De Francisco Javier Merino. Ganador de la X edición www.excelencialiteraria.com
<<El fútbol no es cultura>>. De esta manera zanjó uno de mis profesores universitarios mi intervención durante un interesante debate sobre la relación entre cultura y educación. Tras escucharle decir que la baja asistencia de los españoles a la ópera refleja un descenso en el nivel educativo del país (y, en consecuencia, en el cultural), decidí mostrarle mi desacuerdo. Opiné y mantengo que los gustos han cambiado: algunas actividades culturales como la ópera han perdido terreno frente a otras como los partidos de fútbol. Su respuesta, como acabo de señalar, fue tajante.
Por tanto, ¿no es el fútbol un modo de vida para personas que, como yo, quieren dedicarse a la información acerca de este deporte? ¿No se caracterizan los equipos, los futbolistas, los hinchas y los aficionados por las más variadas costumbres? Por tanto, ¿es que no podemos hablar de desarrollo deportivo igual que de desarrollo musical, como en el caso de la ópera? Por otro lado, el fútbol aporta elementos que también considero parte de la cultura: valores útiles para la convivencia, tales como la deportividad, la solidaridad, el respeto… aportaciones nada despreciables.
No olvidemos que en los programas de educación básica, primaria y secundaria hay una asignatura obligatoria llamada Educación Física. De niños y adolescentes, nos planteamos si jugar al fútbol o hacer atletismo dentro del horario escolar es una excusa para rellenar el tiempo de la jornada escolar o para que podamos despejarnos, como si de un recreo se tratara. Sin embargo, el nombre de la asignatura deja claro el cometido formativo: la educación de los alumnos (¿qué es educación sino cultura?) mediante el ejercicio de actividades físicas.
Seguramente mi profesor de facultad no será el único que no estará de acuerdo con la tesis de este artículo. Y comprendo a los escépticos. El mal ejemplo de muchos futbolistas y aficionados dentro y fuera del campo parecen hacer del fútbol el antónimo de cultura. Pero nada más lejos de la realidad. Hay cultura en la ópera, en el museo del Prado… y en el museo del Balón.
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