Gabriel Martínez, autor de ‘Volveremos a Mandalay’: «Todas mis novelas son, en el fondo, películas»

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Por Eva Fraile.

Apasionado de la novela histórica, Gabriel Martínez (Rafal, Alicante, 1952) se define a sí mismo como escritor y viajero, aunque no necesariamente en ese orden. La mayor parte de su producción literaria pertenece al género histórico, en el que ya es todo un experto, incluso una de sus novelas, La estirpe del Cóndor, fue finalista del Premio Azorín. Su última novela publicada es Volveremos a Mandalay, que tiene también ese toque fascinante del cine negro clásico.

P. Tus novelas se encuadran fundamentalmente en dos géneros: novela negra y novela histórica, ¿en cuál te sientes más a gusto?

R. En ambas, aunque he de reconocer que disfruto mucho más escribiendo novela histórica, sobre todo con la fase de documentación. Las novelas históricas que reinventan la historia para adaptarlas a la trama me parecen una estafa intelectual, por eso dedico mucho tiempo a la documentación e investigación del periodo que sirve de trasfondo a mis novelas históricas. La novela negra, muchas veces, me sirve de relax entre una y otra novela histórica.

P. ¿Te gustaría probar con algún otro género?

R. Tengo novelas de otros géneros, como Las putas de Nuestra Señora de la Candelaria, que es una crónica social de un periodo de la historia de Colombia (que no sé si ha concluido), o Yo que no vivo sin ti, que es el relato de amor/desamor de un escritor desahuciado. 

P. La estirpe del Cóndor está ambientada en los últimos días del Imperio Inca, y narra temas tan apasionantes como el de la icónica ciudad de Vilcabamba. ¿Fue difícil documentarte para escribirlo?

R. Vilcabamba fue la última capital de los incas que intentaron resistir a la conquista. Perdida para la historia después de su conquista por los españoles en 1572, ha habido y hay una gran controversia sobre su ubicación. Buscada sin descanso por arqueólogos y aventureros desde hace más de un siglo (Hiram Bingham la buscaba, y creyó haberla hallado cuando descubrió Machu Picchu en 1911), se cree haberla descubierto recientemente, pero todavía no hay consenso al respecto dentro de la comunidad académica.

Para la documentación recurrí a las crónicas de los conquistadores y a documentos y mapas de la época, libros de historiadores peruanos y norteamericanos, etc. Incluso hice un viaje a la zona para ver los ríos, valles y montañas donde se ubicó el llamado reino de Vilcabamba durante los treinta y siete años siguientes a la conquista del Perú.

Volveremos a Mandalay
Volveremos a Mandalay

P. En Volveremos a Mandalay hablas sobre la historia de Europa antes de la Segunda Guerra Mundial, y concretamente tocas el tema de España y la visión que se tenía en ciertas embajadas sobre nuestro país. ¿Es cierto que España era considerado un lugar estratégico para las potencias europeas?

R. Absolutamente. Durante la II Guerra Mundial, los alemanes buscaron sin descanso que España entrara como aliada, mientras los ingleses hicieron todo lo posible para que permaneciera neutral.

P. Hace poco has reeditado la portada de El asesino de la Vía Láctea, ¿qué importancia le das a la portadas de tus libros?

R. La portada de una novela es fundamental, porque es la primera impresión que el posible lector recibe de ella. Es bueno que sea atractiva, pero no debe engañar. Su misión, desde mi punto de vista, es que sea una pincelada del contenido.

P. Cuando escribes novela negra, ¿es complejo crear personajes con esas contradicciones, con tantos matices, que parecen malvados pero tienen un buen fondo?

R. No, en absoluto. Basta mirar alrededor para encontrar personas capaces de lo peor y de lo mejor. El ser humano es así de complejo. 

P. ¿Qué autores te han inspirado a la hora de escribir?

R. Soy un lector empedernido desde la adolescencia. Supongo que son muchos los autores que me han inspirado a la hora de ponerme a escribir, por ejemplo, Dostoievski o Borges, pero si tuviera que citar a alguien, mencionaría al Vargas Llosa de Conversación en la Catedral, me parece una obra maestra que releo periódicamente. Pero tanto como la literatura, creo que me ha inspirado el cine, su ritmo y su lenguaje (también soy un cinéfilo impenitente), y de este universo, me quedaría con John Ford.

P. ¿Cuál de tus novelas te gustaría especialmente ver adaptada al cine?

R. Volveremos a Mandalay sería una buena película, incluso una serie; pero también El asesino de la Vía Láctea o Las putas de Nuestra Señora de la Candelaria. Como antes te dije, todas mis novelas son, en el fondo, películas.

 

 

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