Joaquim Molina, autor de ‘Angelicus’: «Confronto al lector de hoy con dilemas y problemas que ya se plantearon en el siglo XIV, y que siguen abiertos al debate actual»
El escritor y profesor de historia barcelonés Joaquim Molina, autor de las novelas La Rosa entre els Llops(Premio Néstor Luján de novela histórica), Els ulls d’Al.là y Tast d’estrelles, y el thriller juvenil El Projecte, teje una investigación a contrarreloj para resolver unos asesinatos que podrían hacer temblar a la Corona de Aragón y a toda la cristiandad con el fin de contarnos, en castellano, una historia real de misterio, suspense, amor, homosexualidad y vida cotidiana ambientada en el siglo XIV.
P. Empecemos por la historia-historia. 1319: ¿qué está ocurriendo en la península ibérica ese momento?
R. Muchas cosas, como siempre. España está dividida en reinos. El más poderoso es Castilla, pero en aquel momento está pasando por una profunda crisis política por la minoridad de Alfonso XI. María de Molina, su abuela, ejerce la regencia con mano de hierro y mucha astucia. Aragón mira con un ojo al Mediterráneo y con el otro a Castilla.
P. El protagonista de tu libro es el heredero de Jaime II de Aragón, un hombre, llamado también Jaime, cuyos planes no pasaban por asumir el trono. ¿Qué quería hacer con su vida?
R. Al parecer quería ingresar en un convento. El descubrimiento en las estancias del infante de un hábito de monje preocupó muchísimo a su padre.
Entiendo que no es habitual que un futuro rey renuncie a la corona por razones religiosas…
Pero había habido casos. El siglo XIV y la Edad media en general, es un tiempo en el que la espiritualidad se vive de una forma que hoy nos parece impensable. El hijo intenta hacerle entender al padre su vocación. “Jamás he yacido con hembra…” le dice en una carta muy sincera.
P. Sin embargo, accedió a matrimoniar (seguimos en el terreno de la Historia) con Leonor de Castilla y sólo después renunció a sus derechos reales, ¿verdad?
R. Recibió muchas presiones, como podéis imaginar. Su renuncia a la primogenitura también implicaba romper el compromiso matrimonial con la infanta Leonor, la primera hija de Fernando IV y Constanza de Portugal. Eso eran palabras mayores y preludio de una crisis diplomática. Hasta el papa, Juan XXII, le escribió una carta para que entrara en razón. El infante accedió a hacer acto de presencia en la ceremonia, pero se negó a aceptar la mano de la novia. Tuvo que ser el rey el que se la ofreció.
P. Eres profesor de historia, supongo que conocías este episodio histórico, pero ¿en qué momento te das cuenta de que aquí hay una novela?
R. Desde el momento en el que veo la tragedia personal, la íntima convicción de un hombre frente a las presiones de su entorno y, especialmente, cuando intuyo que su reclusión en un convento podría ser una argucia para ocultar un secreto inconfesable.
P. Sitúas la novela antes de la celebración de la boda, en ese espacio de tiempo en el que las cortes de Jaime y Leonor se encuentran en el castillo de Miravet, sobre el Ebro. Un momento propicio para todo tipo de intrigas, ¿no?
R. Efectivamente, ahí se encuentran las dos cortes, recelosas una de otra. Además, se despliega el juego de poder entre nobleza, monarquía, iglesia y órdenes militares, cada uno con intereses encontrados. En este ambiente se producen una serie de misteriosas muertes en el castillo que tienen que ver con el destino del infante, la culminación nupcial y el prestigio de la casa real.
P. La editorial define el libro como “un thriller policíaco con un trasfondo político medieval”. ¿Te sientes cómodo con esta definición?
R. Creo que se ajusta bastante bien al espíritu del relato. Hay una intriga y una investigación alrededor de unas muertes y el escenario espacio temporal es el siglo XIV, una época apasionante en nuestra historia. He querido reflejar el universo mental y cultural de aquella sociedad, sus filias y sus miedos.
P. Esta es tu primera novela en castellano, tras publicar varios libros en catalán. ¿Qué ha supuesto, para ti y para tu trabajo, el cambio de idioma?
R. Supone un reto en positivo desde el punto de vista creativo, pues cada una tiene su plasticidad y su ritmo más o menos diferenciado. Sin embargo, mi bilingüismo cotidiano me permite saltar de una a otra lengua sin ningún problema.
P. ¿Qué le dirías a un lector aragonés, o a uno catalán? ¿Qué averiguarán de su pasado leyendo esta ficción?
R. Averiguarán que vale la pena conocer nuestra historia ya que posee episodios reales que superan la ficción y la creatividad del mejor guionista de Hollywood. Si en Estados Unidos tuvieran nuestra historia o les interesara, las grandes productoras habrían hecho ya series alucinantes.
P. ¿Y cómo te dirigirías al lector general? Porque alguno de los temas que aquí se apuntan siguen encontrando eco en la España de hoy…
R. Les diría que la historia no sirve solamente para conocer el pasado, sino, sobre todo, para entender el presente. En la novela confronto al lector de hoy con dilemas y problemas que ya se plantearon en el siglo XIV, aunque se cerraron en falso y que siguen abiertos al debate actual. Más no puedo decir, sin desvelar la esencia de Angelicus.