‘Baika en el fin del mundo’ de Marcin Podolec
Baika en el fin del mundo de Marcin Podolec (texto e ilustraciones). Editorial Juventud, 2020. 180 x 240 mm, 120 pp.,19,50 €, (+ 9 años).
Por José R. Cortés Criado.
“¡Ey, Baika! Me pregunto que harán papá y mamá por las noches, ¿y tú? […] Y tienen toda la comida que quieren. Y cómics y Coca-cola de cereza…” Marcin Podolec: Baika en el fin del mundo.
Este cómic recoge dos obras de Marcin Podolec en ese fin del mundo que nos presenta. La primera parte se titula El último jardín y la segunda, La casa abandonada. En marco donde se desarrollan ambas es el mismo, un mundo inhóspito después de un cataclismo sin precedentes.
Las dos protagonistas son Baika y Victoria. La segunda es una niña y la primera es una perra. Las dos vagan por este planeta abandonado en busca de los padres de la chica. Su éxodo comenzó cuando un buen día paseaba con su padre por el parque, hubo un temblor de tierra excepcional y se abrió una sima entre los dos; ella cayó y cayó hasta llegar a donde se encuentra ahora.
Sabe que debe buscar a sus padres. Su tarea es ardua, pero ella no se queja y su inseparable amiga siempre está con ella, Baika está preocupada por la niña, siente sus problemas como propios, la acompaña, la protege y hasta comparten temores y sobresaltos, incluso galletas de chocolate aunque tengan babas caninas.
Página tras páginas, estos dos personajes comparten su vida. Dialogan constantemente, se entienden a la perfección y se mueven con soltura por ese mundo distópico donde únicamente encuentran un ser vivo, un tapir que siembra semillas para regenerar los bosques; su único problemas es que se despista con frecuencia y no encuentra el camino de vuelta a su jardín, por lo que llora de forma muy desconsolada, tanto que asusta a nuestros protagonistas en las solitarias noches al calor de una fogata.
Victoria y Baika siguen las señales nocturnas que perciben en el cielo; una señal luminosa que les indica el camino que deben seguir para encontrar a sus padres. La señal cambia de forma e incluso les ayuda en algún momento, aunque no siempre, e incluso dudan que sea ese el camino a seguir.
Buena historia, algo onírica, en un entorno postapocalístico que, a pesar de las circunstancias, ofrece una perspectiva positiva frente a tantas adversidades, como la mágica relación de las dos protagonista que tienen su aporte de ternura y humor.
A pesar del ambiente desolado que las acompaña en esos lugares abandonados de vida, no es un cómic agresivo ni cargado de virulencia, sino que nos muestra cierta ternura cargada de amistad y deseos de vivir en familia.
Los dibujos, en los que predominan los colores de la tierra son muy expresivos y están llenos de detalles que enmarcan muy bien la trama, ya sean ciudades abandonadas, cráteres, desiertos o casas desoladas que les traen recuerdos de otros momentos felices.
La riqueza de planos hace que su lectura sea más amena, así como las onomatopeyas y líneas cinéticas. Me llama la atención que no hay ningún recuadro narrativo, todo el texto está en los diálogos de los dos personajes.
Seguro que gusta a los pequeños lectores, que sabrán apreciar el valor de la amistad y de la familia.