Marta de la Fuente Soler, autora de ‘Galernas’: «Ser espiritual es inherente al ser humano»

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Galernas
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Cuando Marta de la Fuente Soler (Bilbao, 1990) habla sobre Galernas, reconoce que se trata de su obra más pura, que surgió desde un lugar, en las profundidades de su ser, lleno de amor, casi infantil, pero que, seguramente, nunca más pueda volver a brotar nada de ese manantial. Lejos de apenarse por ello, la autora bilbaína se confiesa llena de agradecimiento e ilusión.

P. ¿Tenías claro de niña que algún día te ibas a dedicar a escribir?

R. Sí, era lo que siempre respondía a la famosa pregunta de qué quieres ser de mayor.

P. En Galernas hablas del poder de los sueños, pero ¿qué significan los sueños en tu opinión?

R. Creo que los sueños son mundos, son posibilidades. Creo que tanto los sueños dulces como las pesadillas son buenos amigos, a veces te dirán cosas que no quieras oír, otras te los comerías a besos, hay que escucharlos, en cualquier caso, algo se saca siempre.

P. ¿Qué hace tan especial a Galernas?

R. Que ha brotado de un lugar donde hay mucho amor, del puro, casi diría del de los niños. Nunca había escrito antes desde un lugar así. Sin embargo, a ese lugar se lo llevó soplando Galernas. En adelante, escribiré desde otros sitios, pero no creo que pueda volver a revisitar ese jardín. Aún así, no contemplo esta posibilidad con pena, sino con una agradecida nostalgia. 

P. Bajo el seudónimo de China Iturriko, publicaste Historias de una generación, un libro de relatos de corte más urbano. Háblanos un poco sobre él.

R. Historias de una generación empezó como dos cuentos sueltos: el primero lo escribí en Madrid, cuando aún cursaba la universidad, y el segundo, en París, ciudad en la que conseguí mi primer empleo. De hecho, hay algún cuento en esta colección en el que aparece París como gran protagonista. Viviendo aún en esta ciudad, me hallaba escribiendo una novela pese a que seguir adelante con ella no me acababa de convencer. Paralelamente, me iban asediando nuevas ideas para estos cuentos que resultaron camaradas de un zeitgeist común: todos estos relatos tratan sobre gente joven en busca de «su verdad», así que fueron tomando, casi sin yo darme cuenta, tanta fuerza en mi cabeza que abandoné la novela, sin ningún tipo de remordimiento, y admití la supremacía de esos pequeños relatos. Tenían mucha más garra. Decidí apostar por ellos y salieron quince.

Y lo del seudónimo fue una feliz idea. Desde pequeña me encanta inventarme nombres, algo que se aprecia en Galernas. En la universidad, mis amigos me llamaban «china» porque por aquella época estudiaba chino mandarín, y lo de Iturriko (pronúnciese itúrriko) es mi primer apellido en vasco. Pero apenas lo usé, caí en la cuenta de que Marta de la Fuente Soler ya suena bastante a escritor.

 P. Alguna vez has definido Galernas como una saga familiar, ¿te definirías a ti misma como una persona familiar?

R. Creo en la familia que escoges; sus miembros pueden estar dentro de tu árbol genealógico o no.

P. ¿Y como una persona espiritual?

R. Ser espiritual es inherente al ser humano, por tanto, me guste o no, que me gusta, todos somos espirituales, también, por supuesto, le guste al resto o no. La cuestión es, o bien vivir siendo consciente de esta espiritualidad y hacerla tu aliada, o ignorarla completamente. Ahí cada uno, según considere.

P. ¿Con qué autor o autora te gustaría que te comparasen?

R, No me gustan las comparaciones, pero quizás son necesarias. Más que necesarias, son funcionales. Ahora: personas que han leído el libro lo comparan con la literatura de García Márquez y esto para mí es un arma de doble filo, un tremendísimo halago, pero hablamos de un gigante de la literatura universal, juega en otra liga; aunque, puestos a compararme, prefiero que me comparen con un pichichi, está claro.

P. ¿Qué nuevos proyectos tienes en el horizonte?

R. Soy muy reservada para todo lo que no he concluido. Es todo lo que puedo decir al respecto.

 

 

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