Eva Baeza, autora de ‘La colina de los gatos’: «Me siento fuertemente atraída por las personas valientes, especialmente las mujeres»

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Eva Baeza
Eva Baeza

La Guerra Civil española, cómo se vivió desde el entorno rural, las relaciones familiares a través de las generaciones que vivieron este dolor, son algunos de los temas que sirven de hilo conductor a La colina de los gatos, el debut literario de la barcelonesa Eva Baeza. Para ella, las relaciones familiares son fundamentales a la hora de configurar quiénes somos, de la misma forma que dar vida a su primera novela ha sido una manera de definirse a sí misma y dejar fluir una pasión que llevaba dentro desde hacía mucho tiempo.

P. Háblanos del legado familiar, en general. ¿Crees que es un regalo o una maldición?

R. Las relaciones más amorosas y conflictivas son las que se crean en el seno familiar, porque son
las personas con las que más nos perturbamos. Son con quienes más mostramos nuestra vulnerabilidad y a quienes más apegados estamos emocionalmente. De ahí que esperemos
inconscientemente que resuelvan los conflictos internos que no sabemos resolver por nosotros mismos.

El indicador más fiable de que hemos conquistado la madurez emocional es agradecer todo lo
que hemos recibido y nos han transmitido nuestros padres. No nos liberaremos definitivamente de ellos hasta que no comprendamos y perdonemos sus errores. A partir de entonces, al mirar atrás, solo habrá gratitud.  Como dijo Milton Ericson: «Nunca es tarde para tener una infancia feliz».

La colina de los gatos
La colina de los gatos

P. ¿Qué te ha enseñado La colina de los gatos?

La colina de los gatos me ha enseñado a creer en mí, a tener la convicción de que toda pulsión
acaba saliendo tarde o temprano. Y cuando te rindes a esa pulsión, el universo entero se alinea
para ayudarte.

P. ¿Te has inspirado en algún personaje real para contar tu historia?

R. Ningún personaje representa al cien por cien a alguien en quien me inspirara. Me apasiona la
psicología y, desde esta disciplina, armar esqueletos psicológicos tan sorprendentes como
convincentes.

P. La protagonista, Andrea, parece que está en constante búsqueda del sentido de su vida… ¿Estás de acuerdo?

R. Andrea, con todos sus defectos, se acepta a sí misma tal como es, lo que la lleva a aceptar a los
demás como realmente son. A diferencia de muchas personas, ella no va por la vida con una
imagen mental en su cabeza de cómo la gente debería ser. Por eso no reacciona, no sufre y no
entra en conflicto cada vez que alguien no cumple con sus expectativas. Es un ser que se siente
libre y, por tal razón, entiende la libertad como un auténtico desapego hacia el otro. Sabe que si se aferra a su pareja, destruirá el amor mismo al que se aferra. Por eso deja salir el amor de
la jaula, lo deja ir, sabiendo que si vuelve es porque realmente quiere estar con ella.

Una reacción que los lectores me cuestionan permanentemente porque ven a Andrea como un
ser frágil e inseguro. Muchos no logran empatizar con su manera de abordar la vida y, en
especial, sus relaciones.

P. En La colina de los gatos aparece una referencia al libro de Madame Bovary. Siempre me ha parecido que esta obra refleja el alma de muchas mujeres. ¿Tienen las tuyas una pequeña Madame Bovary dentro? Y no me refiero a los comportamientos de Emma, sino a sus sentimientos, sus contradicciones, su insatisfacción… 

R. Por alguna extraña razón que se me escapa, me siento fuertemente atraída por las personas
valientes, especialmente las mujeres.  Emma Bovary es una mujer que tuvo la pretensión de ser libre, de decidir a quién amar. Muere porque no está dispuesta a la falsedad que su matrimonio le exige, porque no desea llevar una doble vida, porque cree que debería tener las mismas libertades que los hombres. Un relato que sacude, desde el inicio, los cimientos de nuestro precario sistema de valores.

P. La narrativa de La colina de los gatos está llena de sensaciones. ¿Qué tipo de sentido te gusta narrar más? ¿Sonidos? ¿Olores? ¿Imágenes? 

R. Uno de los aspectos que más me atrae de una buena lectura es su atmósfera; el sutil
mecanismo por el que las palabras logren transportarme a un escenario casi real. A veces es
solo una melodía, pero esa melodía ha de filtrarse por cada poro, e incluso transformar al
lector. Percibir un aroma concreto, un olor, el contacto de una piel, me parece el cénit de la escritura.

P. La colina de los gatos habla de muchos temas. Uno de ellos, las adicciones que se acoplan en tu vida poco a poco. ¿Qué más temas podemos encontrar?

R. Me resulta tremendamente curiosa la cantidad de temas que aborda mi novela cuando mi
única pretensión fue siempre ahondar sobre el complejo mundo de las relaciones humanas,
eso sí, enmarcado deliberadamente en un pasaje histórico tan desgarrador como poco
conocido.

Temas como la homosexualidad, las adicciones, la eutanasia, la parapsicología, el mundo del
arte, la música… fueron surgiendo de manera espontánea, nunca estuvo previsto. Eso es lo que
me apasiona de la literatura, que aún con la pretensión deliberada de querer fundar el mundo,
el universo siempre tiene la última palabra.

P. Hay muchos referentes culturales en tu libro. Dime una película, una canción y un libro que te encanten.

R. Película: Drácula de Coppola. Canción: Roxanne de Police y De vuelta y vuelta de Jarabe de Palo. Libro: Lolita de Vladimir Nabókov.

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