B. S. Pérez, autor de ‘El silencio del fraile’: «Siempre he tenido claro que mi primera novela debía transcurrir en Jumilla»

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El silencio del fraile
El silencio del fraile

Comienza a ser una corriente más o menos generalizada que los escritores decidan ambientar sus novelas en sus localidades natales. Esto está permitiendo que los lectores conozcan una riqueza cultural que va más allá de la literatura. Es el caso de El silencio del fraile, primera novela de B. S. Pérez, que nos muestra los secretos escondidos que ofrece la localidad murciana de Jumilla.

P. ¿Por qué elegiste publicar bajo un seudónimo?

R. Por varios motivos, pero principalmente porque quería que la persona que leyese el libro lo hiciese por su historia, por lo que ocurre en el interior de sus hojas, porque cuando leyese el título y la sinopsis le apeteciese leerlo, no por quien lo hubiese escrito. Confieso que la frase «Nadie es profeta en su tierra» me daba algo de miedo. No miedo al rechazo, sino miedo a que alguien pudiese no leer el libro por prejuicios o animadversión, siendo consciente de que, por el contrario, también podía perder lectores que no leerían la novela de no ser porque me conociesen.

P. Afirmas que llevas leyendo desde que tienes memoria. Cuéntanos qué libros te marcaron especialmente para decidirte de adulto a escribir.

R. Diría que empecé con la colección de clásicos que venían de suplemento con el periódico El País. Recuerdo cómo mi padre y yo subíamos las escaleras hacia los dormitorios cada uno con un libro en la mano. Unos años después, mi novia me regalaría Los pilares de la Tierra. Pensé: «Ya tiene que ser bueno Ken Follet para entretenerme durante tantas páginas». Lo es. Pero otro regalo, en este caso de comunión, fue el que me enganchó a la lectura: una edición muy bonita del primer libro, por aquel entonces, escrito en dos colores, sí, uno que también tuvo en sus manos Bastian Baltasar Bax: La historia interminable, de Michael Ende. Volviendo a la pregunta anterior: la B es de este mismo Bastian.

Sin embargo, estos son los libros que me atraparon en esta maravillosa afición (no quería dejar de mencionar a mis buenos agentes Mortadelo y Filemón), pero los que me marcaron, los que me hicieron decir «yo quiero escribir algo así», fueron los que componen la trilogía Memento Mori, de César Pérez Gellida. Los compré en una Feria del Libro de Madrid. Me llamaron la atención y tenía un viaje en tren por delante, comencé antes de que el tren se pusiera en marcha, sin saber que no podría dejar de leer hasta que el revisor me preguntó si no tenía casa. Mi mujer, al a mi lado, viajó sola…

P. ¿De dónde surgió la idea para El silencio del fraile?

R. Siempre he tenido claro que mi primera novela debía transcurrir en Jumilla. Es una ciudad con mucha historia y también con muchas leyendas, así que tenía que crear una novela negra utilizando elementos que Jumilla me regalaba, como el cipo funerario descubierto en Coimbra, el monasterio de Santa Ana, sus leyendas…, su propia historia, en definitiva. Uní los puntos, y la imaginación hizo el resto.

La idea surgió en una de mis subidas al castillo. Me acompañaba mi mujer, y a ella fue a quien primero conté el argumento de la novela. Recuerdo que subimos debatiendo los desajustes iniciales y bajé grabando en el móvil el primer «borrador» de El silencio del fraile.

P. El silencio del fraile tiene cosas en común con la obra de Dan Brown. Una de ellas es que mezcla el thriller con el tema de la Iglesia, ¿por qué dirías que funciona tan bien este binomio?

R. Creo que la mayoría de las personas vemos a la Iglesia como algo misterioso, con muchos secretos encerrados en sus muros, sobre todo por desconocimiento, y es en parte por el grosor de esos muros, que nos muestran un organismo estanco, perfectamente organizado, infranqueable y del que poco se sabe. Por ello, cuando alguien crea un thriller donde la Iglesia juega un papel importante, la imaginación del lector tiene muchos espacios por rellenar, y dado el género, siempre serán conspiraciones, asesinatos, etc.

No sería lo mismo hacer un thriller en una cadena de supermercados…

P. Durante el proceso de documentación para tu novela, ¿descubriste algo sobre Jumilla, tu localidad natal, que te haya sorprendido?

R. La verdad es que sí. Como decía, Jumilla tiene una riqueza histórica, arqueológica y mágica también que no me cansaré de estudiar. El trabajo de documentación me ha ayudado a conocer más esas leyendas que había oído, a descubrir nuevas historias que encierran las paredes del monasterio de Santa Ana o cómo era Jumilla en la antigüedad. Descubrí lugares que ya no existen, como el convento de Las Cinco Llagas de San Francisco o incluso un cementerio en el cerro del castillo correspondiente a la también extinta ermita de Santa María de Gracia.

Pero lo mejor es que he ayudado con esta novela a que los lectores de Jumilla conozcan un poco más la historia de su ciudad. ¡Bueno, y también de Alcantarilla! Que un lector alcantarillero contactó conmigo para darme las gracias por haberle descubierto la historia de la Casa Cayitas…

P. ¿Es el thriller tu género predilecto o te apetece probar en otro?

R. Es el que más me gusta, tanto leer como escribir. Es un género en el que el lector participa, se «mete» en la historia intentando averiguar antes que nadie quién es el asesino, y precisamente por esto me encanta escribirlo, porque volver loco a lector con giros inesperados, pistas falsas o personajes misteriosos me divierte muchísimo mientras escribo, y, por lo que me dicen, lo he conseguido en esta novela, hasta la última frase (mi favorita).

Aun así, escribiendo thriller debo de ser un poco psicópata (si no, no sería bueno), pero también me considero un hombre con mucho sentido del humor, así que ya tengo en mente una novela de «ficción» que reúne sátira, humor irónico y mucha verdad (por eso entrecomillo ficción), que verá la luz entre el segundo y tercer libro de esta trilogía. Os va a encantar.

P. ¿Qué dirías que tiene El silencio del fraile que pueda hacer que triunfe entre los lectores?

R. Creo que su punto fuerte es, además de la propia historia, la rapidez con la que se lee la novela. Aparte del gran trabajo que hay de corrección, diseño y maquetación, que hace que sea muy cómoda de leer, y mi forma de escribir, donde el final de cada capítulo te obliga a seguir leyendo. La novela no tiene un párrafo de relleno, es decir, no hay texto que no sea necesario, todo lo que lees en ella es importante, cada acontecimiento, cada acción o incluso cada pensamiento es crucial para que el lector intente averiguar quién es el asesino o asesina. Si a esto le sumamos que a cada momento se me ocurría un giro argumental donde le destrozo cualquier teoría al lector, pues creo que tiene todos los ingredientes para «atraparte».

P. ¿Qué personaje es tu preferido de El silencio del fraile?

R. Aquí se suele responder «el protagonista, el bueno», pero la verdad es que no sabría decidirme por uno. Todos tienen su peculiaridad: Antonio, el forense a punto de jubilarse, me cae muy bien; el sargento Molina, llevándose al inspector a comer antes que a ver el lugar del crimen, también tiene su punto de «bonachón», sin olvidarme de María y sus «madalenicas», Cristina la bibliotecaria, etc.

P.Esta va a ser difícil: cuéntanos algo que no te guste de tu novela.

R. Y tan difícil, me gusta todo. Al ser autopublicada, he podido cuidar hasta el más mínimo detalle, contando por supuesto con la ayuda de profesionales como Alicia Moll, mi correctora y editora, Pablo Yagüe, el diseñador de cubierta y plano interior y María José Carrascosa, mi maquetadora. He tenido la suerte de «tropezarme» con este trío de profesionales que han sabido sufrirme y entenderme a partes iguales, haciendo que todos nos sintiéramos orgullosos del resultado. Si ellos quieren, formarán el mismo equipo para las próximas entregas.

P. ¿Qué te dicen los lectores de tu libro?

R. Sinceramente, todavía no me acostumbro a las buenas críticas. Ya cuando recibía las primeras de mis «lectores beta» y posteriormente de mi correctora, me sorprendían, pero sigo sin asimilarlas.

Nunca hubiera imaginado lo que me ocurrió la semana pasada. Entré a una librería local y la propietaria y sus dos empleadas me estaban esperando para que les firmase un ejemplar. Habían comprado mi libro después de ver cómo lectores habían vuelto a la librería a preguntar por mí; ellos querían contactar conmigo por todos los medios para darme la enhorabuena, y eso les hizo a las chicas de la librería comprar mi novela y, cito textualmente, «devorarla». Sigo sin creérmelo.

Todos coinciden en la capacidad que tiene la novela de atraparte, y una vez que te atrapa, las hojas avanzan a un ritmo frenético hasta dejarte exhausto en la última frase, que te da una bofetada y te deja con ganas de seguir leyendo.

 

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