Relato: ‘Pájaros en la cabeza’ de María Pardo Solano
Pájaros en la cabeza de María Pardo Solano. Ganadora de la XIV edición www.excelencialiteraria.com
Me pregunto por dónde habrán entrado los pájaros que habitan en mi cabeza. Tal vez se me colaron por los orificios de la nariz mientras dor
mía, o estaban escondidos dentro del café y me los bebí sin darme cuenta. Sea como fuere, han fabricado sus nidos entre mis neuronas y no logro ahuyentarlos.
Esta peculiar compañía acarrea distintas consecuencias. Para empezar, a menudo sufro el impulso irremediable de piar. Mis labios silban melodías, entonan un “pío pío” que no cesa. ¡Parezco un disco rallado! Lo positivo es que mi habilidad musical, antes mediocre, se ha vuelto excelente; soy capaz de reproducir complejas sinfonías sin desafinar una nota.
A la hora de comer siento una atracción especial por las lombrices y los insectos. La verdad es que son tiernos y sabrosos; todos los humanos deberían probarlos. En la intimidad de mi cuarto puedo satisfacer este gusto sin vergüenza, porque me resulta difícil ocultarlo ante mis amigos y familiares. Una vez me descubrió mi madre, y tuve que actuar como si estuviese sonámbula.
Mi ritmo al caminar también ha cambiado. Ahora avanzo a saltitos. Si veo a un anciano alimentando a las palomas, ¡horror!, no puedo evitar correr hacia el lugar para llevarme a la boca las migajas del suelo. Los niños se ríen de mí y los adultos me observan con lástima. Deben pensar que estoy loca, pero no les culpo.
Lo que más me impresiona es que he aprendido a volar. Cada noche, si el viento es favorable, me lanzo al cielo con los brazos extendidos y los pies cruzados. Planeo junto a los rascacielos y rescato globos que vagan perdidos, atenta a que no me descubra ningún ser humano. Cuando se me resienten los brazos, descanso sobre las ramas de los árboles, en donde discuto con las ardillas acerca del tiempo que hará al día siguiente. Después aprovecho la oscuridad para abastecer mi provisión de lombrices. Sé que la Luna me mira con sorpresa, pero no se molesta en preguntar. ¡Mayores rarezas habrá visto!
Aún no estoy preparada para volar en público. Pero si algún día ves una figura humana cruzando el cielo, no pienses que se trata de una ilusión óptica: es María, una niña con una trenza castaña, un collar de colores y pájaros en la cabeza.