Crítica ‘Ilargi Guztiak: Todas las lunas’: Una bella fábula fantástica sobre vampiros en el País Vasco

Ilargi Guztiak: Todas las lunas

Desde hace ya algunos años, en el entorno audiovisual del País Vasco y Navarra se viene dando un tipo de cine muy peculiar. Alejado del caldeado ambiente político que antes lo impregnaba todo, las historias de corte fantástico se están haciendo cada vez más importantes en una región muy rica en folclore y mitología. Errementari, la trilogía del Baztán, Akelarre… Ahora ha sido el turno de Ilargi Guztiak: Todas las lunas, cinta dirigida por Igor Legarreta y protagonizada por la joven Haizea Carneros, de 13 años, acompañada de Itziar Ituño (La Casa de Papel) y Josean Bengoetxea (Ander, Campanadas a muerto). La película llega a los cines el 14 de mayo de la mano de Filmax.

Situada tras las últimas Guerras Carlistas en el País Vasco rural, el filme sigue la historia de una niña huérfana que, tras un bombardeo y cuando está a punto de morir, es rescatada por una misteriosa mujer. Esta le asegura que puede salvarla, pero a cambio le quita la capacidad de envejecer, otorgándole la vida eterna y obligándola a vivir en la noche para siempre. En definitiva, la convierte en vampiresa. Así, la pequeña deberá acostumbrarse a su nueva condición.

Ilargi Guztiak: Todas las lunas está, ante todo, sostenida por la pequeña Carnero. Es su primer papel y, sin embargo y pese a su juventud, demuestra que no le pesa dicha responsabilidad. Es encomiable el trabajo que lleva a cabo para hacer que toda la maquinaria de la película se mueva a su antojo, transmitiendo miedo, esperanza, inocencia, ternura o lo que sea que solicite la historia en cada momento. Se eleva por encima de la moraleja de la inmortalidad, de los espectaculares parajes naturales y de la propia trama, convirtiéndose en el pilar fundamental sobre el que gira el resto de la cinta.

Espléndidos están también Ituño y Bengoetxea en sus papeles de vampiresa y de Cándido, un humilde hombre de campo con una vida desdichada. En sus respectivos registros, ambos reflejan una amabilidad, delicadeza y ternura fundamentales para conectar con el personaje de la joven protagonista. La química que muestran con ella traspasa la pantalla y ofrecen algunas de las mejores y más emotivas escenas de una película muy bella y poética a pesar del sórdido tema que trata a priori.

Porque si hay algo que resaltar de Ilargi Gozteak: Todas las lunas, además de su reparto, es su tono. Es un filme que, enmarcado dentro del fantástico, se aleja del terror y se convierte en una narración tremendamente metafórica. El ritmo y su potencia visual se combinan con el propio género y con la temática -la condena de inmortalidad- para tratar de hipnotizar constantemente al espectador. Es cierto que todos sus ingredientes se prestan a ello, pero es un mecanismo evocador que a nivel general funciona a la perfección.

Cabe señalar que la película, como conjunto, no es tan redonda como otras de las mencionadas anteriormente. Es muy llamativa y disfrutable, pero pasado un sensacional primer acto, va perdiendo fuelle y embarrándose en exceso en determinados momentos en los que gira sobre lo mismo una y otra vez sin proponer nada en concreto. Eso sí, no llega a hacerse pesada y, más tarde o más temprano, siempre consigue rescatarse a sí misma, probablemente por lo potente de la propia historia.

En su tramo final, Ilargi Guztiak: Todas las lunas vuelve a recuperar en cierta medida ese gran nivel inicial, aunque sin llegar a igualarlo por completo. Pese a todo, es indudable que se trata de una producción muy cuidada hasta el más mínimo detalle y llena de estampas magistrales. Expone muchas ideas, algunas de ellas muy metafísicas, y las desarrolla de forma totalmente orgánica y natural, sin enredos innecesarios. Y esto es muy agradecido a ojos del espectador, pues la cinta podría haberse dejado llevar hasta perderse, cuando lo que consigue es transmitir una seguridad y firmeza clarividentes.

Como conclusión, puede decirse que Ilargi Guztiak: Todas las lunas no es una película perfecta, pero sí es lo suficientemente interesante como para hacer las delicias de cualquier aficionado al fantástico vasco. Es una fábula preciosa y llena de poesía, heredera directa de filmes muy recientes de la misma región, y con un mensaje y enfoque sobre la muerte y los vampiros muy originales. Sumado a su certero reparto y a su excelsa estética visual, la cinta consigue alzarse a una categoría notable.

Gonzalo Franco Ibáñez

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