Eloísa Martínez Santos plasma en ‘No valgo para vender’ y ‘Mujeres de hojalata’ sus valores y su manera de entender la vida

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Eloísa Martínez Santos
Eloísa Martínez Santos

 

La escritora madrileña Eloísa Martínez Santos ha sido siempre una escritora vocacional. Lo fue incluso cuando su profesión la obligó a alejarse del mundo de las letras, al que tanto ama. Nunca cejó en su empeño de dedicarse a lo que más le gustaba y, fruto de ello, consiguió publicar sus dos novelas que, quizá, mejor la definen: No valgo para vender (Ediciones Obelisco), con la que se adentra en el terreno de la divulgación, y Mujeres de hojalata (Avant editorial), novela de ficción con tintes históricos.

Eloísa Martínez Santos (Madrid, 1949) ha sido siempre una apasionada de la lectura. Ya desde pequeña, incluso escribía pequeñas obras de teatro para el colegio. Pero tuvo que abandonar su gran pasión para dedicarse al mundo laboral, aunque sus pasos siempre la encaminaron al retorno. La profesión de comercial, a la que se dedicó durante mucho tiempo, le posibilitó dedicarse a otra de sus pasiones, la enseñanza, impartiendo cursos de atención al cliente.

Al tiempo que continuaba los estudios que se vio obligada a interrumpir en su juventud, retomó la pluma de una manera más que inesperada, en medio de un difícil momento familiar. «A través de la UNED seguí estudiando Filología, hasta que mi hijo mayor sufrió un gravísimo accidente de moto y nuestra vida familiar cambió profundamente. La prioridad era conseguir que saliera adelante, que los médicos se equivocaran y su futuro no estuviera atado a una silla de ruedas, como vaticinaban. Y con su voluntad y nuestra compañía, lo conseguimos. En la sala de espera de La Paz escribí Mi hijo, con el que gané el segundo premio en el Certamen de Narrativa de Silla (Valencia), en 2001», cuenta la escritora.

Su amor por las letras la ha llevado a cultivar estilos muy distintos, un bagaje que se refleja a la perfección en sus obras No valgo para vender y Mujeres de hojalata. El primero, un libro sobre estrategia y éxito empresarial; el segundo, una ficción sobre la historia de una familia a través del tiempo, un recorrido con tintes históricos, aunque ella huye de esta etiqueta como de todas las demás. Dos libros que, en definitiva, han posibilitado a Martínez Santos reconciliarse con sus dos pasiones: enseñar y escribir. Y pese a tratarse de géneros tan distintos, tienen algo en común: «Mi manera de entender la vida, lo que podríamos llamar mis valores fundamentales, ese pudiera ser el nexo de unión», asegura la escritora.

No valgo para vender surgió como respuesta a una frase que Eloísa escuchó cientos de veces durante sus años como comercial, un mantra que parecía instalado en el cerebro de quienes se asomaban al mundo de las ventas y que Martínez Santos se propuso echar abajo: «Sobre todo me propuse que se dieran cuenta de su valía, porque las personas que me decían: “¡Ay, Eloísa! Si yo no valgo para vender”, ¡valían y mucho! Les faltaba creérselo, temían asustar a sus clientes si les ofrecían productos después de cobrarles su trabajo. ¿Y sabes qué conseguían con ello? Pues que los clientes, que ya tenían una necesidad creada, se fueran a la perfumería de la esquina o a un centro comercial a comprarlo».

La historia de Mujeres de hojalata es bien distinta, porque su protagonista ya vive instalada en el éxito, es una mujer de negocios que ha llegado a la cumbre de su carrera profesional; sin embargo, hay una parte importantísima de la historia de su familia que desconoce, que incluso desprecia, y, en el camino para descubrirla, se tropieza con las vidas de mujeres admirables que quedaron eclipsadas por la época que les tocó vivir. «Mi intención era escribir un sueño muy vívido que me gritaba: “¡Dame vida!”, y para ello necesita una historia. Elegí la que hoy se conoce como Mujeres de hojalata. Ellas reflejan a mujeres como tú, como yo, como otras tantas que conocemos. Mujeres que han amado y a veces han fallado, que sufren sin admitir la derrota, que salen adelante. En resumen: mujeres. Es que somos así. Elegí a una empresaria como protagonista principal porque en esa posición me sentía segura, más natural que si Carmen hubiera sido astronauta, por ejemplo».

Queda claro que, a pesar de ser dos libros tan distintos en cuanto a su temática, definen muy bien a su autora y tienen mucho de ella, pero, por si no queda claro, ella lo define perfectamente: «En No valgo para vender, transmito lo que con toda seguridad sé que funciona, por experimentarlo empíricamente. En Mujeres de hojalata, dejo presencia de mi manera de pensar, el sentido que doy a la vida. Lo que amo, en lo que creo, lo que detesto».

 

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