Relato: ‘Ser luz’ de Marta Gabriela Tudela

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Luz
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Por de Marta Gabriela Tudela. Ganadora de la XIII edición Excelencia literaria www.excelencialiteraria.com

El fin de semana pasado hice un viaje en grupo, ese tipo de salidas de apenas cuarenta y ocho horas que, sin embargo, te permiten conocer al detalle la forma de ser de los demás viajeros, por tratarse de tiempo de intensa convivencia. De hecho, pude reafirmar mi teoría de que hay pocas cosas que desvelen con tanto detalle cómo es una persona como verla justo antes de que se acueste y nada más despertarse. Son dos momentos en los que, fruto del cansancio o de la cafeína pendiente de ingerir, se hace difícil fingir una versión personal distinta a la verdadera. 

Nuestra excursión comenzó con un vuelo vespertino, que nos dejó en nuestro destino antes de las ocho de la mañana del día siguiente. Con el peso de la semana a nuestras espaldas y la lluvia torrencial que nos encontramos al llegar, conservar el buen humor me pareció todo un reto. Conforme avanzaba la jornada y sumábamos kilómetros caminados por la ciudad, más me convencía de lo anterior. De hecho, cuando llegó la hora de volver al apartamento donde nos alojábamos, tras algunas paradas en los bares de la ciudad, habiendo sufrido el termómetro bajo cero durante buena parte de la jornada, cada cual solo pensaba en darse una ducha caliente. 

Para nuestra decepción, había un corte de agua que hacía imposible nuestro deseo. Y por si fuera poco, en el diminuto piso hacía frío, olía mal y escuchábamos una música bastante alta que provenía de una fiesta que se celebraba en el exterior. De remate, encontramos moho en algunas de las colchas que cubrían las camas, producto de la humedad. Hay que tener en cuenta que habíamos pagado más de doscientos euros de fianza por aquel alojamiento. En definitiva, se aunaron todos los ingredientes para que entre nosotros pudiera crecer el disgusto y el enfado. 

Para mi sorpresa y posterior reflexión, traducida en estas líneas, ocurrió todo lo contrario. Mis compañeros de viaje convirtieron aquellos motivos que hubieran justificado un justo descontento, en oportunidades para bromear, lo que nos hizo reír durante horas. Aprovecharon la ausencia de sábanas y mantas limpias para todos, para compartir las pocas que había. Del frío hicieron una preocupación por el bienestar del otro. Del ruido, una ocasión para tararear canciones que nos animaran, aunque nos pesara el sueño. Aquella honestidad me sorprendió, quizás porque hacía tiempo que no veía gestos tan desinteresados, gestos que no esperaran recibir nada a cambio, sin que ninguno de ellos destilara un gramo de falsedad. 

Luz
Marta Gabriela Tudela

El viaje en grupo, además de permitirme conocer lugares y personas nuevas, me recordó que ser feliz es una cuestión de actitud, que estar cerca de personas que así lo entienden debe ser un objetivo al que aspirar durante toda la vida, y que convertirse en una persona que vive para los demás es una misión que no deberíamos perder de vista. Es ser la luz de una vela en la oscuridad.

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