Teatro del Barrio estrena su nueva producción ‘La Gran Cacería’

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La gran cacería
La gran cacería

Juan Mayorga es dramaturgo, director teatral, académico de la RAE, Director Artístico de Teatro de La Abadía y Premio Princesa de Asturias de las Letras 2022. Y también es un frecuente colaborador de Teatro del Barrio. En este escenario se representaron sus obras Famélica La lengua en pedazos, y ahora estrena, por impulso de este teatro y tras una residencia artística en sus espacios, La Gran Cacería. “No es la primera obra mía que nace de un insomnio, así como he escrito otras obras que nacen de un sueño”, recuerda Mayorga. Y es que La Gran Cacería tiene mucho de paisaje onírico, de pesadilla y de la dificultad de dormir cuando sabemos que hay personas en peligro. Goethe, el Arca de Noé y la Roma del Imperio son algunos mástiles de un texto con una gran profundidad literaria.

La obra resulta de la colaboración de una flota teatral formada por el propio Mayorga; por Teatro del Barrio, productor del título; Festival de Otoño, en cuya 41ª edición se estrena la propuesta; Cuarta Paredteatro vecino de Lavapiés que acogerá las dos únicas funciones del espectáculo, el 17 y 18 de noviembre; y Will Keen, su protagonista y una referencia internacional, Premio Laurence Olivier 2023 al Mejor Actor. Como producción, suma al repertorio del Teatro del Barrio una nueva propuesta que aboga por impugnar las estructuras de privilegios, y por combatir el racismo estructural y la herencia del colonialismo. Sigue la estela de No soy tu gitana o Infiltrado en VOX. Y se añade a otras líneas de programación de este proyecto cultural que tienen en su eje sensibilidades como el feminismo, la memoria o el amor libre.

¿Sabemos qué nos quita el sueño?

En La Gran Cacería, un hombre, en su camarote, de noche, no consigue dormir. A su memoria vuelven una y otra vez imágenes de otras naves, de otros viajes. Es, quizás, un viaje en el tiempo más que en el espacio, porque el Mediterráneo es mucho más que un testigo de la historia de Europa: es protagonista, es carcelero, es enterrador, es forjador de carácter, es alimento de pasiones, es dios y diablo, es mito y realidad.

El viajero cruza un mar que vertebra una idea de Europa, como cuna de una cultura capaz de lo mejor y de lo peor. Imágenes que le quitan el sueño y que llevan al viajero a pensar en los animales que viajan con él en la bodega del barco. Juntos atraviesan ese mar que ha visto crecer la civilización a la que pertenece, una civilización que se ha desarrollado culturalmente pero a base de guerras, conquistas y revoluciones, considerando muchas veces a otras civilizaciones como vulgares bestias.

En estos pensamientos está el viajero entretenido cuando le llega la invitación para participar, junto al resto de las personas del barco, en un simulacro de catástrofe, para lo que tiene que salir de su camarote. ¿Sale realmente? ¿Realmente está despierto? Porque parece que asiste a ese simulacro, pero quizás solo lo está imaginando, solo lo está soñando. ¿No es el sueño un simulacro poético de lo vivido y lo por vivir? Lo que sucede en ese instante quizás vivido, quizás soñado, es que las bestias, aprovechando el simulacro, se hacen con el control del barco.

Una experiencia personal

El desembarco creativo de La Gran Cacería en la imaginación de Mayorga se produjo en una noche de insomnio. “Viajé a Sicilia en 2018”, recuerda. “Una noche, navegaba en un barco que me devolvía de la isla, en el interior de un camarote junto con otras personas que dormían mientras yo no podía concebir el sueño. Mi cabeza se fue a otro barco que había visto representado en un mosaico en Palermo”. En ese mosaico se narra, «organizada en cuatro viñetas, la historia de unos animales que entran y salen de una nave marítima, como en el Arca de Noé”. También había visto animales ese día, en la cubierta del barco del que era pasajero. “Pero ese mosaico, titulado La Gran Cacería, representa una escena muy diferente a la del Arca de Noé”, que se construyó como salvación de una inundación divina que perseguía destruir la humanidad. Esta representación era “la captura de fieras en Asia y África para ser exhibidas en el circo del Imperio Romano”.

Poco a poco se fue agrandando el surco, “se me fue haciendo claro que aquel tercer barco, que transportaba animales que habían sido cazados para exhibir su belleza, era una expresión del colonialismo. Las imágenes eran impresionantes, pero la narración expresaba que Roma podía llegar a cualquier rincón y traerse a sus bestias”. Y el sueño de la razón produce monstruos: “mi cabeza se fue a un detalle que había en el mosaico, la imagen de un hombre golpeando a otro con algo que podría ser un palo o un látigo. Pensé que la violencia contra los animales y la violencia colonial o imperialista es la violencia de unos seres contra otros, incluida de unos seres humanos contra otros”.

No se contiene el agua del mar entre las manos, y tampoco la imaginación: “en ese cruce enloquecido de imágenes que es propia de los sueños y de los insomnios pensé en otros barcos que, probablemente en esa noche, en ese momento, estaban en el océano. Pensé en cayucos o barcazas transportando a personas de costas asiáticas y africanas a costas más ricas, a Europa”. En un océano de desesperanza.

Una exploración de la palabra y el cuerpo que la pronuncia

Will Keen interpreta el texto de La gran cacería con la colaboración de los intérpretes Fran Reyes (Los Mariachis, El tratamiento) y Ana Lischinsky (El rumor analógico de las cosasEl futuro). Pero, además, La Gran Cacería indaga en las posibilidades expresivas y artísticas de la convivencia entre el soliloquio y las artes del movimiento. “Creo que parte de mi responsabilidad y trabajo es explorar otras formas de textualidad teatral”, reflexiona Mayorga. “Desde que empecé a concebir La Gran Cacería no la pensé para ser leída, sino como texto que se representaría en un escenario. Pero sentí que era interesante que en la experiencia fuese importante un trabajo interpretativo muy físico”. Así se emprendieron las conversaciones “con Sol Picó, a quien agradezco enormemente su colaboración, porque, aunque finalmente no ha podido estar en el espectáculo, su influencia ha sido fundamental para el resultado de la obra”.

Elisa Sanz, escenógrafa y figurinista, y Pedro Yagüe, diseñador de iluminación, ambos merecedores de varios premios Max, completan el equipo artístico de La Gran Cacería junto con Nacho Bilbao, creador sonoro y director musical que ha trabajado con comunidades utilizando el teatro y la música como medio de intervención, y forma parte del equipo de la compañía The Cross Border Project. Miguel Valentín (de las compañías Valentín y Novákova y Los lúmenes) es ayudante de dirección.

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