Entrevista a Aurora Guerra, autora de ‘La cárcel del aire’: El placer de escribir una novela, en comparación a un guion, es la libertad»

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Aurora Guerra
Aurora Guerra

Guionista de televisión, su nombre está detrás muchos de los más grandes éxitos de la pequeña pantalla. De alguno de ellos (El secreto de Puente Viejo) sacó una novela (El baile del destino),
pero, en esta ocasión, la ficción es original. La cárcel del aire se titula, la publica HarperCollins Ibérica y ha permitido a su autora, adentrarse en dos mundos de lujo y esplendor: el arte… y los ladrones de guante blanco.

P. Eres conocida y reconocida como guionista. ¿Es esa profesión una buena escuela para un escritor?

R. ¡Gracias! Guionistas y escritores compartimos oficio. Usamos la escritura como herramienta, pero los primeros, para otro soporte, el audiovisual. Tanto para desarrollar un buen guion, efectivo y que cumpla con nuestros objetivos, como para escribir una novela, creamos una historia, construimos una estructura, planteamos líneas de acción, giros dramáticos, inventamos unos personajes… La ventaja añadida de ser guionista es que, en un guion, un buen guion, la acción debe avanzar. Un guion es movimiento, ritmo, valles y cumbres (narrativamente hablando). Si aplicamos esto a una novela, en mi opinión, esta tendrá más posibilidades de poseer los elementos fundamentales para atrapar al lector.

P. Creo que previamente publicaste una novela nacida de una ficción televisiva. Pero, esta vez la novela es completamente original. ¿Qué te ha llevado a dar el paso?

R. Cierto, he publicado novelas anteriormente, El baile del destino estaba basada en la serie que tantas alegrías, profesionalmente hablando, nos dio: El secreto de Puente Viejo. Era una novela planteada como un cuento para adultos, más oscura que la serie, con unos elementos dramáticos que no podía explorar para la televisión. En La cárcel de aire, efectivamente, el argumento es completamente original. El placer de escribir una novela en comparación a un guion para una serie o película, es la libertad. La libertad de crear sin tener que ceñirte a un presupuesto, a unas peticiones de la productora o plataforma, a un número de personajes o secuencias. Es muy
gratificante.

P. Entiendo que el planteamiento de una novela y el de una serie, es decir, el momento en el que la idea surge, es similar. ¿En qué momento y cómo empiezan a divergir los dos procesos creativos?

R. Es una gran pregunta, porque la línea es difusa, en cuanto a creación. En mi caso, me dejo llevar por los hechos, por las acciones, sin encorsetarme a una escaleta que previamente haya creado. Las ideas se van modificando casi solas, al igual que los personajes, llega un punto en que comienzan a
hablar por sí mismos. Si intervienes demasiado, la cosa chirría. Por tanto, volvemos de nuevo al tema de la libertad que te da escribir novela. En un proyecto audiovisual, una vez que la maquinaria se ha puesto en marcha, no puedes sacarte un as de la manga de repente, porque una serie es un
castillo de naipes. Si quitas un elemento, la producción puede irse a pique.

P. Por ejemplo…

R. Las ciudades que aparecen en La cárcel de aire no siempre fueron las mismas. A medida que la historia iba pidiéndome elementos, añadía lugares. Florencia fue uno de ellos. Eso es impensable en una producción audiovisual. Una vez se crea el diseño de producción es altamente improbable que, por buena que sea la idea que se te ocurra, te acepten grandes cambios que implique gastos o ajusten en un plan de rodaje.

P. ¿Cómo es Carlota?

R. Carlota es un disfraz muy auténtico.

P. ¿Y qué nos puedes contar de Armando?

R. Un hombre que se agarró al arte como tabla de salvación.

P. ¿En cuál de tus producciones televisivas encajarían?

R. Lula, sin duda, en Escándalo, relato de una obsesión. Armando sería un gran militar en Fuerza de Paz. A Carlota me la llevaría a cualquier parte, porque me parece un personaje encantador a veces, pesadísima en otros, divertida en su espontaneidad, peligrosa en su oscuridad. Vulnerable, y al tiempo, indestructible.

La cárcel de aire
La cárcel de aire

P. La novela está llena de lujo y esplendor. Eso, en una serie o en una película debe resultar carísimo…

R. Todo depende de lo bien que se gestione un presupuesto. Te aseguro que hemos hecho cosas increíbles con presupuestos muy bajos. Pero, obviamente, si quieres un diamante, tienes que pagarlo. Lo complicado es cuando te piden un diamante a precio de baratija. Igualmente, creo que la inversión merecerá la pena, y mi intención es llevar esta novela a su
formato audiovisual.

P. Aunque el posible presupuesto provoque dolores de cabeza, ¿hay una serie en La cárcel del aire?

R. No tengo ninguna duda. Sería una gran serie, o película. Tiene todos los elementos necesarios para resultar entretenida: misterio, acción, belleza, arte, sexo, venganza… Y no olvidemos que se hacen series y películas porque se gana dinero con ellas.

P. ¿Es el arte una de tus pasiones? ¿Cómo te documentaste?

R. El arte es el lugar donde todos podemos refugiarnos. Para cada ser humano cada cuadro, cada escultura, cada composición musical, significa algo distinto. Puedes encontrar belleza en determinada obra, y a otra persona resultarle aborrecible, o insustancial. Incluso tus propios gustos pueden variar a lo largo de tu vida. Una pintura, para mí, es algo vivo, porque cambia con los ojos de quien lo ve. No soy, en absoluto, una experta ni pretendo serlo. Soy una, digamos, usuaria aplicada.

Leí mucho, visité museos, galerías, exposiciones. Pregunté a todo quien me quiso responder… Como en cualquier trabajo de documentación, sientes que seguirías investigando y aprendiendo más y más, notas que te falta tiempo.

Admiro a los compañeros y compañeras que escriben novela o series históricas. Es un trabajo meticuloso y fascinante, pero también agotador.

P. En su elogio, Carmen Mola dice: «Aurora Guerra resucita la novela de ladrón de guante blanco». Es una figura que había caído en desuso, pero ahí tienes al Lupin de Omar Sy… ¿Hay en ti una secreta admiración por ellos?

R. No tan secreta, vista la trama de la novela, ¡jajaja! Lo cierto es que, a los robos ejecutados con precisión e imaginación, les rodea un halo de romanticismo (o admiración) evidente. No hay violencia, no se roba al desvalido o al indefenso. Tiene algo divertido, ese desafío de resolver un
rompecabezas para llevarte un premio de valor incalculable a casa. Y, sobre todo, hablamos de ficción. Por lo que yo sé, tras hablar con policías, empresas de seguridad, etc. Es casi imposible robar en un museo o similar.

Pero, soñar es gratis. Y bonito.

P. La venganza es un motor de la historia, y fuente inagotable de inspiración. ¿Eres vengativa?

R. Tengo un trabajo maravilloso para descargar todos mis malos instintos. Así, en la vida real, no me quedan ganas de vengarme de nadie. En realidad, la mejor venganza es que quien te ha querido hacer daño vea que eres feliz.

Pero, eso sí: la venganza es un motor extraordinario para el drama.

P. La última: aunque tendrá sus momentos de soledad, el trabajo del guionista es en equipo. ¿Lo echabas de menos cuando te sentabas frente al ordenador sin nadie a tu lado?

R. Me gusta estar sola y, como bien dices, aunque hay fases en las que los guionistas trabajamos en equipo, hablamos todos a la vez, y disfrutamos mucho diciendo y escuchando tonterías a veces, ideas brillantes otras, a la hora de la verdad, eres tú y tu ordenador.

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