es autoficción. Yo diría que es una biografía sentimental de ese gigantesco viaje emocional al que mi madre me empujó incluso después de muerta. En la novela La Chary me pide que vaya a conocer a mi padre, al que no pude conocer mientras ella vivía. Nadie sabía quién era excepto yo. Me han sacado muchos padres a lo largo de toda mi vida porque la gente se pensaba que mi madre no me lo había contado. Qué risa, tía Felisa. En la novela lo cuento todo.

P. El mediometraje se tituló “El mundo entero”; la novela, “La vida entera”. ¿Puede explicar esas elecciones?

R. ¿Qué hay más grande que “El mundo entero”? La vida, que es lo más importante que tenemos. Ahora, con la maldita pandemia, nos hemos dado cuenta. Para mí La Chary fue muchos años mi mundo entero. Para descubrir el porqué del título de la novela, deben llegar al capítulo final. A mí me resultó muy emocionante escribirlo, porque tuve la sensación, límpida y precisa, de que esas líneas habían sido dictadas directamente por mi madre. De que no había sido yo quién las había escrito. ¡Fue ella!

P. ¿El Julián Quintanilla novelista seguirá escribiendo historias? ¿O ha hecho una aparición fugaz para contar a su madre, y volverá pronto al teatro?

R. ¡Pero si llevo escribiendo historias desde hace 20 años! No tengo intención de parar. Aunque la vida me ponga en un brete y me haga jardinero, una de mis pasiones, seguiré escribiendo y publicando historias cueste lo que cueste. El artista tiene que darse a sí mismo la misión de ser mago, porque cuando el universo te regala un don, ese don solo puede ser para hacer feliz a los demás. Solo así podrás hacerte feliz a ti mismo.

 

 

 

 

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