Artículo de opinión: ‘Santos de la patria’ de Óscar Sakaguchi

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Santos de la patria
Pancho Villa

Santos de la patria de Óscar Sakaguchi. Ganador de la XVIII edición de Excelencia Literaria

Una estudiante de Medicina me dijo que, en una de sus clases concluyeron que los héroes de la Revolución mexicana fueron sociópatas. No puedo dar fe de ello, aunque no me parece descabellado. Ningún protagonista del México revolucionario y postrevolucionario cuenta con un historial pulcro, que excluya actos viles o pérfidos. Todos tienen, como decimos en mi país, “cola que les pisen”.

No hace mucho, una opinión similar se convirtió en tendencia en Twitter, cuando varios usuarios recordaron algunos actos que Francisco Villa cometió mientras fue el líder de las principales fuerzas revolucionarias del norte. En particular, durante el asalto a Namiquipa, en el estado de Chihuahua, el 8 de abril de 1917, cuando Villa y sus hombres secuestraron a más de cien mujeres jóvenes, las violaron e, incluso, asesinaron a algunas de ellas.

Me pregunto por qué cometió tales delitos. Reidezel Mendoza, historiador y autor del libro Crímenes de Francisco Villa: testimonios, sostiene que se debió a una venganza. El Centauro del Norte, como se le conocía al revolucionario, quiso reclutar a los miembros de la Defensa Social, pero estos se negaron y, en consecuencia, Villa se presentó en el poblado de Namiquipa con la intención de ejecutarlos. Como no encontró a aquellos que buscaba, ordenó capturar a las jóvenes del lugar. Además de lo ya contado, los villistas provocaron destrozos e incendios que se cobraron la vida de más personas.

Me pregunto qué pensarán los lectores al saber que el gobierno mexicano declaró este 2023, como el Año de Francisco Villa. ¿Qué mensaje pretenden comunicar de esta figura de la Revolución? Me malicio que las intenciones gubernamentales no buscan elogiar las atrocidades que Villa cometió sino enaltecer sus hazañas pues, al final de todo, Villa representó a una clase social —los campesinos— cuyos derechos no se hubiesen reconocido en nuestra Constitución de no haber sido por él y por Emiliano Zapata. Por tanto, en la decisión de entregarle este año de homenajes, se busca reforzar el espíritu patriótico de los mexicanos.

Uno de los grandes vicios de nuestra historia (y la de otros países) es el de crear “héroes” para fomentar la unidad. Cuando la república federal mexicana se consolidó de manera definitiva, surgió la necesidad de unir al país de algún modo. Uno de esos modos fue mediante el patriotismo. Hacer de Hidalgo, Morelos, Josefa Ortiz, Benito Juárez o Ignacio Zaragoza héroes patrióticos, fue una manera efectiva de contagiar un espíritu mexicano. El problema es que se los elevó a un altar, arrebatándoles su humanidad, idealizándolos. Sus errores y el mal que cometieron se ha escondido, pues es impropio de su nueva condición: la de Santos de la patria. El héroe patriótico es, en realidad, una mito incompleto si sólo nos enfocamos en exaltar su contribución positiva. De ese modo sesgamos nuestro criterio, porque olvidamos que existe también una parte negativa que merece la pena conocerla y analizarla, para aprender de ella.

Santos de la Patria
Óscar Sakaguchi

Por supuesto, el patriotismo puede ser uno de los muchos puentes que nos encaminen hacia el bien común, pero si elige piezas incompletas del pasado, lo único que logra es la indiferencia y la falta de compromiso de las nuevas generaciones ante las responsabilidades y las obligaciones que México nos demanda.

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