El club de las Cuatro Emes de Juan Ramon Santos. Ilustraciones de Paula Blumen. Editorial Edebé, 2021.130 x 195 mm., 184 pp., 9,60 € (+ 10 años)

Por José R. Cortés Criado.

«Por lo demás, sigue igual de cursi, y también igual de tisquismiquis, y a ratos continúa siendo antipática con los niños, aunque lo hace sin convicción, casi por inercia». Juan Ramón Santos: El club de las Cuatro Emes.

El club de las Cuatro Emes está formado por tres niñas y un niño cuyos nombres comienzan por m. Hay dos que llaman María, una María Alcón y la otra, María Romero; a las que hay que sumar Matilde y Manuel. Estos cuatro amigos y vecinos adoptaron este nombre para firmar las hazañas que llevan a cabo.

Lo primero y que más les preocupa es la actitud de Madán Golisín, señora que regenta una tienda de chucherías que tiene un nombre llamativo en francés en su fachada: Madame Golosine. Esta mujer es la mar de amable con las personas mayores que acuden a su establecimiento, para ellas es pura bondad, amabilidad y simpatía.

Para los niños es un monstruo, su sola presencia ya los intimidaba. Todo era regañar, desconfiar, ridiculizar. Estaba claro que no le gustaban los niños a pesar de tener un comercio dedicado a ellos. Los niños le temían, especialmente nuestros cuatro protagonistas.

Por ello decidieron darle un escarmiento. Cada vez que iban a la tienda demoraban mucho su compra para observar y tomar notas, mientras pensaban qué hacer para molestarla. Madán Golosín desconfiaba de ellos como de todos los niños que atravesaban la puerta de su casa.

La primera travesura de los cuatro fue cambiar las revistas de lugar y cambiar los indicadores de los precios. La señora pilló a dos de ellos, llamó a sus padres y los niños terminaron castigados sin paga y sin salir; así que idearon otro plan. Pensaron en Lulú, su triste perra, para molestar a la tendera, pero descubrieron un comportamiento algo extraño en su marido, al que bautizaron como Mesié Lasurrí, por su cara de ratón. El señor Golosín tenía un amigo algo sospechoso, con mucha pelambrera, por eso lo llamaron Peluqui.

Tras muchas horas de investigación, observación, deducción y quebraderos de cabeza descubrieron que Mesié Lasurrí era un ludópata de armas tomar. Cuando descubrieron la verdad y comprobaron la ruina económica y moral a la que sometía a su mujer, el Club de las Cuatro Emes decidió actuar, dándole tan susto que dejase su pasión por el juego.

Los chicos lo consiguieron con alguna ayuda de Peluqui, Madán Golosín y un hermano mayor y su amigo, y aunque en un principio el marido asustado cambió de actitud, pronto se olvidó de sus buenas intenciones, como en ocasiones anteriores y la vida les cambió a la pareja, puesto que la señora Golosín no quiso seguir más con él y su vicio.

Entretenida historia de aventuras, investigación y deducciones que nos muestra cuatro chicos muy curiosos que se preocupan por los demás; también nos muestra que las personas solemos dar una imagen aunque podemos ser de otra manera a cómo nos ven los demás y que no debemos dejarnos llevar por las apariencias para valorar a las personas. En esta obra se mezcla la intriga con la confirmación de que nadie es lo que parece.

Seguro que gusta a los lectores por su agilidad narrativa, las sorpresas que les depara el destino a los protagonistas y sus dotes detectivescas cargadas de diversión, a pesar de tratar un tema ajeno al mundo infantil, la adición al juego y no presentar un final feliz.

Jugando con el color negro y una buena gama de grises, Paula Blumen realiza unas atractivas y curiosas ilustraciones para complementar el relato.

Este libro consiguió el Premio Edebé de Literatura Infantil 2021

2 pensamientos sobre “‘El club de las Cuatro Emes’ de Juan Ramon Santos

  1. Un bodrio…. Aburrido y demasiadas descripciones con palabras que los niños no entienden. Una tematica que a los niños se les presenta de una manera muy cutre y para nada interesante. A mi hijo y a nosotros no nos ha gustado nada de nada.

    1. Estoy completamente de acuerdo contigo. Tengo un hijo de 9 años y soy profe de instituto. Sabes lo que pasa, que el escaso criterio lector de algunos docentes se hace patente en estos hechos. Se dejan aturdir por el hecho de que el libro ha sido premiado, eso sí, con una intención más mercantil que literiaria y se lo «acoplan» por vía de apremio. El tema es que un libro de cierta densidad que lo invalida tanto como lectura para adultos como para lectura infantil por una doble razón: gramatical, ya que usa palabras muy lejos de la comprensión de un niño de 9 años y por la sintaxis que en demasiadas ocasiones abusa de las construcciones subordinadas complejas y el hipérbaton. Esto obliga a los padres «c ompartir» una lectura que ni agrada al progenitor ni al niño/a. Vamos, todo un acierto para lograr el fomento de la lectura.

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