«Es maravilloso formar parte de estos Encuentros», explica Anabel Alonso al recoger el Premio Cincuenter22

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Cincuenter
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Los II Encuentros Cincuenter han concluido en Oviedo con un llamamiento a la necesidad de seguir inspirando, conectando y visibilizando a las mujeres de más de 50, mujeres fuertes y poderosas, que atesoran experiencia y siguen queriendo aprender. «Es maravilloso formar parte de esta idea, de estos Encuentros», ha dicho Anabel Alonso, emocionada al recoger el Premio Cincuenter22. «Antes no era tan consciente del papel que tenemos que representar. Tenemos que apostar las unas por las otras. Estamos consiguiendo nuestro lugar y de ahí nadie nos va a apear.»

A la convocatoria se han sumado, en esta ocasión, mujeres Sesenter y Setenter. O, en expresión de una periodista de la que se apropió Julia León, las Cincuenter con estrellas. “Yo me pienso morir cuando me muera. Ni un segundo antes”, asegura la artista. Manera de decir: hasta el rabo (de la edad, de la vida) todo es toro.

A ella, precursora de mil luchas feministas, aplica lo que José Luis Costillas, presidente de la Fundación Municipal de Cultura, organizadora de estos Encuentros, asegura de las Cincuenter cuando las define como “una generación llena de talento que ha permanecido en un segundo plano en demasiadas ocasiones”.

En un segundo plano, o en terrenos donde no se las esperaba, y alguno no las quería.

La cobertura informativa de los conflictos bélicos, por ejemplo. Las periodistas Ana del Paso y Nuria Varela reivindicaron la presencia femenina en el frente informativo no por una cuestión de cuotas, ni por mero prurito profesional de las reporteras, sino por la necesidad de incluir otras miradas en las coberturas.

Las ingenieras Sara Lozano y Ruth Raventós subrayaron la necesidad de impartir las clases de ciencias pensando en las mujeres, con perspectiva de género. “El que se oponga, es que no ha leído la literatura científica”, subrayó Lozano; y Raventós se preguntó por el rechazo que materias como la ingeniería informática suscitan en mujeres estudiantes que habían mostrado interés y demostrado su capacidad, que atribuyó a “una cuestión de estereotipos. ¿Qué ingeniera informática tienen las chicas como referente? La única que se me ocurre es Lisbeth Salander”.

Sole Giménez y Anabel Alonso demandaron el reconocimiento que merece al trabajo de las mujeres artistas. “Se diría que hemos sido solo intérpretes, pero hay muchas autoras, compositoras, mujeres con mucho talento”, dijo Giménez, en el curso de un concierto en el que ofreció sus versiones de canciones firmadas por compositoras. Alonso, por su parte, ha defendido que llegar a esta edad nos permite disfrutar de nuevas oportunidades, y ese es un regalo impagable, porque estamos en mejores condiciones para aprovecharlas.

Los II Encuentros Cincuenter acogieron, el viernes, la emisión del programa Las mañanas de RNE. Pepa Fernández destacó lo contradictorio que resulta que vivamos en una sociedad que desprecia la edad, una sociedad que sufre de edadismo, mientras envejece a toda velocidad.

Como si la hubiera escuchado, Belinda Washington lamentó el sábado que “esta sociedad no nos enseña a envejecer, nos aparta”, en una conversación con Tania Martínez, autora de 50 a mis espaldas y a mí me importa un bledo (HarperCollins Ibérica). “Envejecer es bueno —sostiene Martínez—, cumples años, acumulas experiencia, hay muchas cosas que puedes hacer, con serenidad. Pero te pones a buscar referentes de 50 años y no los encontramos”.

“Esa es la tarea que nos imponemos —concluye Yolanda Lobo, fundadora de estos encuentros—: buscar referentes y ofrecerles un altavoz para compartir su sabiduría, su experiencia.”

 

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