Crítica de ‘Uncharted’: Tom Holland lleva al cine al Indiana Jones de los videojuegos

Uncharted

Los videojuegos de Uncharted son a día de hoy una de las sagas más importantes y ambiciosas del panorama mundial. Distribuidos por PlayStation (Sony), desde el lanzamiento del primero allá por el año 2007 la historia del explorador Nathan Drake ha ganado adeptos a base de buen hacer con juegos muy entretenidos y trabajados. Los prestigiosos reconocimientos que ha recibido a lo largo de estos 15 años y sus grandes números de ventas son la mejor muestra de ello. Ahora, la propia Sony ha decidido al fin ir un paso más allá y cumplir con la petición que los fans llevan haciéndoles tanto tiempo: llevar la saga al cine. Debido a su edad, no ha sido con Nathan Fillion, la gran apuesta del público por su parecido físico con el personaje. El cargo ha caído nada menos que en Tom Holland, el actor de moda de Hollywood por su papel como Spider-Man. La decisión no estuvo exenta de polémica ya que es «demasiado joven». ¿Habrá cumplido entonces Uncharted con las expectativas? Para comprobarlo, acercaos al cine, pues la película ya se ha estrenado a nivel mundial este mismo viernes 11 de febrero.

La cinta, lejos de lo que podría pensarse, no coge al personaje de Nathan como se le ha visto tradicionalmente en los videojuegos, sino que sirve como una suerte de precuela, tal y como ocurría en la última entrega de Uncharted. El protagonista es aún un muchacho inexperto, aunque habilidoso e inteligente. Y la película nos lo presentará en su primera gran misión, la de encontrar el tesoro perdido más grande de la historia, escondido por los conquistadores españoles Juan Sebastian Elcano y el resto de la tripulación de la legendaria vuelta al mundo de Magallanes. Para ello, Nathan contará con la ayuda de personajes de lo más variopintos como Victor Sully (Mark Wahlberg) y Chloe Frazer (Sophia Taylor Ali), pero también se enfrentará a enemigos muy poderosos como el millonario español Moncada (Antonio Banderas) o la mercenaria Braddock (Tati Gabrielle).

Como en cualquier adaptación de un videojuego, en Uncharted había un cierto temor sobre lo que podía ocurrir. Si se mantiene demasiado intacto el material original puede caerse en el pecado de olvidarse de que el cine y las consolas son medios diferentes, haciéndolo largo y pesado. Si, por el contrario, se quiere innovar y ser original, se puede caer en el ridículo absurdo y en la falta de respeto a una obra ya consagrada. En este caso, el estudio ha tratado de mantener un cierto equilibrio con el que dar a los fans más longevos numerosas píldoras de fan-service a la vez que se adaptaba a los estándares del cine de aventuras. El resultado es más que aceptable, aunque a veces algo irregular.

Es cierto que ese espíritu de aventura y exploración está bastante conseguido y no se pierde en ningún momento. Además, al tratarse de una historia de orígenes, se toma numerosas licencias expositivas para descubrirnos el mundo en el que se mueve con la excusa de que también lo está descubriendo el propio protagonista. Pero si algo caracteriza a los juegos de Uncharted es que, además de una trama muy pulcra, también tienen numerosos momentos o «misiones» con las que ir avanzando y haciendo pequeños hallazgos. Estos momentos son sensacionales en los juegos, pero en la película el camino está menos logrado. Aunque se siguen determinadas pistas que les llevan de un sitio a otro, la mitad de las resoluciones que se toman para que la cosa avance son demasiado simplonas y carentes de sentido. No transmite tanto esa sensación de querer disfrutar del viaje sino de querer ver cuanto antes a dónde nos lleva. Aquí la brecha con el juego es importante.

La historia, evidentemente más corta, también es algo menos interesante, pero en ningún caso fallida. Sumado a las numerosas escenas de acción bastante bien conseguidas (y muy fieles a las mecánicas del videojuego), y al trepidante ritmo que mantiene el director Ruben Fleischer, el resultado final es un filme de aventuras bastante entretenido. Uncharted recoge todos y cada uno de los clichés clásicos de este tipo de cine, resultando a veces demasiado evidente y poco original. Pero lenguaje está modernizado y eso se agradece en pantalla. No será nada particularmente novedoso que le valga para subir el nivel, pero da la talla. Y quién sabe si esto será suficiente para una secuela. Si funciona en taquilla, desde luego la merecería.

En cuanto al reparto, pese a su baile de estrellas no hay nadie particularmente brillante en Uncharted, aunque tampoco es que nadie de la nota a la baja. Tom Holland hace básicamente el mismo papel que en las películas de Spider-Man, añadiéndole simplemente un poco de mordiente y carisma a este novato inocente que es Nathan Drake de joven. Consigue lo que se propone y le vale de sobra para llevar sobre sus hombros el peso de la trama sin grandes registros. El otro personaje que llama la atención es el de Banderas, que mantiene en todo momento un tono extraño, entre lo serio y amenazante y lo excéntrico y cómico. No es su mejor trabajo, desde luego. El resto están todos correctos, ninguno tiene un desarrollo particularmente destacable.

En líneas generales, Uncharted es una película estándar del género para pasar un rato entretenido. Podría, y quizá debería, haber sido algo más ambiciosa y no conformarse con replicar uno tras otro todos los tópicos del cine de aventuras. Pero, en realidad, estos hacen que el ritmo de la cinta no se atasque y la atención en las peripecias de Nathan Drake se mantenga casi en todo momento. No estará a la altura de obras legendarias como aquellas primeras Indiana Jones (de hecho se parece más a cosas como La Búsqueda), pero es suficientemente sólida para no caer por su propio peso. No será una inesperada alegría memorable, pero tampoco es una decepción. Y no creo que haya por qué pedirle más.