Belén Liesa, escritora: «Hasta ese momento nunca estuvo en mis planes escribir un libro y mucho menos publicarlo»
Por Eva Fraile.
Belén Liesa es una escritora de un género que cada vez es más conocido: el nature writing. Además, con sus dos libros actuales, Un gorrión en mi salón y Lo que Rita me enseñó, se ha dirigido a dos públicos diferentes: niños y adultos. Todo parte de una historia real, de una cría de pájaro que llegó a sus vidas y que les ha dejado, probablemente, una de sus mejores historias.
Vamos a conocerla a continuación.
P. «Tenéis que escribir esa historia, si no lo hacéis, os estaréis comportando de forma egoísta». ¿Te suena esta frase, Belén?
R. Claro. Es la frase que me hizo decidirme a escribir Un gorrión en mi salón. Me la dijo una chica en una fiesta cuando le conté nuestra historia con Rita. En ese momento estábamos tan alucinados con lo que nos había ocurrido que se lo decíamos a todo el mundo.
P. ¿Crees que, si Rita no hubiese llegado a tu vida, hubieses publicado un libro?
R. No puedo estar cien por cien segura. Pero hasta ese momento nunca estuvo en mis planes escribir un libro y mucho menos publicarlo.
P. Háblame un poco de los gorriones. Siempre nos acompañan en nuestras calles, pero estoy segura de que desconocemos muchas cosas de ellos.
R. Los gorriones son una de las aves urbanas más comunes. Una cosa que les caracteriza es que siempre han estado a nuestro alrededor, está comprobado que no hay gorriones donde no viven cerca humanos. Lamentablemente, tanto ellos como otras aves urbanas están sufriendo un gran descenso de sus poblaciones debido a la contaminación y otras causas que aún se están determinando. La salud de nuestras aves habla de la salud de nuestro entorno por lo que estos datos deberían alarmarnos por partida doble.
P. He leído alguna valoración sobre Un gorrión en mi salón que dice que les ha cambiado completamente la forma de ver a estos pajaritos. Que han aprendido mucho. ¿Cómo aprendisteis vosotros la forma de cuidar a Rita cuando la rescatasteis?
R. Al principio no nos quedó más remedio que recurrir a internet, porque no teníamos mucha experiencia. Luego fuimos conociendo más cosas preguntando a gente y a asociaciones relacionadas con las aves.
P. Rita, además, fue quien te dio una historia que contar. ¿Dirías que es quien te ha hecho escritora?
R. A veces pienso que una de las misiones de Rita fue que me atreviese a publicar un libro. Y lo consiguió.
P. ¿Y cómo ha sido escribir el segundo libro sobre Rita?
R. Ha sido un poco más difícil que el primero, que era una celebración de la vida. Pero también me ha ayudado a transitar el duelo y a darme cuenta de lo afortunados que hemos sido por poder vivir una historia así.
P. Ya hemos hablado sobre esto, pero ambas historias se enmarcan en un tipo de género con el que te sientes muy identificada: el nature writing. ¿Me hablas de él?
R. Es un género que aparece en el siglo XIX en Estados Unidos y tiene como figura emblemática a Henry David Thoreau con su novela Walden. Aunque ahora se sabe que una mujer, Susan Fenimore Cooper, había escrito un libro de estas características años antes titulado Diario rural.
Los libros de nature writing nos acercan a la naturaleza no solo mediante la observación sino ayudándonos a recuperar el vínculo que hemos ido perdiendo a lo largo de los años y que hace que en la actualidad estemos un poco perdidos.
P. ¿Qué opinas acerca del mundo editorial en general ahora que estás metida en él?
R. Es un mundo apasionante que como todos tiene sus luces y sus sombras.
P. ¿Crees que tu tipología de libros tiene cabida en esta sociedad de consumo también literario?
R. Pienso que sí, pero si soy sincera es algo que no me planteo cuando escribo. Me preocupa más el mensaje que quiero hacer llegar, aunque sé que es importante que el libro interese a la gente, el objetivo de un libro es que alguien lo lea. Pero no escribiría sobre un tema solo porque supiese que se van a vender muchos libros.
P. ¿Qué mensaje te gustaría que se llevasen los lectores tras leer Un gorrión en mi salón y Lo que Rita me enseñó?
R. Me gustaría que los adultos empezásemos a mirar a las aves y a todos los seres vivos de otra manera, entendiendo que en ellos están también presentes las emociones como el miedo, la alegría, la tristeza… Y que su inteligencia a pesar de ser distinta a la nuestra existe. En cuanto a los niños solo querría que mantengan esa emoción y curiosidad por el mundo natural que les hará ser personas más felices cuando crezcan.
Me encanta esta frase de Mary Oliver que dice: “Yo no sería soberana ni de una brizna de hierba mientras pueda ser su hermana”.