Entrevista Jose Gil Romero y Goretti Irisarri: “Al escribir, teníamos en mente las películas clásicas de Hitchcock”

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La traductora
La traductora

Llevan veintimuchos años escribiendo a cuatro manos, en principio guiones (cine, televisión), pero también novelas. Ahora presentan La traductora (HarperCollins Ibérica), una historia con la que pretenden si no solucionar, sí al menos dar una explicación posible a un misterio: ¿por qué Franco llegó ocho minutos tarde a su cita con Hitler en Hendaya?

P. ¿Qué se siente cuando una novela aterriza en las librerías?

JGR: Miedo. Alivio. Insomnio. Esperanza. Hambre. Hambre. Ilusión. Ansia. Miedo. Miedo. Miedo. Alegría. Alegría. Alegría.

P. ¿Quién es La traductora?

GI: La traductora es Elsa Braumann, una mujer común, trabajadora y buena que, como tanta gente común, trabajadora y buena, no quiere tomar partido ni convertirse en una heroína.

P. ¿Qué inspiró la historia, cual fue la chispa que la encendió?

JGR: Primero me enteré de que el tren de Alfonso XIII agonizaba en ruinas en Soria; esa fue la primera chispa. La historia partió del conocimiento de cierto hecho real al que en la época no se dio cobertura: Franco llegó ocho minutos tarde a la entrevista que celebró con Hitler en Hendaya. Ocho minutos. A partir de ahí nos planteamos qué pudo haber pasado en ese tren, a lo largo de esos misteriosos minutos. Y levantamos toda una trama de espionaje, amor, suspense y aventuras.

P. El encuentro entre Hitler y Franco parece un buen escenario. Supongo que habréis tenido que repasar, quizá estudiar, lo que allí sucedió. ¿Qué es lo que más os ha llamado la atención, lo que más os ha sorprendido?

GI: Nos fascinó mucho el tren, la idea de un escenario que avanza a gran velocidad mientras dentro suceden todo tipo de intrigas. Y el glamour de aquel coche-salón con cocina, maderas nobles, suntuosos compartimentos, un vagón que había sido fabricado para Alfonso III y ahora llevaba a Franco. Era un lujo muy de película.

P. Elsa es una mujer normal en una situación excepcional. ¿Por qué elegisteis a una mujer como protagonista?

JGR: ¡Fue ella la que nos eligió a nosotros para que contáramos su historia!

GI: Lo que dice Jose es cierto, aunque sea una broma: los personajes aguardan en otra esfera de la existencia y a veces te contactan. Cuando son ellos los que mandan, en vez del escritor, la novela sale mucho mejor.

En otro orden de cosas, cuando tienes como protagonista a una mujer en un contexto tan hostil como este, una ciudad devastada por la postguerra, llena de gente desesperada, se presupone en ella una vulnerabilidad muy atractiva para enfrentarla a todo tipo de tsunamis —los escritores, ya se sabe, tenemos esta tendencia sádica—. Que se la presuponga vulnerable no quiere decir que lo sea, como bien demostrará nuestra querida Elsa.

P. En las frases que dedican a la novela, Nieves Herrero y Luis Zueco coinciden en utilizar la palabra “intriga”. ¿Era vuestra intención, escribir una novela de intriga de las de antes?

JGR: Definitivamente sí. Todo el rato teníamos en mente las películas clásicas de Hitchcock. Intriga, suspense, espías, romance y aventuras es un coctel perfecto. La novela es muy cinematográfica, supongo que tiene que ver con vuestra condición de guionistas.

GI: Al entrar en el mundo de la novela hemos ido aprendiendo las grandes diferencias entre la narrativa literaria y la cinematográfica: el valor del tempo, el de los silencios que debes dejar que rellene el lector, cómo mostrar en vez de contar… Hablamos muchísimo sobre esas diferencias, nos apasiona. Realmente nos esforzamos en ahondar cada vez más en lo literario, en entender qué es eso que ocurre en un libro y en una película no. Pero, aun así, tenemos esta tendencia a “escribir con la cámara”, eso es inevitable y creo que nos da un estilo propio.

P. ¿Desde cuándo escribís a cuatro manos? ¿Por qué?

GI: Pues desde que escribimos el primer guion juntos, creo que hará diez o quince años. Jose, ¿tú te acuerdas?

JGR: Sí, el primer guion cinematográfico que vendimos y que se llamaba “29 de febrero”.

GI: En ese entonces habíamos hecho ya muchos cortometrajes. Jose era el director de actores, yo hacía la dirección de fotografía, la luz. Los guiones eran de Jose, y los actores eran estupendos, tenían ya una edad, se habían jubilado y habían decidido que lo suyo era el cine. Empezamos a ganar bastantes premios dentro del mundo del cortometraje, porque lo que hacíamos era muy diferente. Eso nos animó y acabamos escribiendo guiones más largos, ahí ya a cuatro manos.

P. ¿Qué ventajas y qué inconvenientes supone?

JGR: Hace poco escribimos un artículo en el que hablábamos de esto. Se eternizan los procesos de corrección, esto es lo peor y más tedioso. El inconveniente principal, por otro lado, es parte de su mayor ventaja: no estás solo. Escribir es un trabajo solitario; si lo compartes con otro, las trabas son más llevaderas y tienes a alguien que te anima, que te ayuda, que te empuja cuando el camino se hace cuesta arriba.

José Gil y Goretti IrisarriP. ¿Cuál es el momento creativo más tenso que habéis vivido durante la redacción de la novela? No sé, una discusión por una frase, por una escena, por un quítame allá esa coma.

GI: Las mejores son las discusiones sobre si matar o no a un personaje. «Hay que matarlo para cerrar la trama». Y el uno se niega porque ese personaje le cae genial y empieza a buscar recursos para salvarlo, mientras el otro se los tira abajo. No vamos a desvelar quién sale vivo y quién no en “La traductora”, pero adelantamos que no todo el mundo sale bien parado.

JGR: El proceso en general es un campo de batalla del que salimos llenos de disparos, cortes y golpes, malheridos, cansados y derrotados (risas). La batalla es constante, es imposible elegir un momento. ¡Sería más fácil elegir un momento en que todo fluyó sin conflictos!

Si al final volvemos a la carga después de cada novela, si superamos a la larga esta batalla, es porque Gore y yo nos queremos y nos admiramos.

 

 

 

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