Relato: ‘La enfermedad intemporal’ de Rafael J. Contreras Bernier

De Rafael  J. Contreras Bernier. Ganador de VI edición Excelencia Literaria www.excelencialiteraria.com

 

Ramiro Correa contempló al joven que tenía ante sí. Aparentemente era completamente normal, sin las manos temblorosas ni el ceño fruncido que solía caracterizar a los que acudían a su consulta. Después de treinta años de ejercer de psicólogo, sabía identificar los síntomas de una depresión, o un trastorno obsesivo compulsivo, pero su aguzado ojo clínico no detectaba nada. Por el momento.

-Bueno, Álvaro cuéntame qué te trae por aquí. Relájate y tranquilo, que estoy aquí para escucharte.

El aludido no pasaría de los veinticinco años. Sin duda estaba en la flor de la vida, como atestiguaban su porte y mirada henchida de determinación. Comenzó a hablar:

-Verá…

-Tutéame, por favor-era una medida de acercamiento básica en su profesión.

– Verás, Ramiro, llevo una época con problemas de insomnio. Me despierto por las noches, y no sé por qué -hizo una pausa- he perdido el apetito, y a veces me siento capaz de cualquier cosa, inmediatamente seguido por una incertidumbre irracional, que se esfuma para ser sustituida por una alegría súbita…

El doctor Correa asintió, mientras tomaba notas de lo que escuchaba, mientras las palabras caían de la boca de su paciente.

-…Empecé a trabajar en el despacho hace poco, y comencé con mucha ilusión. Y sigo ilusionado, más que nunca, pero percibo que me distraigo con facilidad, y nunca me había ocurrido este torbellino de emociones. Además, tampoco tenemos tanto trabajo como para que suponga estrés excesivo. Lo hablé con mi mejor amigo, ya sabes, Alberto, que me recomendó acudir a ti. Dice que puede ser inicios de bipolaridad…-el joven alzó una mirada llena de confusión, que fue devuelta con una cómplice del psicoanalista, que no pudo evitar que se le escapara un amago de risa.

-¿Bipolaridad? Muchacho, en absoluto. Estás más sano que una pera.

Álvaro abrió mucho los ojos, sorprendido.

-¿Entonces, qué me ocurre?

Correa cerró los ojos y suspiró:

-Ay, hijo, bendita juventud. Dime, ¿cómo se llama la chica en cuestión?

Una “o” se formó en la boca del joven, ahora perplejo.

-¿Pero…? ¿Cómo…? ¿Cómo puedes saber que…?

Ramiro alzó una mano para interrumpirle:

-Mira, el psicoanálisis es una ciencia relativamente nueva, pero el amor existe desde siempre. Así que solo me queda decirte que no tengas miedo, que disfrutes de ese torbellino que te inunda, que respetes a la persona que crea ese estado anímico tan intenso y que trates de construir algo junto a ella- sonrió, divertido- Y disfruta, que con la edad, el corazón aprende a escuchar a la mente. Estás en el momento de que aquél tenga la voz cantante- se levantó y Álvaro lo imitó. Parecía mucho más calmado y feliz que cuando había entrado.

Rafa Contreras

Se estrecharon la mano, y cuando cerró la puerta tras de sí Ramiro se sintió extraordinariamente satisfecho.

Por visitas como aquella, disfrutaba con su profesión.

 

 

Redacción

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